Homenaje a Leo Brizuela
Conocí a Leonardo Brizuela (leobrizuela) hace más de once años en esta página azul.
En esos tiempos la página rebozaba de buenos escritores y mejores Maestros…
Para mí los mejores Maestros eran Leobrizuela e Yvette27 (en ese entonces Nínive).
También había críticos en ese entonces, Y si, también existían unos pocos que comentaban un escrito con (“dedicate a otra cosa”, “por qué no te matas”, “hacia mucho que no leía una basura como esta” etc.), pero, aun así reinaba cierto aire de tolerancia, respeto, ayuda y sobre todo, entusiasmo por escribir y leer.
Con Leo congeniamos inmediatamente, manteníamos correspondencia epistolar (mail) con frecuencia, y debo admitir que muchas veces le envíe mis textos con el propósito que me los criticara. Siempre tuve de Leo una crítica justa y muchos de mis escritos de esa época se beneficiaron con sus mejoras.
Casi un años después y en circunstancias en que se encontraba de viaje por Córdoba, nos juntamos a tomar un café y nos conocimos personalmente. Puedo asegurar que Leo, además de excelente escritor era todavía mejor persona.
Unas semanas después me entere por su hija que Leo había fallecido.
No sé cuánto influyó esta noticia en mi perdida de entusiasmo por escribir… sé que termine algunas cosas que ya tenía empezadas y simplemente se me fueron las ganas.
Nunca pude acceder a sus obras después de su muerte. Solo me quedó un cuento que escribimos con Leo y otros dos grandes amigos escritores, Ignus_ y Hugodemerlo.
En esa época de entusiasmo casi adolescente, escribíamos todos hasta por los codos, y, gracias el entusiasmo de Ignus_ nos proponíamos frecuentemente escribir un cuento de a tres (con tres autores). La temática la proponía casi siempre Ignus_ y, tal como lo establecen las reglas básicas de un cuento, lo dividíamos en Inicio, desarrollo y fin, y sorteábamos a quien le tocaba que parte. Y una vez lo invitamos a Leo…
Seguramente que el cuento no se ubicará entre los mejores escritos que hayan leído. Hugo escribió el inicio, Leo y yo compartimos el desarrollo, e Ignus_ escribió el final.
Comparto dicho cuento ambientado en las Invasiones Inglesas. Con la intención de compartir un poquito de la prosa de Leo, y que, a lo mejor, esto sirva como homenaje a un gran escritor y arroje un conjuro para que la pagina azul vuelva a ser ese oasis de escritores y lectores que era entonces.
A continuación, el cuento y como decía el amigo Leo, ¡Salú!
De cartones y bastones
Parte 1: Hugodemerlo
Hoy me costó conseguir cartones para dormir, la calle cada vez se pone
más dura, la competencia aumenta día a día, sabe, hay más gente
"cartoneando" por las calles, o "reciclando", así les gusta decir a los
Gobernantes, queda más "chic", hasta nos pusieron trenes para venir a
"reciclar" por esto de la crisis ¿entiende?, siempre hubo crisis mí amigo,
pero como esta... madre mía, como esta nunca.
Antes uno veía solamente hombres juntando cartones por las noches,
para "ir tirando" y llevar unos pesos a la patrona y los chicos, aunque
sea para "pucheriar", pero últimamente se ven familias enteras
juntando cartones, diarios viejos y lo que sea para revender, hasta que
pase la crisis, ¿pero sabe usted?... la crisis no pasa, cada vez es peor,
ahora por las noches encuentro mujeres y niños juntando basura,
tirando del carro, eso me da escozor en la piel y un dolor tan grande que
me parte el alma, no puedo pelear en la calle con un chico de ocho o
nueve años por una caja de cartón, que se la lleve, él y su familia la
necesitan más que yo no tengo dudas, también tengo familia, pero la
gorda me dejó, hizo bien la patrona, yo no llevaba mucho para el rancho
por eso que le conté, lo de los pibes juntando cartones Fui llevando
cada vez menos hasta que la Luisa se cansó y me dejó por otro, mire
usted a donde hemos Ilegado, ¿cree que se fue con el panadero, el
plomero, o mejor aún se enganchó un empresario o banquero? Nada de
eso señor, se fue con otro cartonero, ¿Qué me cuenta?
-Pero como le dije antes, la gorda hizo bien, fíjese que suerte tuvo el
tipo. Yo que sufro viendo a los pibes "cartonear" el muy desgraciado
llevaba a la gorda y los chicos a cirujear con él todas las noches.
