¡Qué particular es este camino!
Y bueno, todo lo que viene de Dios siempre fue nuevo y distinto. Aunque hoy quienes se copian de su palabra para intentar una autoría moral o ética, sólo resultan como las copias: algo que se sabe falto de originalidad y de autoridad.
Este camino es un andar 5 pasos al norte y dar 3 al oeste, 2 peldaños arriba y 6 meses haciendo del peldaño tu residencia. De pronto, caer de cabeza, tambaleante, confusa y perturbada para volver a intentar con más respeto y temor.
¿Debiera ser de otra forma? Probablemente no. Sino sentimos el camino, no recordamos la ruta que nos llevó hasta nuestro destino.
Mucho te has preguntado si se logrará llegar a tiempo, pero a pesar de tanto vuelco de inadaptado, tienes la percepción que avanzas.
Y tienes algo que te trae memorias del pasado; en que envuelta en una nebulosa de confusión ni siquiera puedes precisar cuándo sopló el viento y se disipó la bruma.
Sabes que te dejaste en un estado de inconciencia, pero ahora el recorrido exige más. Ahora no puedes fijar la ruta y sólo irte a descansar.
Esta vez tienes que remecerte del abandono del timón que te lleve a donde quiera. Esta vez la somnolencia no está de tu lado, esta vez exige que te aferres fuerte al timón.
Y sabes que sin tener una gran fuerza, pero sin que tampoco tengas nada de ella no basta, que no es tu fuerza la que necesitas sino tomar el timón sin que sea tu mano, ni tu habilidad ni tu fuerza quien le de dirección sino el milagro, porque ahí es donde reside la verdadera fe.
Porque la fe no es creer o no creer sino decir: "Jesús en ti confío", sé que me amas, que estás a mi lado, que no me sueltas de la mano, que puedo confiar en la misericordia de tu corazón y que si estás conmigo no tengo nada que temer. |