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Inicio / Cuenteros Locales / rusbel-gm / El TESORO PERDIDO DEL PAJATÉN

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Hace muchos años, en la selva peruana existía una tribu llamada Hibitos. Vivían en una fortaleza que ellos construyeron y que llamaron Pajatén. Construyeron la fortaleza para protegerse de los animales salvajes o sus enemigos; en el lugar reinaba la paz y la tranquilidad. El jefe era llamado Shappa (relámpago); tenía tres esposas: Amadahy (Bosque de agua), Makani (viento) y Nuubi (nube). Todas ellas tenían 6 hijos cada una y vivían en perfecta armonía. Trabajaban unidas para que la tribu prosperara; todas se dedicaban a hacer sus trabajos cotidianos como cuidar a sus hijos, tejer las canastas y jicras (bolsos), recolectar frutos, etc. Los hijos se dedicaban a cultivar los platanales, yucales y otros cultivos que servían para el sustento de la familia. Los hermanos mayores ayudaban al papá a cazar y pescar. Shappa decidía cuándo y quiénes de sus hijos tenían que acompañarlo en la cacería, pero antes, él los adiestraba.

El mayor de todos los hijos era Imala (mente fuerte) y el segundo era Wapi (suertudo). Shappa enseño a Imala y Wapi a cazar, recolectar y defenderse; pero no dejaba que se internaran en el bosque, siempre participaban en las cacerías acompañados de Shappa.

Un día, los dos hermanos decidieron salir a cazar solos, sin la compañía de Shappa, pero con su autorización y aludiendo que se encontraban listos y preparados para dicha cacería. Prepararon sus fiambres con yuca asada (fariña), cecina de venado y se adentraron en el bosque. Imala tomo la delantera, porque conocía casi toda la montaña del Pajatén.

Imala y Wapi caminaron horas y horas, llegaron a la cabecera del río Abiseo. Al llegar, allí la zona estaba con bastante neblina. Imala encontró unas huellas de sachavacas (tapires) y decidieron seguir ese rastro. Llegaron a un lugar pantanoso y ahí encontraron aun más huellas de las sachavacas, los dos hermanos comenzaron a seguir uno de los tantos caminos que estos animales habían dejado en su ir y venir al pantano, los hermanos preparados con sus flechas, sigilosamente avanzaban entre los arbustos para no espantar a los animales que ellos buscaban, seguían avanzando, de pronto, se dieron cuenta que el sol ya estaba por ocultarse. Buscaron una Shapaja (palmera) para construir un refugio y pasar la noche allí; para que en la noche no sean sorprendidos o atacados por los otorongos o serpientes ellos decidieron subir a la parte alta de una Shapaja, primero subió Wapi por un árbol delgado que se encontraba al costado, llevando consigo una soga preparado de la corteza de una topa (árbol), luego lo toco el turno a Imala, él ató sus cosas a la soga y Wapi jaló la soga hasta la parte alta de la shapaja, luego subió Imala y se acomodaron para descansar. En aquel lugar, por la moche, siendo aproximadamente las tres de la madrugada escucharon un otorongo que rugía por sus alrededores, los hermanos sabían que el animal salvaje los había olido y los estaba buscando. Temblaban de miedo, pero por la experiencia que Shappa les había trasmitido, se sentían seguros en la palmera, porque si hubieran dormido en el suelo, el animal salvaje los hubiera devorado y no hubieron tenido ninguna oportunidad de defenderse en la oscuridad.

Cuando amaneció, bajaron sigilosamente y prosiguieron con la cacería; seguían la huella de la sachavaca, pero Imala seguía avanzando más rápido, quebraba las plantas pequeñas que le serviría como marca del camino para su retorno.

