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Juntos por siempre parte 9

Oscar tendría al enemigo en casa y no era precisamente Héctor Medina. Se trataba de una doctora algo arrogante para el puesto. Gabriela Rojas tenía tres días en el hospital y ya estaba dando órdenes en geriatría. El área no tenía especialista. Sería Oscar, pero la especialidad todavía no la terminaba le faltaban meses para terminarla. El hospital le había dado la confianza a Oscar de llevar el área de geriatría y no los había defraudado, pero esa doctora fue el dolor de cabeza del doctor Oscar Aguilar.
-Doctor Alejandro – dijo Gabriela entrando a la jefatura de geriatría.
-Oscar Aguilar, por favor – dijo Oscar algo molesto.
Y no hay nada que le haga molestar a Oscar que le digan Alejandro. Le repatea.
-Doctor Alejandro. Necesito hablar con usted de algunas libertades que se ha tomado con los adultos mayores. Déjeme decirle que están muy consentidos.
-Esta es mi forma de trabajar con ellos.
- ¿Qué es eso de poner música en los pabellones? – le cuestiona Gabriela.
-Ya la enfermedad los está tratando bastante mal. Fue una estrategia que yo diseñé y hasta el momento nadie se ha mostrado en contra.
-Pues no me parece. Cambiaremos algunas cosas.
La oficina de geriatría está en el piso seis en el ala B y el piso de hospitalización de geriatría está en el piso siete en el ala A. Oscar tenía que caminar todo el pasillo del hospital por el piso siete para llegar a hospitalización. Gabriela lo trajo de arriba para abajo solamente por molestarlo.
En casa, Oscar tenía un montón de ropa que lavar, trastes en el fregadero, barrer, trapear, lavar el baño, lavar las sábanas y cobijas y el uniforme del hospital. Ninguno de los dos jóvenes podría hacerlo. Eso provocaría la primera discusión entre la pareja.
Oscar dejó su celular conectado, ya no tenía pila. No se dio cuenta que lo había dejado varias horas conectado y la pila del celular dejó de funcionar.
Oscar sabía que no podría regresar a casa, buscó su celular para avisarle a Israel, pero se dio cuenta que el celular no encendía.
- ¡Maldita sea! Puto día de mierda – dijo Oscar en el pasillo.
Los dos jóvenes no habían regresado a casa el jueves, viernes, sábado y domingo. No tenían tiempo de hablarse por teléfono para saber cómo estaba uno y el otro.
Israel no había recibido ninguna llamada de Oscar. Le llamó a la casa y tampoco respondió. No pudo llamarle más tarde porque el curso estuvo intenso y con el tiempo Israel se fue interesando en el tema.
Oscar estaba cansado y el domingo por la tarde le dijo a Gabriela que tendría que irse, lo esperaban en casa.
-Pues no me importa – le dijo Gabriela en la jefatura – el trabajo también es impórtate y todavía tenemos mucho trabajo.
-Pero ¡Estoy cansado!
-Lo espero arriba.
La doctora subió las escaleras, alejándose Oscar dijo;
-Hija de perra.
Después de que los dos jóvenes habían tenido cuatro días intensos en el hospital Oscar registró su salida a las cuatro de la mañana con diez minutos del lunes. Estaba harto de esa doctora. Llegó a su casa y vio todo el desorden. A las cinco de la mañana prendió la lavadora sin darse cuenta que puso jabón de más. El joven médico se recostó y se quedó dormido hasta que escuchó que alguien le gritaba.
- ¡Oscar! – levántate ¡Oscar Alejandro! ¡Levántate! – le grita Israel.
- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué pasa?
- ¡Qué bárbaro! ¡No hiciste nada en la casa! ¡Estuviste acostadote!
- ¿Qué? – le pregunta Oscar.
- ¿Ya viste la lavadora?
Y es que fue demasiado jabón para la ropa y toda la espuma se salió de la lavadora.
- ¡Madre santa! – dijo Oscar cuando vio que todo era un desorden.
- ¡¿Cómo es posible?! – Israel le gritó.
-Tranquilo, Israel. No me grites.
- ¡No respondes el celular! ¡No estás aquí en la casa! ¡Los trastes! ¡Todo!
-Oye. No me grites.
-Eres muy flojo – hizo una pausa - ¡No puede ser que todos actúen como si no pasara nada! Lo de Alex….
-Ay ya. Israel ¡No te quieras desquitar conmigo por lo que hace tu hermano!
- ¡Es que con ella!
- ¿Qué? ¿Mi mamá no es suficiente mujer? ¿o qué? ¿Vas a decir que es una puta?
-Ey. No, Oscar. Yo jamás le faltaría el respeto así a tu mamá y lo sabes.
-Olvídalo.
- ¿Ya viste la casa? – le preguntó Israel a Oscar entrando al cuarto.
-Israel estoy llegando a la casa. Al hospital llegó una pinche doctora de mierda que me está haciendo la vida imposible ¡No lleva ni una semana en el hospital y está dando órdenes! ¡Subí y bajé escaleras! Carajo. Estoy cansado. Bien lo dijo tu hermano, no somos perfectos como tú ¿Sabes qué? me largo.
Oscar salió de la casa de regreso al hospital sin dormir y sin comer.

Continuará….

Texto agregado el 10-03-2024, y leído por 49 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
12-03-2024 ¡No me imaginaba los tremendos problemas que se venían! Oye, eso de que la espuma se salga de la lavadora, es tremendo. Hasta se me enchinó la piel. eRRe
 
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