Tina se levantó del desayunador, y le dijo a Alice que era tiempo que se retirará que ella la llamaría o aparecía cuando la necesitara. Una hora más tarde Alice viajaba en el atestado tren. Mirando por la ventanilla el paso de las lámparas a gran velocidad. Luego miraba su reflejo en el cristal, y a las personas detrás de ella, que le miraban la espalda. Por fin el tren alcanzó la estación donde se encontraba su trabajo, pero, por razones que ella mismo desconocía, no descendió del tren. Una imagen flotando apareció frente a ella, advirtiéndole que habían llegado a su estación, pero ella le dijo a la computadora del tren que había cambiado de opinión y la imagen virtual le preguntó - ¿cuál era su nuevo destino? Alice murmuró algo inentendible que la computadora del tren entendió como a la Terminal, y a Alice le pareció adecuado, por ende, asintió. La imagen flotante con el mapa de la línea de trenes desapareció, el tren cerró las puertas y continuó su veloz marcha.
Tres o cuatro estaciones más y llegaron a la Terminal; Alice bajó del tren y miró a su alrededor. Nunca había estado ahí. Caminó por el oscuro anden, abriéndose paso entre la agitada multitud. No era difícil para ella gracias a su tamaño. Llegó hasta una plancha metálica, dónde había más gente esperando de pie, se elevó, flotando varios metros sobre el suelo y luego se desplazó por los aires como una alfombra mágica hasta llegar a una especie de muelle, en el cual bajo la mayor parte de la gente. Alice se quedó sobre ella, y miró a las personas que quedaron con ella en la plataforma flotante. Una mujer mayor la miraba de un modo bastante agresivo. Ella le sonrió y la observó detenidamente con ojos verdes, al notar su mirada; la mujer se coloró y desvió la mirada al suelo. En su mente se dijo -Eso siempre funciona-.