Seguían avanzando; en un momento escucharon que algo hizo ruido, Imala decidió adelantarse y ver si era la sachavaca; Wapi se distrajo y no se percato que su hermano avanzo sin dejar marcas, pero como ellos estaban siguiendo la huella de las sachavacas no se preocupó. Decidió seguir avanzando, a unos 50 metros las huellas se dividían en dos direcciones, Wapi se paro y espero como cinco minutos para ver por donde su hermano se había ido o podría ser que retornara a buscarlo, entonces a cierta distancia escuchó una voz similar a de su hermano Imala “ven por acá, por la izquierda”, Wapi obedeció y avanzó rápidamente mirando a su hermano que avanzaba delante de él y le pregunto qué animal hizo ruido, y él le contesto: “si, fue un venado, se asustó”; como Wapi sabía que el venado cuando se asusta corre y no se detiene, Wapi pensó que Imala su hermano no decido seguirlo y retorno a buscarlo.

Wapi seguía avanzando, en un momento se acerco más a su hermano, él hacía preguntas pero no le contestaba y tampoco volteaba, Wapi le decía: “pero ya hemos caminado demasiado y estamos lejos”; y su supuesto hermano que estaba adelante le decía: “no te preocupes, debemos seguir”. Wapi estaba seguro que era su hermano Imala, no se preocupó y siguió avanzando.

Ya era tarde y el sol estaba por ocultarse, en un instante el hombre que estaba adelante del él, lo dijo: “espérame aquí, voy a ver donde vamos a pasar la noche”, paso casi una hora y su supuesto hermano no retornaba, empezaron a cantar los grillos o saltamontes, Wapi comenzó a escuchar ruidos de los animales nocturnos; entonces Wapi comenzó a preocuparse y comenzó a llamar a su hermano: ¡Imala!, ¡Imalaaaa!, ¡Imalaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! repitió tanta veces que se quedo afónico y cansado; de pronto Wapi ya estaba en medio de la oscuridad, se puso entre las aletas de una yanchama (árbol), comenzó a escuchar ruidos de todo tipo, el cantar de las lechuzas, el chillar de los grillos, lejos escuchaba el rugir de los otorongos.

Él estaba alerta con su flecha, muy preocupado y con miedo. De un momento a otro, arriba de los árboles como a cien metros se encendió una luz bien potente que alumbraba gran parte del lugar y escuchó sonido de tambores, en ese momento se asusto, pero pensó que podría ser algún campamento de otras tribus; decidió acercarse lentamente hacia el ruido de los tambores, ya cuando estaba cerca, pudo ver que en el centro había una fogata y alrededor danzaban, había bellas mujeres que se contorneaban al son del tambor. Wapi se quedo maravillado por la hermosura de sus cuerpos, alrededor estaban los hombres bebiendo en vasos hechos de barro adornados con algunos brillantes. Él observaba tímidamente porque pensaba que podrían descubrirlo y tomarlo como prisionero.

En un momento las luces se encendieron más y él quedo a la vista de todos, una de las bellas bailarinas vino a él, le sujetó de las manos y lo llevó al centro de la fiesta, todos bailaban alrededor de él. Wapi giro la cabeza y vio que había alguien que estaba parado en una especie de barbacoa en lo alto de un árbol, tenía estatura aproximada de un metro, llevaba puesto un sombrero, pero no le podía ver el rostro, el sombrero dejaba una sombra sobre el rostro de aquel hombrecito, y también no lo podía ver bien por la distancia que se encontraba. Wapi miraba a todos; pero nadie le miraba a él, siempre trataban de esquivar la mirada.

Pasaron las horas, Wapi estaba tan débil que cayo desmayado en el suelo.

Cuando abrió sus ojos, se quedó sorprendido, no había nadie, pero estaba rodeado de muchas piedras preciosas, cerca de él había una cascada donde el agua emitía destellos que brillaban. Se sentó, bebió agua desesperadamente ya que no había tomado nada; sentado comenzó a pensar que hacer, luego decidió seguir el rumbo que tomaba las aguas.

El camino no era tan fácil, pero él estaba acostumbrado andar en la selva, seguía caminando hasta que llego a un río hoy llamado Abiseo, juntó palizada y construyo una balsa, subió a ella y el río comenzó a llevarlo corriente abajo.

