Nadie supo, durante mucho tiempo, que Hema Drakell sentía una atracción morbosa por la sangre.
Cuando a la edad de diez años, una compañera se lastimó, ella corrió premurosa a chupar la sangre de la herida . El gesto se interpretó como una muestra de cariño. Era la primera vez que Hema probaba el gusto de la sangre y se sintió todo el día como embriagada
Deseó repetir la experiencia y mordió al gato . El animal se defendió provocándole unas arañazos que ella encontró deliciosos. Le tomó gusto al juego del yo te muerdo, tu me arañas y lo repetía a menudo La madre alejó el gato de la casa.
Desde entonces, Hema se procuraba el placer como podía y a menudo se infligía cortes en los lados menos visibles de su cuerpo con una lama de afeitar . Después de la succión, caía en una semi inconciencia, una especie de ensueño psicodélico en el que veía a su alrededor murciélagos de alas negras.
Siguió la profesión de enfermera y se especializó en hematología. Llegó a ser jefa del banco de sangre del hospital. Era muy feliz en el contacto diario con el plasma,y comenzó prudentemente a prelevar pequeñas cantidades que degustaba en la intimidad. Guardaba las raciones en el congelador de su casa, en una caja de plástico opaco, en la que había escrito” veneno “ y nadie tocaba. Solía beber su néctar después de media noche, cuando todo era silencio en la casa. El momento de la libación se convirtió en un ritual; calentaba la bolsa entonando una melodía extraña y después de cubrir hombros y cabeza con un chal negro, bebía sorbo a sorbo la ración.
Cierta noche, tan enajenada estaba con el ceremonial, que no vio que el padre había entrado en la cocina.
El hombre quedó aterrorizado al verla,escribió inmediatamente un mensaje a su abuela que aún vivía en Rumania:
”Querida abuela: la maldición de tu bisabuela, la condesa Chupesku, se ha manifestado en nuestra querida Hema. Ayúdanos, estoy seguro que conservas el diario, donde figura el antídoto del mal. Dime con urgencia qué hacer para evitar que Hemita se convierta en vampiresa, como nuestra terrible antepasada.”
Dos días más tarde, el desdichado moría, truncado por un infarto. El médico notó unas marcas en su cuello, pero no les dio importancia. En el funeral, la joven Hema lloraba desconsolada.
La respuesta de Rumania llegó unos minutos después del entierro: “...: la víctima quedará libre del hechizo del vampirismo, sólo cuando succione en un prolongado beso, la sangre del propio padre.!Cuídate!”
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