Y mire la suerte que tuvo, una de esas noches le paró un auto al lado del
carro mientras acomodaba la pila de cartones con la Luisa y los pibes,
bajó un tipo bien vestido, un empresario, se ve que al tipo le dio lástima
le escena, y le ofreció un buen empleo, hoy en día la gorda y los chicos
están bien, viven en una casa decente y los pibes van a la escuela.
-Hay que tener suerte ché, a mí el único auto que me para de vez en
cuando es el patrullero, por compasión, me llevan a la seccional, yo le
sebo unos mates al comisario, le cuento unos chistes, (uno aprende
varios en la calle) y después me dejan dar una ducha, un plato de
comida caliente y esa noche si tengo suerte y no hubo muchos robos
duermo en la cucheta de algún calabozo vacío.
-Cuando no tengo esa suerte duermo aquí en la plaza, en este lugar,
junto a la Pirámide de Mayo, ya que es la plaza del pueblo duermo aquí,
en mi plaza, aquí se pelearon muchas cosas importantes no se si usted
lo sabía, como me gustaría cambiar las cosas si pudiera.
- Oiga don, ¿No es de hablar mucho usted no?, por lo menos parece
bueno escuchando
Al tío este no se le nueve un músculo, que tipo raro, la vestimenta es
rara, un sobretodo negro hasta al piso con botones grandes, zapatos
negros y ese sombrero de copa alta ridículo, diría que se parece a
Abraham Lincoln, hasta la barba tiene.
-Mire mi amigo, usted está parado justo donde todas las noches armo
mi humilde y querida cama de cartón.
El hombre abre los ojos sorprendidos mirando por encima de mis
hombros, me doy vuelta y veo a tres tipos vestidos igual a este,
corriendo hacia nosotros con caras de pocos amigos, el que está
conmigo sale corriendo asustado y deja caer en el suelo un aparato, lo
levanto, parece uno de esos controles para videojuegos con palanquita,
justo cuando los tres tipos se arrojan sobre mí, muevo la palanquita, de
curioso nomás, y los tres tipos desaparecen, se desvanecen lentamente
en el aire. La Pirámide de Mayo también desaparece, la Casa Rosada, el
ministerio, el banco central, todos los edificios van desapareciendo,
hasta el piso de la plaza es reemplazado por el barro, pero el Cabildo
no... el Cabildo se agranda, parece nuevo, sorprendido detengo la
palanquita de este extraño aparato, y los tres tipos que se me
abalanzaban fueron reemplazados por mucha gente que venia
corriendo desde el bajo, vestidos como en la época de la colonia, sin
lugar a dudas viajé en el tiempo con la maquinita, ¿pero en qué año
estaba?
Un mulato me agarra del brazo haciendo caer el aparato en el barro, y
me dice:
¡Corra señor corra, que nos invaden los Ingleses!
Y empecé a correr con el mulato y toda la gente que huía asustada,
dejando la maquinita del tiempo enterrada en el barro.
¿A dónde vamos? Le pregunto al negrito mientras corríamos
¡Al fuerte, hombre! ¿Dónde más?
Ahora sé dónde me encuentro, en 1806, en la primera invasión inglesa a
Buenos Aires...
Parte 2: Leobrizuela
Corrí espantado por callecitas estrechas, uno más entre tantos que,
con gesto temeroso, ni osaban mirar atrás. Me preguntaba si todo aquello
no era más que una pesadilla, una broma macabra de la mente
atormentada por el hambre y el frio.
Llegamos al fuerte, pero vimos con horror que la bandera inglesa
flameaba en lo alto. Nos clavamos en el lugar, mientras los que llegaban
pugnaban por entrar al fuerte, ignorando que estaba tomado por el
enemigo. Me acerqué a un carrero que, en la desesperación, intentaba
salvar su caballo de la horda.
- Diga, don, ¿qué día es hoy?
-Viernes, creo.- ¿ De qué fecha?
¿Qué le pasa, está loco? No sé. Ni me importa ahora... 28 de junio, ¿por
qué..?
Un poco más allá se veía un portón semiabierto. Era una casa y pensé
que podría refugiarme un rato hasta ver que carajos hacer. Me colé
adentro y me encontré en un jardín. Al fondo, un enorme caserón, con
muchas ventanas llenas de colores, de esos con pedacitos de vidrio,
¿vió?, me fui acercando y, cuando estaba a unos metros de la puerta
sentí una mano en el brazo.
-¿Qué quieres, granuja? Vete de aquí o te mato ya mismo.