Él tenía un palo que lo usaba para direccionar su balsa, siguió bajando por el río hasta llegar a un malpaso con corrientes fuertes, que erosionaban las gigantes rocas creando remolinos y olas, él quiso dirigir bien la balsa para no impactar contra las rocas, pero ya él no tenía mucha fuerza y se sentía cansado.

De pronto de un golpe la balsa se atravesó contra una piedra en medio del río, Wapi se quedó agarrado de la balsa, el río formaba remolinos producto de la fuerza del agua que golpeaba contra la balsa, Wapi pensó que la fuerza del agua podría romper la balsa y este golpearle.

Él decidió soltarse, respiro y guardo aire en sus pulmones, luego se soltó y cayó al agua, al caer al agua entro en un remolino que le daba vueltas y vueltas hacia el fondo del río, Wapi seguía aguantando la respiración y puso sus rodillas junto a su pecho y entrelazo sus manos, el remolino lo llevo a la parte mas profunda del río, de pronto Wapi sintió que ya no seguía dando más vueltas dentro del agua, decidió nadar desesperadamente, sus manos tocaron algo, se aferro bien y saco la cabeza del agua, se dio cuenta que estaba encima de una piedra, subió a ella.

Su cuerpo temblaba de frío y por el susto que acababa de tener, miro a su alrededor; a una distancia aproximado de 600 metros en el mismo curso del río, vio a alguien que nadaba, salto de la roca y comenzó a nadar hacia la orilla, Wapi estaba cansado, llego a la orilla del río, camino unos metros y se desmayó.

La persona que nadaba, río abajo, era una hermosa mujer, descendiente de los Hibitos, llamaba Halona (Afortunada), hija de un jefe de la tribu que vivía cerca de la desembocadura del río Abiseo en el Huayabamba. Halona se percató del hombre que se desmayó y estaba a unos metros de ella, corrió a ver quien era, se acercó a Wapi, Ella no sabía qué hacer, levantó la cabeza de Wapi y le puso sobre sus piernas, Ella trataba de hacer que reaccionara, decidió soplar en la boca a Wapi para darle aire, cuando Halona soplaba en la boca de Wapi, Wapi despertó.

Wapi al abrir sus ojos se quedó sorprendido, miró fijamente los ojos de Halona, sin saber qué hacer, no podía creer que una hermosa mujer le tenia en sus piernas.

-¿Dónde estoy? ¿Cómo te llamas? – Dijo Wapi

– Estas en el río Abiseo, me llamo Halona, tengo a mi familia acá muy cerca, vamos a mi casa ahí hay alimentos y mi familia te puede ayudar -Contesto Halona

– Yo me llamo Wapi y me dicen suertudo.

– Si, por eso creo que me encontraste – Contesto Halona con una sonrisa en su rostro

Los dos caminaron y llegaron a unos tambos (casa) construidos con madera y hojas de palmeras en medio del bosque a orillas del río Abiseo.

Halona le llevo a la casa de su padre, él era el jefe de la tribu, ella le comento a su papá como le había encontrado al forastero y Wapi les conto de donde es y como llego hasta allá.

La familia de Halona estaban sorprendidos de la hazaña de Wapi y le ayudaron; Halona le cuidaba en todo momento hasta que se enamoró de Wapi, los hermanos de ella no estaban de acuerdo que se dedique mucho tiempo a Wapi, en vista que tenia otro pretendiente, que vivía al otro lado del río y pertenecía a las tribus los Cholones, incluso ellos ya habían celebrado una alianza para poder cazar en los bosques que se encontraban al otro lado del río, los Cholones a cambio podían pescar en sus dominios de la familia de Halona. Por eso los hermanos querían que ella se casara con uno de los hijos del jefe de la otra tribu.

Así paso un tiempo, Halona hablo con sus padres, les dijo que quería ser la esposa de Wapi, el padre no se opuso.

