En la vieja casa de entonces, hoy, demolida, habían hecho un colegio nuevo. Con la confianza de siempre, he empujado la puerta, y, justo donde dormían mis padres había habilitada un aula. Estaba vacía pero debían esperara gente pues en el centro, más bien cerca de la ventana, tenían una estufa encendida. Iba con un amigo, que se ha puesto a curiosear por el resto del edificio, mientras uno ha seguido al calor de la leña ardiendo. Luego ha ido entrando gente. Donde mis padres dormían ahora pacen ciencia los niños. Se ha hecho hora y mientras empezaban a llenar el aula, ha vuelto mi amigo.
- Vámonos, que empieza la nuestra- le he dicho.
El tío estaba absorto contemporizando con los chicos, pero nuestro colegio- la Facultad de Clásicas- nos estaba esperando.
Y me he despertado entonces justo cuando le propinaba un puñetazo a un tipo bobalicón que me ha dicho que le chupara un brazo. Pese a todo, me ha gustado reencontrarme nuevamente en este mundo onírico, al menos, con mi viejo amigo.