Sin importar como se le considere, es nuestra propia imagen la que se arrastra por el suelo o escala las paredes, es un reflejo permanente, casi sería posible imaginar a un narciso admirando la belleza de su propia sombra y la manera en que crece al hacerse de noche hasta parecer cubrirnos completamente.

La sombra es un elemento más de nuestro cuerpo, y deshacerse de ella sería el equivalente a deshacerse de la memoria; fue por eso que cuando Julián me contó que planeaba deshacerse de su sombra, me reí de su extraña ocurrencia. Mas mientras él sin escucharme, o por lo menos sin prestarme atención, me seguía comentando su extraño plan empecé a tomarlo en serio. Consideraba que su sombra había estado adquiriendo conciencia propia, y aunque no tenia pruebas de tal hecho, ni había dejado, su sombra, de imitarlo, no podía sacar de su mente que “ella” estaba planeando algo en la oscuridad cuando él no era capaz de verla.

Su plan consistía en el uso de antiguos rituales mágicos que le permitirían, al elevar su grado de percepción del mundo, interactuar con su sombra, y luego pensaba destruirla con un haz de luz cual si fuera éste una espada. ¿Y en caso de de fracasar?- tuve que preguntarle ya absorbido por su extraña idea de una sombra con conciencia propia. – Habrá aprendido a respetarme – dijo sin dudarlo un sólo segundo.

Al parecer se encontraba influido por un viejo brujo que había conocido en su viaje al Brasil, quién le había explicado que muchos hombres sabios habían discutido o luchado con sus sombras, como una manera de alterar sus capacidades cognitivas, de retarse, o incluso, pasar un buen rato entretenidos con ellos mismos. Pensaba dar inicio a su plan en la siguiente noche de luna llena, porque le parecía que un acto de tal trascendencia debía realizarse con todo el misticismo posible como manera de permitir a su inconsciente revelarse plenamente ante sí mismo de manera clara y magica. Personalmente, todo me pareció basura New Age sin que eso signifique que no hubiera podido tener algo de razón.

Quizás al mes de la conversación ya me había olvidado completamente del tema, me hallaba en ese momento preguntándome cómo era posible la mutación en células,si lo único que hacían era replicarse a sí mismas, y si en una sociedad de células en la cual existiera el sexo, la atracción tendría un carácter edípico o narcisista. Mientras me acercaba a una conclusión que me satisficiera por el día, Julián me llamó, era más de la medianoche así que su llamada me sorprendió, y su tono de victoria al gritarme: - LO LOGRE!!! – y luego colgarme sólo logró confundirme más.

Tras dormir las 6 horas reglamentarias y bañarme, recordé la conversación que habíamos tenido y me pregunté si su llamada tendría algo que ver con su propósito de deshacerse de su sombra, o si me había llamado para preguntarme el titulo de un libro (lo que solía hacer) y lo había recordado antes de preguntármelo. Con la duda en mi cabeza y la idea de que para ser longevo había que enterrar los pies bajo la tierra como hacían los árboles, con la esperanza de poder realizar fotosíntesis en el apéndice o algún lugar por el estilo, lo fui a visitar en la tarde.

Se había deshecho de su sombra. Todo su cuerpo se veía luminoso, pues hasta el contraste natural, que da textura a nuestra piel, había desaparecido haciendo que se viera plana, plástica. Algo hacía falta, la sensación de su cercanía era fría, metálica pero su alegría era contagiosa, la desaparición de su sombra era tan sorprendente y prometedora, que su presencia metálica poco importaba.

Su vida siguió como antes, pero más tranquila, sabía que su sombra no realizaba planes en la oscuridad para destruirlo, y por alguna razón se sentía libre como si fuera capaz de realizar cualquier cosa que se le ocurriera, de escalar cualquier muro, de nadar cualquier mar, pero no tenía deseos de hacer cosas extraordinarias, con su vida común y corriente le bastaba.

Una mañana, tras haber estado desaparecido por una semana, fui a su apartamento a averiguar por él, el portero tampoco sabía nada así que entramos a la fuerza y allí estaba, aún sin sombra, yacía, en una posicion incomoda, en el suelo, en medio de un charco de orín, como un muñeco de trapo, aún vivía, pero no parecia ser capaz de hablar o moverse, era sólo un vegetal. Mientras llegaban los paramédicos, lo acomodamos en una posición más cómoda, e intentamos hacer que reaccionara, parecía entendernos, pero no le interesabamos.

Su comportamiento había cambiado en los últimos meses, cada vez sus movimientos se habían hecho más lentos; sus hábitos, más sedentarios; su energía parecía ir disminuyendo con cada día, y su presencia metálica se iba haciendo al mismo tiempo más incomoda. Se me ocurre que una mañana se había levantado sin ganas de salir de su apartamento, y al cabo de cinco o seis días había renunciado a todo movimiento. Se dijo que había estado sufriendo de depresiones profundas lo que explicaba su falta de deseo por vivir, y finalmente había sufrido un shock depresivo que lo había sumergido en un estado vegetal como modo de defensa o algo por el estilo. Cabe mencionar que su carencia de sombra no fue notada, o por lo menos jamas fue mencionada.

Hace poco estaba leyendo un libro y tras leer el siguiente párrafo no pude hacer más que pensar en Julián.

“Una marioneta es un juguete, usualmente de forma humana, que es capaz de representar al moverse sentimientos (...) es como un actor en miniatura, pero su capacidad histriónica depende exclusivamente del titiritero (…) él ha de mantenerse siempre en la sombra, jamás ha de ser visto, pues dañaría la ilusión de realidad que ha creado (…) una marioneta sin titiritero es un ser inerte, un conjunto de pedazos de madera con forma humana,(...) sólo están vivos si alguien los maneja desde las sombras.”

Y fue entonces que me empecé a preguntar si la sombra nos imita, o nosotros, a ella.