Un día invitaron al Jefe de la tribu de los Cholones, en una ceremonia de amistad, informaron que Halona estaba enamorada del forastero. Entonces los Cholones decidieron romper la alianza, cruzaron el río Abiseo y se fueron del lugar sin decir nada, empezaron a tener constantes conflictos.

La familia de Halona le apoyaron en su decisión. Halona estaba muy enamorada, ella quería ser esposa de Wapi y pidió que se haga la ceremonia.

Pasaron unos días, la familia de Halona realizaron la ceremonia, entregaron como esposa de Wapi a la bella doncella y hubo una gran fiesta.

Paso un tiempo, Wapi decidió planear su retorno al Pajatén y buscar el tesoro que había visto para llevarlo a su familia que no sabían nada de él, converso con Halona y la familia de ella, todos estaban de acuerdo.

Wapi decidió retornar por donde vino, le acompañaron Halona y otros familiares de ella; prepararon sus fiambres con yuca asada, carne de monte ahumada (cecina) y juane de yuca con pescado, partieron rumbo al Pajatén; caminaron por la orilla del río Abiseo, en el camino al Pajatén ellos pescaban y cazaban, no les faltaba alimento.

Wapi llego cerca al lugar donde vio los tesoros, marco con su hacha de piedra una señal en un árbol de yanchama y decidió seguir caminando hacia el Pajatén, dejaba marcas en otros árboles pequeños por el lugar que él pasaba.


De pronto, Wapi encontró un camino, que era muy transitado por personas, había marcas similares que Shappa e Imala dejaban cuando salían a cazar, Wapi se detuvo, se acordó que estaba en el lugar en donde su hermano Imala se había separado de él, Wapi vio hacia el horizonte, él sabía que tenía que seguir ese camino para llegar al Pajatén. Wapi dio las indicaciones a los familiares de Halona para que retornaran, Wapi decidió avanzar con su esposa y uno de sus cuñados.

Wapi llego al Pajatén, vio a su familia que estaban en la entrada de la fortaleza. Shappa vio a Wapi acercarse a él, no podía creer que su hijo había retornado, llamo a su familia y todos corrieron a su encuentro, le abrazaron y realizaron una gran fiesta. Shappa dijo a Wapi: desde que te perdiste en el bosque, nosotros decidimos ir a cazar todos los días en aquel lugar, porque estábamos seguros que estabas bien y regresarías con nosotros, tu familia. Wapi estaba alegre por encontrarse con su familia.

Después del encuentro Wapi le dijo a Shappa sobre el tesoro encontrado en el lugar, ellos decidieron traer todo el tesoro para guardarlo en el almacén de la fortaleza e incluso adornar con más piedras preciosas las viviendas.

Prepararon una caravana con muchos hombres y se fueron al lugar, allí encontraron rubíes, piedras preciosas y oro, allí estaba un pozo similar a una piscina natural, el fondo del pozo brillaba, en el pozo caía una cascada, había muchas rocas a los costados, en las rocas había oro incrustado, el agua caía fuertemente y este desprendía poco a poco el oro que era enviado al fondo del pozo.


Llevaron todo el tesoro del lugar al Pajatén, adornaron las figuras de las paredes exteriores de las viviendas con piezas de oro. Cualquier persona que podía haber llegado al Pajatén, se hubiera quedado encantado del lugar, era la ciudad más hermosa.

Shappa intercambiaba vasijas adornadas con piedras preciosas y oro, con productos de las otras tribus que vivían hacia el sur y norte del Pajatén. Shappa construyo caminos con piedras, para no volver a perder a nadie de su familia, estos caminos eran resguardados por los miembros de la tribu, para que nadie se acercara a la fortaleza con el fin de robarles o saquear. Era un secreto para todos los miembros de la fortaleza y los amigos Hibitos fieles de las otras tribus, todos ellos sabían que deberían cuidar la fortaleza.

Pasaron los años Shappa fallece; Imala ocupa el cargo de jefe del Pajatén.

