Gringa
¡Hola!, me llamo Gringa, soy una perra Border Collie de dos años y lo he convencido a Gustavo, mi papá adoptivo, que me deje escribir un poco sobre mí, al fin y al cabo, el escribe tantas pavadas todo el tiempo, que creo que yo tengo derecho a hacerlo una vez ¿no?
Antes que nada, quiero aclarar eso de “papá adoptivo”, sé que muchos dirían “esta perra tonta no entiende su relación con los humanos… ellos son Dueños o Amos”, y ahí es donde se equivocan, y no es porque yo sea muy inteligente (que de hecho lo soy, además de hermosa, simpática, alegre y otro montón de virtudes, aunque quizás la mayor sea mi modesta humildad), se equivocan porque, dueño o amo significaría que yo soy un objeto/posesión o un esclavo, y esto implicaría que no tengo libertad. Pero, lo que no entienden es que yo elijo, en realidad YO los elegí a ellos (Gustavo y Marcela) con total libertad y voluntad, (no sé si ellos son conscientes de esto), y los volvería a elegir entre billones de personas. Por eso les digo cariñosamente papá y mamá.
Aclarado el tema les comento que vivo en mi casa con mis papis y con Penny, una perra Jack Russell “adulto mayor” (es una vieja chinchuda), pero, así y todo, nos llevamos bien. Penny siempre que puede se hace muy la “Terrier”, pero cuando hay tormenta se viene y se acuesta a mi lado…
Hace unos meses murió una querida anciana y amiga que amaba, India. Otra Border Collie ya muy viejita que también veneraba a mis padres y ellos a ella. Los vi llorar a ambos, pero, como nosotros no lloramos con lágrimas, solo atiné a acompañarlos muy cerquita y en silencio. Fue muy triste.
Se que mis papás han tenido muchos perros en su vida, siempre veo sus fotos, yo solo anhelo tenerlos solo a ellos toda mi vida. Los amo.
Mi vida en casa es hermosa, Todos los días me levanto con la primera luz (Penny un rato después porque es más remolona) y me siento en silencio a esperar que alguno baje. Aunque mis papás están medio viejitos, Marcela nos saca caminar (a Penny y a mí... a Gustavo no hay forma...) todas las mañanas. Salimos muy tempranito con nuestros collares y correas (no es que nos haga falta, pero a mamá le da seguridad… Así que…) y caminamos por el barrio una media hora. Es uno de los momentos más lindos del día, huelo todo, veo pajaritos, uno que otro perro o gato y volvemos a casa con un apetito bárbaro. Marcela nos sirve el desayuno (no es muy variado, pero no me quejo) y justo después me siento a esperar que Gustavo baje a desayunar. Cuando siento sus pasos en la escalera empiezo con la rutina que yo sé que a él le encanta, me siento, aúllo, y después me tiro panza arriba mirándolo fijo para que me rasque el pecho y el cuello, a mi me encanta y verlo sonreír es un premio doble.
Felizmente tenemos un jardín con todas las comodidades, salimos frecuentemente, pero ambas preferimos estar adentro junto a ellos. Gustavo arriba, lee las noticias, escribe un poco, mira alguna peli, y hojea algún libro y Marcela abajo con nosotras, escucha la radio, teje o hace alguna manualidad. Gustavo baja seguido y charlan, por las caras (Son ambos jubilados) enseguida me doy cuenta de que, a veces no hay buenas noticias, los miro fijo y si puedo les hago alguna monería, y si no directamente, les pongo mi cabeza sobre sus rezagos para que sepan que están acompañados.
Ellos tienen seis nietas (si humanas, claro), de las cuatro menores a dos las veo y juego con ellas cuando nos visitan, pero las otras dos viven en España desde hace más de un año. Casi diariamente se comunican por videollamada con ellas y por ahí las escucho hablar y me pongo loca, me subo a las piernas de Gustavo y asomo la cabeza para verlas, a veces ellas me ven y me reconocen y me llaman gritando… ¡Gringa! y ahí exploto, ¡Ay como las extraño!… puedo ver que ellos también.
Por la noche Marcela nos da la cena, y se queda un rato con nosotras hasta que llega la hora de dormir. Sube, no sin antes darnos las buenas noches y la bendición, y un rato después los escucho desde abajo dormir. Entonces me acuesto tranquila y antes de dormir pienso en ellos y lo feliz que soy, recién entonces cierro los ojos.
No soy Rin-tin-tin, ni Lassie, ni Messi (el perro actor, no el jugador de futbol ¿eh?) y pienso, “pobres, no tienen la familia que yo tengo”.
“Vida de perros” dirán algunos… ¡JA!, ¡no la cambiaría por nada del mundo!
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