Rosa y Alfonzo eran de una familia trabajadora, les encantaba el campo, ellos cuando se casaron pensaban tener algo en la vida y la única manera de lograr ese sueño era trabajando duro, cuando se casaron el padre de Rosa les regalo un terreno a media hora de camino desde Pachiza, en un lugar llamado SHAPY, cuando tuvieron un niño ellos se fueron a hacer un maizal, cuando ya tocaba la cosecha se instalaron en un tambo en medio de la chacra, la quebrada de Shapy estaba como a cincuenta metros del tambo, ellos se levantaban temprano y trabajaban hasta tarde. Un día Rosa dijo a su esposo que ella juntaría leña y Alfonzo cosecharía maíz, después del almuerzo pusieron a su hijo en su hamaca, le taparon con una sábana y salieron a su faena. Ya eran como las cuatro de la tarde, Rosa con su machete cortaba las ramas secas, de pronto ella escuchó que en la quebrada también hacían ruido como si golpeaban un palo seco con un mazo o palo. Ella seguía cortando, cuando dejaba de cortar ella volvía a escuchar: “Bom, bom y bom”, luego quedaba en silencio.
Ella preocupada de ese ruido, llamó a su esposo.
-¡Alfonzo, Alfonzo, eres tú!.
Todo seguía en silencio, a un rato de nuevo el ruido, Alfonzo estaba cosechando maíz bien lejos de ahí y él no era el que realizaba ese ruido.
Entonces Rosa pensó que era algún familiar que había venido a verlos. Se fue al tambo y vio que su hijo no estaba en su hamaca. Ella desesperada comenzó a llamar a su esposo.
-¡Alfonzo!, ¡Alfonzooooooo!, ¡Alfonzoooooooooooooooo!
Alfonzo no contestaba, pero él escucho muy débil el llamado de Rosa y regreso corriendo a su tambo, al llegar encontró a Rosa desesperada.
-¿Qué pasa amor?-Dijo Alfonzo
-El bebé, el bebé no está-Dijo Rosa
-Como que no está.
-Sí, no está, ya le busque.
Corrieron hacia la quebrada y por ahí había un árbol de renaco que tenía unas tremendas aletas, alrededor del árbol había bastante palos pequeños que se entrelazaban y hacían que sea más oscuro de lo normal. Cuando ellos se acercaron al árbol, se dan cuenta que algo se había metido por esa parte, era como un hombrecito, en ese instante el cuerpo de Alfonzo estremeció y le dijo a Rosa:
-Ahí se ha escondido un enano.
Se acercaron al árbol y se dan cuenta que había huellas de pisadas pequeñas pero solo de un lado de pies y el otro lado parecía solo pisada de un animal, Alfonzo comenzó a tener más miedo y se acercó un poco más hacia el renaco, miró a la aleta del árbol y vio que habían golpeado muchas veces, luego miró de nuevo hacia adelante vio que algo se escondió por los arbustos y desapareció. En ese momento Alfonzo salió del lugar y le dijo a Rosa: Vamos al tambo, el bebé debe estar ahí, aquí no hay nada.
Subieron corriendo y cuando llegaron al tambo, vieron en el suelo a su hijo, estaba a un costado de la hamaca, envuelto en su sabana mirando hacia todos lados, sonriendo y jugando; Rosa corrió y levanto en sus brazos a su hijo.
-Debemos regresar al pueblo, el Shapyshico se quiso llevar al bebé-Dijo Rosa.
Alfonzo agarro su machete, por la desesperación no encontró su linterna y pensó como van a regresar.
-No hay la linterna, vamos, apúrate ya es muy tarde-Dijo Alfonzo
-Agarra una uchina y enciéndale en el carbón-Contesto Rosa
Salieron de su tambo, corriendo comenzaron a avanzar por el camino de regreso a Pachiza, cuando ya habían dejado la chacra, el cielo se puso oscuro por completo e ingresaron al tramo del camino que tenía arboles de shimbillo que daban sombra y el camino se hacía más oscuro, Alfonzo movía su uchina y avanzaba, Rosa le seguía de muy cerca. De pronto comenzó a caer unas gotas de lluvia, el camino comenzó a hacerse resbaloso, seguían avanzando y al bebé lo cubrieron con un saco para que no le dé la lluvia. Cuando llegaron a la cumbre cerca al cementerio, tenían que bajar, el camino era más inclinado, Alfonzo se resbalo y rodo unos metros, Rosa camino con cuidado para no caer, avanzaron y cruzaron el cementerio con temor pues sus uchina estaba por apagar, luego llegaron a la carretera.
Caminaron a lo largo de la carretera y llegaron a la casa de don Isaac, le contaron lo que había pasado y él les contesto: “a esa quebrada le pusieron SHAPY porque ahí abunda el Shapyshico“, los antiguos siempre le han visto, pues ahí temprano entra el sol y el Shapyshico sale hacer sus travesuras. Tráigale a mi nieto, yo le voy a icarar, nunca más el Shapyshico va jugar con él.
Desde esa fecha Rosa ya no quería ir a Shapy , hoy su hijo, tiene también hijos y todos salen traviesos como el Shapyshico.
Autor: Rusbel Galán Marín |