Cuando sin mirar y ocioso dejó el hogar, nadie pensó qué propósitos lo alejaron tan apresurado por los pasillos de la vida, no se veía lógico su comportamiento, sus excusas sonaron huecas, vacías, se notaba un cambio rotundo, un giro temerario, él fue siempre todo dulzura, un ser muy especial, lleno de vida y humor.
Tan pronto desapareció del pueblo, todo perdió encanto y colorido, el brillo del poblado se fue tras de su partida como si fuera su aura, lejanos y perdidos quedaron los paisanos, su mujer que ardió de fiebre por largos días, desapareció como él.
La desgracia emprendió un vuelo artístico sobre los amigos, fue un desafío, una catarata que duró varios días, destruyó las almas de quienes lo amaban, fue desbastador.
Los jóvenes perdieron sus colores, rostros grises, saqueados, sin fuerzas, cosas muy extrañas pasaron.
El pánico entró por la puerta grande y llenó de miedo el lugar, nada respondía a sus mandos, el pueblo dejó de ser habitable, la noche quedó eclipsada como una vagabunda, sin nada más que hacer.
Cuando salió el sol, aquel lugar se despertó de golpe sin que sus habitantes recordaran nada, todos volvieron a sus hogares, a sus trabajos, cada cual a su vida, lo raro de todo esto fue que quien presenció lo acontecido, y quien lo narra, se conocieron el mismo día que el pueblo se convirtió en un basurero de olvido.
Se contemplaron indiferentes, sabiéndose sabuesos y cuenteros de historias fantásticas, ellos miraron sus manos, cada cual poseía un cuaderno y bolígrafo, herramientas de trabajo, ambos sabían las razones de su presencia allí.
Eran sabios competidores, narradores de historias, sin embargo, un tercero que ninguno vio jamás, estaba tenso y oculto.
Solo él conocía la verdadera historia, solo el sabía su final, nadie percibió su presencia.
Los dos competidores buscaron el pasillo de la vida por donde se perdiera la mujer afiebrada y desaparecieron.
Su secreto estaba a salvo, ahora podía retomar un camino de olvido, su mujer ya no lo molestaría más.
La noche vagabunda la tomó a cambio de su libertad.
A-M-R
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