El que hablaba era un viejo, con ropa de jardinero y acento español.
Casi llorando le dije que me diera un lugar donde esconderme. Que no
sabía que estaba ocurriendo y que la calle era un loquero. Que lo único
que yo hacía era juntar cartones...y de pronto...
Me miró extrañado; caí en cuenta que lo confundía mi forma de hablar.
Pensé en decirle que yo era de otro siglo, el XXI, pero enseguida cambié
de idea; me tomaría por demente.
No sé, en una de ésas el viejo me vió cara de desesperado realmente o
vaya a saber qué cosa. Lo cierto es que me llevó a un galpón cercano y
me hizo pasar. Estaba repleto de herramientas de trabajo, muebles en
desuso, cajones con cantidad de cosas en desuso...
No hice más que sentarme sobre un cajón y el viejo que me entra a
preguntar. Poco le entendía; hablaba raro. Claro, la época y el idioma
distinto. Estábamos en eso cuando, en el marco de la puerta, se dibujó
la silueta de un tipo, que enseguida reconocí como uno de los que me
corrieron de la plaza de Mayo. No le miento: hasta me alegré de ver
algún conocido en esos momentos.
Pero esa alegría duró poco.
Con los ojos encendidos, me señaló con un dedo mientras gritaba:
¿Dónde está el conversor? ¡Dámelo, por tu vida!
Estaba por decirle que el único conversor que conozco es uno que
tenemos para cambiar los canales del televisor ¿vió? allá, en la villa.
Pero enseguida pensé que no era eso lo que me pedía.
-¿De qué me habla, maestro? Explique, por Dios...
-El dispositivo que te trajo hasta aquí, bellaco. El conversor espacio-
tiempo. No me hagas impacientar y dámelo ya.
Me acordé del aparato con la palanquita puta esa que para que carajos
la habré movido. También me dí cuenta que esa mísma maquinita era lo
que podía salvarme.
-Si me asegura que no sufriré ningún percance, lo llevo hasta donde
quedó tirado.
Parte 3: Musas-muertas
El hombre me mira dubitativo unos segundos y luego asiente
!Vamos!
Esta vez yo tomo coraje y le digo- Bueno, pero antes una preguntita.
Otra vez el hombre se detiene y me mira y vuelve a asentir.
Le pregunto - ¿y vos quien sos?
El hombre me mira sopesándome y luego dice - Soy Hugo Rodriguez,
Policía de la Worldpol, Seccional Buenos aires, división delitos
temporales.
ah - le digo sin entender nada -y los otros que estaban con vos?
Hugo apresurado contesta - Leonardo Pérez y Rubén Martínez.
Carraspeo y pregunto -y donde mierda esta esa policía, mira que yo
conozco a casi todos los "canas" de Buenos Aires eh?
Hugo inquieto me dice. - no es "donde" sino "cuando", Wordpol se
fundó en el 2034.
Me quedo mudo... y eso es mucho decir, La gorda siempre me dice que
no paro de hablar.
Hugo aprovecha el momento y me dice- Vamos, no perdamos más
tiempo, tengo que juntarme con Leo y Rubén.
Como no me muevo, Hugo me sonríe y me dice - Vamos, si hay mas
"preguntitas" te las contesto en el camino.
Salimos a la calle. Me despido del Jardinero y tomamos rumbo al
cabildo.
Esteee?? Y el flaco de sombrero y barba?
Un criminal del tiempo- me contesta Hugo escuetamente mirando
para todos lados.
-Y que crimen cometió?
-robar el conversor espacio-tiempo y viajar en el tiempo.
Hugo habla poco para mi gusto, me callo la boca, pero me mira y
Continúa.
En realidad, el conversor me lo robó a mi cuando lo detuvimos por
primera vez. Leo y Rubén son mis mejores amigos en la división. Todos
entendemos la magnitud del problema.
¿Qué problema? - le pregunto.
Hugo me mira y me pregunta -Conoces el efecto Mariposa?
Estoy tentado de decirle que, a la noche en el microcentro, sobre todo en
la avenida Corrientes se ven muchas "mariposas", que son señores que
se comportan... pero, por algún motivo en seguida me doy cuenta de
que no se debe tratar de eso. La gorda siempre me decía que yo era
rápido de entendederas.
Leonardo y Rubén aparecen en la esquina. Me miran sorprendidos.
Hugo los lleva aparte y les explica mi presencia.
Retomamos la marcha y al llegar a la Plaza de Mayo (bah, un campito
de tierra delante del cabildo) una multitud corre de un lado para el otro.