Imala, al ocupar el cargo de jefe del Pajatén, llamo a su hermano Wapi, a una reunión para decidir el futuro de la fortaleza y resguardarlo, en vista que las otras tribus que estaban cerca a la familia de Halona seguían en constante conflictos. En la reunión deciden, que Wapi con su familia debería salir del Pajatén, bajando por el río Jelache y buscar un lugar ideal para formar una nueva comunidad, la nueva comunidad debería de servir para proveer de alimentos a Imala. Mientras tanto Imala quedaría a cuidar la fortaleza.

Imala preparo unos guardianes fieles a él, para cuidar el Pajatén, los que podían llegar al Pajaten tenían una marca especial que solamente Wapi y Imala conocían.

Wapi salió del Pajatén; él con su esposa y otros amigos caminaron por el valle, llegaron cerca a la desembocadura del río Jelache en el Huayabamba, el lugar era ideal para ellos; podían cazar, pescar y alimentar a toda su tribu; en el lugar construyeron sus viviendas y lo llamo Nuevo Pajatén.

El nuevo asentamiento estaba cerca al río Huayabamba y Halona comenzó a comunicarse con sus hermanos que vivían cerca a la desembocadura del río Abiseo en el río Huayabamba, ella bajaba y surcaba por el río Huayabamba en su canoa, llevaba piedras preciosas y oro a su familia.

Pasaron varios años, los padres de Halona ya eran de muy avanzada edad y fallecen por causas naturales; sus hijos cerca al lugar construyeron unas sepulturas al costado de los cerros, lo adornaron con figuras protectoras del firmamento y sus dioses, también con estatuas de madera que simbolizaba el cuerpo y alma de sus seres queridos.

Un día, miembros de las tribus los CHolones, llegaron hasta las tierras de la familia de Halona, acompañados de personas que no eran del lugar, los nuevos hombres eran diferentes, estaban vestidos por prendas largas, uno de ellos llevaba una cruz en la mano que le serbia como bastón. Uno de los miembros de los Cholones, se acercó al hermano mayor de Halona, le dijo que los nuevos hombres, eran mandados por Dios, que ellos traían muchas cosas para sus tribus, incluso tenían poderes que arrojaban truenos contra sus enemigos. El hermano de Halona, tranquilo observaba lo que acontecía, él no quería peleas, siempre había evitado los conflictos y se defendía cuando miraba que estaban en peligro; vio que los nuevos visitantes podrían enseñar o intercambiar cosas con ellos, y como no eran atacados y decidió recibirlos.

Fray, era unos de los nuevos hombres que llego al lugar; Fray entregó como obsequios telas y ropas para los miembros de la tribu; Fray, estaba vestido con una túnica larga hasta los tobillos. El hermano de Halona ordeno que toda su tribu deberían vestirse con las prendas que Fray los regalo; desde esa fecha los miembros de la tribu, dejaron de usar las prendas a base de pieles, plumas y otros materiales de la zona.

Después de unos días, el hermano de Halona mando una comitiva para avisar a Wapi, del nuevo suceso que se estaba realizando en la desembocadura del río Abiseo.

Wapi al recibir la información pensó que todo eso no era algo bueno, pensó y decidió que los caminos que unían a la fortaleza del Pajatén deberían ser tapados hasta un buen tramo.

Pasaron unos días; de pronto llegaron al Nuevo Pajatén, varios hombres acompañado de la familia de Halona, que decidieron apoyar a Fray en su misión. La misión de Fray era unir a todas las tribus del lugar, para que vivan en nuevas ciudades.

Los visitantes llegaron al tambo de Wapi, él los recibió, en una vasija preparado de arcilla y adornados con piedras preciosas, Wapi invito chicha y masato a Fray, esta vasija llamo la atención de Fray, porque tenía piedras preciosas.

Fray y Wapi realizaron un pacto para ayudarse mutuamente. Wapi decidió que los miembros de las tribus de los Cholones y Hibitos, deberían ser diferenciados, porque al haber dos grupos de personas con diferentes costumbres se podrían generar alguna riñas o peleas y cada uno tenían que reconocer a su gente. Fray, entonces indico a los Cholones deberían pintarse el rostro con rayas de color azul y Wapi mando a pintarse el rostro a todos los miembros de sus tribus con rayas de color rojo.

