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Los sábados grises son los mejores días para cortarse las venas y escribir con la sangre en el espejo del baño de un bar "gel Somtin abaut Mery, hecho por manos expertas", antes de caer desvanecido por el olor a amoniaco y la falta de sangre. Mientras, en el fondo debe sonar "it’s something unpredictable but in the end is right, I hope you had the time of your live". Te inyectas por ultima vez alcohol. Y si logras llegar a la ambulancia consciente y es un sábado muy gris, quizás tu enfermera huela a girasoles añejos; a amor se te derrama el tequila del ombligo; a ven conmigo y pasemos la noche juntos, no quiero saber tu nombre no necesitas saber el mío; a ¿me quieres? Claro que te quiero perro; si es así, dile que la quise.

El primer día que entré a Siempre en Bogotá conocí a perfume, me senté junto a ella y me olió a cigarrillo rubio, a nostalgia, y le dije hola azuleja, ¿ tienes algo nuevo que contarme? Ella me miró de arriba abajo, sonrió y volcó su atención de nuevo sobre el vaso de tequila que tenía al frente, y le dije tu sonrisa se parece a un atardecer en la playa, esta llena de rojos, amarillos, negros y naranjas, esta cubierta de nubes que anticipan en sus formas la historia de los hombres. Ella me dijo que yo le olía a hombre, a Malboro, a sudor, a colonia barata regalada por la madre, que le parecía muy verde oscuro rojizo y que le gustaban los hombres verde oscuro rojizos que fumaban Malboro, olían a colonia barata regalada y le decían cosas raras al oído.

Tomé su brazo y salimos del bar, caminamos hasta la playa nos sentamos en la arena y ella empezó a fumar nostalgia y luego hierba y sueños reprimidos, y le dije me hueles a Wonderwall a las doce y cuarto, mientras acariciaba su cuello con besos. Me hueles a amor se te derrama el tequila. A tengamos sexo salvaje mientras la noche cubre nuestra espalda. Cuéntame tus miedos, me dijo ella, por que me gusta coleccionarlos y le dije, me da miedo perder esta noche, me dan miedo las agujas de las inyecciones, me dan miedo las cucarachas, y Freddy y los zombis, me dan miedo la chica del aro y Britney, pero también me das miedo tu, que me hueles a Dios meando a la medianoche, que me sabes a estrellas sin electricidad, que me pareces un ángel en cuerpo de mujer y con alma de demonio, me da miedo el amor, por que es la única droga que jamás he podido dejar.

Dos semanas después en Siempre en Bogotá, me corte las venas con un pedazo de vidrio cubierto con sangre coagulada, gracias buen hombre, dije a quien me lo entregó. Y mientras me desvanecía en el suelo sucio de sangre que me sabia a Coca Cola recién hecha, sonaba "it’s something unpredictable but in the end is right, I hope you had the time of your live". Pasé mis últimos segundos en el bar jugueteando con la sangre y cuando recobré la conciencia estaba en al ambulancia y ella era mi enfermera, me olía a hipódromo, a pelea de gallos, a bésame y nos vamos corazón, no necesitas saber mi nombre, no quiero saber el tuyo. Morí mientras me llevaban al hospital, envuelto en ese olor de ¿Me quieres? Claro que te quiero perro, que emanaba de ella

Texto agregado el 12-10-2004, y leído por 164 visitantes. (1 voto)


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