De pronto lo veo al barbudo
Allí grito, y salgo corriendo
Hugo intenta alcanzarme y me grita - no toques nada!, no hagas
nada!
No entiendo porque, pero los años de empujar el carro (sobre todo
subiendo por Córdoba desde el "bajo", me dieron mucha fuerza en las
piernas. De hecho, la gorda siempre me decía que yo era muy fuerte,
Aunque creo que me lo decía solo cuando quería "guerra'.
El barbudo se dirige hacia el Cabildo, y lo alcanzo en la entrada.
Lo tiro al piso pensando, - ¡Ufa! donde están los granaderos cuando uno
los necesita.
Hugo lo retiene y Rubén le quita el Conversor. En el medio de la trifulca
por la captura veo por el rabillo del ojo a un flaco con pollerita y espada
que intenta atacar a Hugo.
Miro a mi alrededor y encuentro un adoquín de piedra. Se lo tiro a la
cabeza.
El flaco cae malherido, bajo su cabeza una mancha de sangre empieza a
crecer.
Hugo me dice- !No!, !te dije que no hicieras nada! - !Has roto la línea de
la historia!
No entiendo un carajo, ¿vio? todavía que le salvo la vida al "cana" este y
encima me reta.
Las caras de Rubén y Leo son tremendamente sombrías.
Leo saca un aparatito lo apunta al de pollerita y dice lúgubremente
Sargento mayor John Connor, Regimiento escocés 71.
Hugo reacciona, tomándolo del brazo al "barba" y dice - Vamos
volvamos al presente, y de paso lo dejamos a "'este" ("Este" soy yo claro)
en su tiempo.
Leo dice preocupado- este hombre debería haber muerto en la
reconquista del fuerte.
bueno- me digo sonriendo- solo ayudé a echar a los ingleses.
Rubén sacude la cabeza y me mira con tristeza.
Este hombre iba a violar y matar a una mujer...
-mejor entonces- digo con bronca -un inglés menos y una criolla más!
Hugo interrumpe la manipulación del conversor y mirándome a los ojos
me dice con tristeza.
Si. pero la historia no es así. Ese crimen calaría hondo en la sociedad
porteña y provocaría la inmediata reacción para la reconquista...No sé
con que nos encontraremos cuando volvamos a nuestro tiempo.
Sin más Hugo empieza a tocar la palanca del conversor.
Parte 4: IGnus_
...Otra vez se volvió todo difuso cuando el Hugo movió la palanquita. La
diferencia es que ahora en vez de desaparecer los edificios, los veía
crecer rapidito. Como en los dibujitos, ¿vió? ¡Cómo me gustaban esos
obreros de ACME que construían un edificio de departamentos en cinco
minutos!
Pero igual había algo raro... Ninguno de los edificios me era conocido.
Donde debía estar la Pirámide de Mayo, había una estatua de un tipo. AI
pie decía: "Sergeant John Connor. Hero of the conquest". Y el tipo de la
estatua no se parecía nada al John Connor de la película
"Termineitor"... ¡Era igualito al que le tiré el piedrazo!
Hugo, Rubén y Leo miraban todo sin comprender. Un tipo pasó al lado
nuestro, y nos dijo: "Good morning, gentlemen".
Te digo la verdad, yo podría capaz haber vivido en ese país raro, donde
todos hablaban "inglé". No había chicos tirados por la calle, la gente era
amable y se saludaban cortésmente. El tema fue cuando me di cuenta
de un pequeño detalle: Las calles estaban limpitas. Ni un papel, ni un
cartón para juntar. ¿De qué iba a vivir?
Hugo me llamó aparte. Yo decía: "¿Y ahora qué quiere este marmota?", Y
en eso me acordé: A mí siempre me gustaron esas películas de "Sencia
Fisión". La gorda me decía que me arruinaba el "cerebelo" mirando eso,
pero a mí me gustaban igual. Entonces me acorde que había una peli
donde los tipos vestían de negro igual que estos tres tarambanas. Pero
en esa peli, te mostraban una cosa con una lucecita y te olvidabas todo.
i¡Minga!!. Le dije al Hugo. iA mí "naides"' me toca la memoria mía!. ;Ni
loco!. No me quiero olvidar de la Luisa... que a pesar de todo todavía la
quiero.
Quedate tranquilo, me dijo Hugo. Nosotros no borramos nada. (El que
se está borrando sos vos!.
Entonces me miré las manos, y se estaban volviendo translúcidas.
También los pies y todo el cuerpo. ¡Me estaba volviendo transparente
como hijo de vidriero!
