Mi gran desazón
es ver a los hijos crecer
a la velocidad del rayo.
Iba dormido
hasta que la luciérnaga
lo encandiló.
Solamente zafo
de pensar pavadas
cuando masco chicle.
Te siento dentro
mientras que el viento
hace temblar todo.
El sapo cantor
arrastrando la panza
por la galería.
A la siesta,
entre sabanas mojadas,
sin ventilador.
Estoy aburrida
que nadie viene
a matar el silencio.
En el rio manso
una hoja se mece
cual un ser vivo.
Mi yo va camino
a fundirse en la luz
de una luciérnaga.
Hoy me aplaudo yo.
Tal vez mañana
sea una estrella.
Un mago bueno
rescata mi espíritu
del fango final.
Luego de morir
la primera escala:
Una luciérnaga.
Texto agregado el 09-05-2024, y leído por 62
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Lectores Opinan
10-05-2024
Ya te está entrando el espíritu del haikú. Haz chupado la esencia de la poesía japonesa. Te sientas encima de los versos. Felicidades por devorar las rimas. eRRe
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