Fray comenzó a realizar actividades, agrupo a los nativos para que vivan en casas independientes con sus hijos y sus esposas, les enseño a sembrar nuevas plantas con semillas que él había traído de otros lados.

En el lugar había constantes enfrentamientos entre los miembros de las dos tribus, porque no podían convivir juntos y no hacían caso a las indicaciones de Fray. Fray convence a Wapi, de mandar a dar azotes, a los que generaban actos de indisciplina, pero los enfrentamientos seguían.

Fray converso con Wapi y le dijo que su misión era juntar a las tribus a lugares más cerca donde puedan recibir más productos y comercio, es ahí donde se ponen de acuerdo en formar nueva ciudad bajando por el Huayabamba y que ese esté más cerca al río Huallaga. Fray sabía que no podían convivir las dos tribus y decide que se funde un nuevo poblado con miembros de cada tribu, ambas ciudades no deberían estar muy separados para que Fray pueda seguir enseñando lo que sabía.

Luego de un tiempo; construyeron balsas y canoas para transportar a todos los miembros de las tribus, rumbo a formar las nuevas ciudades. Bajaron por el río Huayabamba, buscando primero donde vivirían Wapi y su tribu, llegaron a una comunidad de los Cholones, que vivían cerca a la desembocadura del río Huayabamba en el río Huallaga, estando ahí Fray decide dejar a todos los Cholones en esa comunidad y caminar con todos lo hibitos unos kilómetros mas arriba del río Huayabamba, para buscar otro lugar ideal, pero los Cholones se opusieron a que Fray se vaya sólo con los hibitos, unos 20 hombres de los Cholones le acompañaron, llegaron a una pampa donde los Cholones y Hibitos conocían que en el lugar abundaba los animales para cazar y pescar, en el lugar Fray decide fundar la nueva cuidad y lo pone el nombre de Pachiza.

Fray y Wapi se instalaron en la nueva ciudad. Fray decidió que deberían construir una casa grande que los serviría como iglesia. Los miembros de la tribu que tenían esposas construyeron sus casas alrededor de la Iglesia, y los solteros podrían elegir otros lugares pero en la misma llanura del nuevo Pachiza.

Así paso un tiempo. Fray implemento celebraciones y fiestas religiosas donde la población celebraba con entusiasmó y algarabía.

Fray decidió que tenía que ir a fundar otras ciudades y dejo a Wapi a cargo de Pachiza.

Fray con los Cholones y otros miembros de los Hibitos se dirigieron hacia el río Huallaga, lugar donde vivían los demás Cholones, prosiguió su caminata por el valle del Huallaga.

Wapi al quedarse sólo, mando una comisión para avisar a Imala, que todos los Hibitos del Huayabamba estaban viviendo en un nuevo lugar llamado Pachiza, Wapi pidió a Imala que cuidara la fortaleza del Pajaten y el tesoro que allí había, ya que los cholones habían conocido gran parte del lugar. Pidió también que le enviara algunas piezas de oro y piedras preciosas para intercambiar con Fray.

Pasaron unos meses. Fray retorna a Pachiza, siguió enseñando muchas cosas nuevas, todos los Hibitos empezaron a criar aves de corral y otros animales, incluso usaban otras técnicas en la agricultura.

Así pasaron varios años. Wapi fue perdiendo comunicación con Imala, por temor, a que su familia sea atacada y saqueado todo el tesoro que tenia en la fortaleza.

Wapi intercambio con Fray sus piezas de oro y piedras preciosas por herramientas nuevas para la cacería y la agricultura. Fray se llenó de curiosidad en saber de dónde traían las piedras preciosas, los Cholones no tenían este tipo de tesoro.

