Mi amiga de la infancia, a la que conocí desde chica en la ciudad de Córdoba, se educó en un hogar ateo. Es una artista plástica de renombre y seguimos muy unidas pese a la distancia y al tiempo. Recuerdo bien lo que me contó, cuando su padre (comunista acérrimo) ya próximo a la muerte, le dijo muy serio, que si realmente existía algo después de morir, se lo haría saber de alguna forma. Ella, a la sazón estaba en la década de los treinta pasados. Una mañana, poco después del deceso, dormía profunda y plácidamente, soñando con un color y tono de luz especial, muy bello. Algo la despertó, era un sonido insistente que repiqueteaba. Al levantarse, observó con cierto asombro, que lo producía con su pico, un pájaro poco común al golpear contra el vidrio de la habitación. Sería alrededor de las seis de la mañana y una luz preciosa, idéntica a la del sueño, envolvía el cuarto por entero y parecía danzar fuera. El ave voló luego, desapareciendo de su vista.
Algunos días más tarde, al retornar a su hogar, luego de dar clases en la Escuela de Bellas Artes como todas las mañanas, encontró a sus hijos asombrados y contentos, y entre exclamaciones, la llevaron de la mano para mostrarle un pájaro de tamaño mediano. Ambos le contaron casi al unísono:
– mamá, hace rato que entró a la casa y no se quiere ir –
Pudo comprobar por una manchita en una de sus alas, que se trataba del mismo que la había despertado días atrás. Trató de alejarlo, pero le resultó imposible. Se quedó un día entero en la casa, y luego se marchó tal como había llegado, sin que nadie se diera cuenta.
Al cumplirse un mes del fallecimiento del papá, se encontraron todos los hermanos para almorzar en la casa del mayor de ellos, que tenía un hermoso parque. En cuanto mi amiga llegó, hizo su aparición el mismo pájaro, posándose sobre su hombro. No se movió durante todo el día, salvo por unos momentos en los que voló para cobijarse sobre la palma de su mano izquierda. La familia entera se encontraba bastante asombrada, sin entender de qué se trataba. En verdad era muy extraño que un ave se quedara todo el día sobre el hombro de una persona y volara luego a su mano como si estuviera domesticada tratándose de un ave salvaje.
En un momento, el pájaro que permanecía en su palma izquierda, la miró; entonces ella finalmente se dio cuenta. Nadie comprendió porqué mi amiga Silvia lloraba y sonreía al mismo tiempo, mientras íntimamente le agradecía con todo fervor a su padre el aviso. Recién entonces, el ave emprendió vuelo y se perdió en el espacio…
Pasó todo un año, y durante el casamiento de la sobrina preferida del papá, dos de sus tías, hermanas del padre (tan escépticas y ateas como había sido él) al revelar las fotos de la ceremonia, cayeron redondas al suelo. En esas fotos, se lo podía ver con claridad al papá de mi amiga, vestido de frac, sonriente y presente, junto a los padres de los novios.
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