Toda la vida y más también
Convencido de que existe
El jardín del Edén
Y aquí me tienen en él, despierto sin poder ver
Adolorido por los clavos que atraviesan mi piel
Desgarrado el pecho a corazón abierto
El olor a sangre que brota de mi pecho
Por la cintura me aprieta el cuero
Ajado por el calor y el tiempo
Se sienten espigas que se clavan en el cuerpo
De tanto dolor ya no siento los dedos,
Quiero mover las piernas y no puedo.
Alzo la vista, jardines sin fin, flores carmesí,
Corales en piedra, y un río que suena,
En lo alto un sol que quema, ninguna nube en el cielo.
Los cuervos revolotean,
Y las primeras garras se aferran, desgarrando a carne viva mi cabeza
No tengo fuerzas para moverla, aunque siento el dolor, el filo que penetra hasta el hueso y lo quiebra.
Uno me observa, se posa en mis brazos con fuerza, con el pico rompe las hebras de la piel seca, llegando a las venas.
Arranca con fuerza una parte de ellas, siento como cuelga.
Grito con fuerza, pero mi voz se desgarra y el sonido se quiebra, las lágrimas recorren la piel seca, abriéndose paso entre las flores, llegando a la tierra
Resignado, sin esperanza, un nudo en la garganta por la impotencia de no saber nada, mientras mi cuerpo se desangra, y mi corazón late como si no pasara nada
Solo hay paz, el silencio que desagua en una paranoia de visiones raras, los cuervos como si nada, siguen rompiendo hasta no dejar nada
En tan bello paraiso, este infinito infierno
Que no me deja morir, que no me deja vivir
Y en pedazos me vá partiendo |