Un día, Fray, se fue a las comunidades de los Cholones, buscó a alguien que conocía o había escuchado de donde traían las piedras preciosas, le dijeron que ellos habían escuchado de una fortaleza, que estaba bien resguardado por los guardianes fieles a los Hibitos, pero si prepararan hombres, podrían llegar al lugar y solo era cuestión de esperar el momento adecuado.

Paso un buen tiempo. Wapi manda una comisión a traer oro del Pajatén, ahí se va un Cholón enviado por Fray que se ganó la confianza de uno de los comisionados. Pasaron varios días, la comisión retorno con el oro enviado por Imala y así el Cholón que se infiltro conoció el lugar.

Fray arma una comitiva, nombra un cura como jefe de la misión, surcan el río Huayabamba rumbo al Pajatén con el guía que había llegado al lugar. Mientras tanto, Fray seguía en Pachiza. La comitiva llegó al Pajatén, los guardianes al ver que no eran miembros de su tribu y tampoco tenían las marcas, apresaron a todos. Llevaron al cura a la fortaleza, Imala sabia que eran de las tribus rivales, interrogaron a los Cholones y ellos dijeron que venían de Pachiza. Imala decidió, que nadie de los miembros de los Cholones debería regresar, sólo el cura debería ser enviado hasta Pachiza. Los guardianes acompañaron al cura hasta Pachiza y lo único que lo dieron fueron unas vasijas adornados con piedras preciosas, para que pueda beber agua o guardar sus alimentos.


Imala decidió que los caminos sean cerrados por completo, en vista, que habían llegado al Pajatén hombres que podían mandar a saquear su fortaleza.

Fray se entero de la decisión de Imala, se molesto, pero como él sabía de su responsabilidad, prefirió no decir nada e ignorar lo sucedido, además era el representante de Dios.

Pachiza comenzó crecer como ciudad. Llegaron nuevos colonos y expedicionarios, ellos se enamoraron de las bellas nativas del lugar, tuvieron hijos, cuyos hijos comenzaron hablar español.

Con los nuevos herederos, se fue perdiendo más el conocimiento de las rutas al Pajatén. Los colonos trajeron nuevas costumbres pero llegaron a Pachiza porque se rumoreaba que cerca había una ciudad con tesoros.

Wapi ya estaba anciano, tenía muchos años, miraba que los miembros de su tribu comenzaban a morir por enfermedades desconocidas. Un miembro de su familia se había enfermado con la lepra, todos tenían miedo a que esa enfermedad contagie a los demás; entonces Fray, decide mandar a que sus verdugos quemaran la casa con el nativo ahí adentro, los verdugos cerraron la puerta de la casa, pusieron hojas secas de palmeras alrededor de la casa y lo incendiaron. Para Halona fue doloroso, ver como un miembro de su familia era quemado, ella se sintió muy triste por lo sucedido.

Wapi y Halona comenzaron a perder más miembros de sus tribus, por fallecimientos a causa de las enfermedades que ellos no podían curar con sus medicinas tradicionales. Ya cuando gran parte de sus tribus habían fallecido, decidieron juntar a toda su familia para partir rumbo al Pajatén y ahí cuidar el tesoro que era lo más apreciado para ellos.

Un día que Fray salió en una misión por el valle del Huallaga hacia las comunidades de los Cholones. Wapi con toda su familia decidieron salir de Pachiza rumbo al Pajatén.

Como a las tres de la mañana, aprovechando la luz de la luna y cuando los gallos todavía no cantaban, salieron de Pachiza y surcaron el río Huayabamba en sus canoas, luego prosiguieron su recorrido surcando el río Abiseo para continuar por la ruta que él conocía. Ellos partieron con la intensión de nunca más retornar.

Desde entonces nunca más se volvió a saber algo de ellos… que será de todo el tesoro que había en el lugar y si aun los guardias lo seguirán cuidando.

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Autor: Rusbel Galán Marín

Publicado e impreso por primera vez: Agosto 2012

Corregido y publicado en formato digital: Marzo 2024

Texto agregado el 31-03-2024, y leído por 51 visitantes. (2 votos)


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