¿Qué me pasa?, le grité a Hugo. ¡Ayudame!.
- Lo que te sucede es que en esta realidad alternativa que creaste al
matar a John Connor, no deberías existir. Aquí no hay argentinos, son
todos ingleses. Por eso es que te estás evaporando de a poco. Vamos a
tener que llevarte con nosotros. El viaje en el tiempo te vuelve
atemporal cuando estás fuera de tu época, hasta que te adaptás.
Después vas convirtiéndote en lo que serías en esa época. Y si no
existieras... Entonces desaparecés.
- ¡A la miércoles!. i'"Ayudemen", por favor!
Esperen, tengo una idea. -Terció Leo. -Podríamos volver otra vez a la
época de la colonia, y tratar de evitar que este imbécil mate al mentado
John Connor. Tal vez así logremos encauzar nuevamente la historia,
Sin hacerse esperar, (menos mal porque yo ya estaba más transparente
que Gasparin), el Huguito (ya le tomé cariño al pibe), movió otra
mágica palanquita, y todas las cosas empezaron a desaparecer como
me pasó a mí al principio.
Cuando "llegamos", Larry, Curly y Moe me dijeron que me quedara
quietito y no hiciera nada, mientras ellos buscaban el lugar donde
pasaría lo del piedrazo.
Yo le juro que no me quería mover ni un poquito... En eso escucho al
Hugo diciendo "Llegamos tarde", y veo al tipo de la galera corriendo
hacia mí. Justo antes de que llegara, me veo a mí mismo ¡Era yo!
Agarrándolo al tipo de las patas, como me enseñaron Cuando
practicaba rugby, haciéndole flor de tacle.
Enseguida llegaron Hugo y Rubén, que lo inmovilizaron en el suelo. En
ese momento todo pareció suceder en cámara lenta. Como cuando
pasan la repetición de los goles en televisión, ¿vió?
El otro Huguito y el otro Rubén venían corriendo detrás de mi otro yo. Al
Hugo y al Rubén que vinieron ahora conmigo, los vi que estaban
demasiado lejos como para hacer nada.
Aunque no me quería ni mover por miedo a hacer alguna macana, no
pude con mi genio. Todo el futuro de los argentinos dependía de mí en
ese momento!
Me ví a mí mismo levantando un adoquín del piso, y tirándolo hacia
donde estaba el famoso John. La piedra volaba rápido, pero yo me tiré
en palomita, y atajé el penal de mi vida.; ¡Salvé al inglés!.
¡El tipo, cuando se dio cuenta me dijo “Thanks!". Yo le contesté: "Sí,
ahora me agradecés, pero gracias a mí ya no sos más un héroe de la
conquista, salame!".
Los Hugos, los Rubenes y los Leos se juntaron todos y conversaron
sobre lo que había pasado, explicándose mutuamente la situación.
Todos vestidos de negro, parecía una reunión de pingüinos gigantes.
El otro yo, me miraba sin entender nada, pero yo le dije: "Quedate
tranqui, pibe, que el Hugo te va a explicar todo."
Entonces, el mundo se me volvió borroso. Supongo que empecé a
adaptarme a la época, porque empecé a desaparecer junto a un juego
de los Hombres de Negro. Antes de desaparecer del todo, pude ver
como el otro Hugo movía la palanquita, y desaparecía junto a sus dos
compañeros y al otro yo.
Cuando me desperté, me pregunté si todo no había sido un mal sueño.
Estaba en una cama. ¡Una cama!.
Me senté de golpe. Una mujer dormía al lado mío. Me bajé despacito de
la cama, y caminé hacia una mesita, donde había un papel escrito:
"Estimado:
Debido a los servicios prestados a la división temporal, y en
agradecimiento por tu ayuda, hemos modificado apenas tu presente,
para que tengas un mejor pasar. Tu "gorda" nunca se fue de tu lado, y el
empresario generoso te encontró a vos juntando cartones. Ahora tenés
un trabajo decente, tus hijos van a la escuela, y la gorda. .. duerme a tu
lado.
Disfrutalo.
Firma: Hugo."
Si hubiera podido contestarle, le hubiera dicho "¡Muchas Gracias!", pero
igual hubiera tenido una pequeña queja: La mujer que dormía a mi lado
era la Luisa, ¡pero estaba flaca!. Parecía una de esas modelos que salen
en televisión. ¡A mí me gustaba la gorda como era antes!. Pero bueh...
¡Nada que unos cuantos postres de chocolate no pudieran arreglar!
FIN.
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