EL POETA
"La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos", (Rabindranath Tagore)
"Podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía", (Gustavo Adolfo Bécquer)
"La poesía es algo que anda en la calle", (Federico García Lorca)
El poeta (como algunos podrían imaginar) no vive de la poesía; no, se moriría de hambre y también de sed a la espera de que alguien le compre un poema o de que —con algo de suerte— le pida recitar o leer alguno.
El poeta es una persona anónima, callada, sin alardes de grandeza que vive intensamente la poesía, que la respira y la da a beber a otros en gotas de lluvia y de aire, porque nadie soporta un alud ni un aguacero torrencial de poesía, los aturdiría. No; la poesía se debe proporcionar en dosis pequeñas y en cubitos de azúcar (no más de tres, es lo recomendado) porque el cuerpo y sobre todo el alma no la asimilan apropiadamente.
El poeta lo sabe y no se precipita. No habla de poesía a nadie para que no lo señalen y sea objeto de conmiseración o de burla, pero al ver caer una hoja de un árbol corre a recogerla y a guardarla en un libro de nidos y de pájaros. El poeta dialoga más con el silencio que con la gente, porque la gente no escucha, no tiene tiempo, vive a las carreras sin detenerse ante el vuelo de una paloma o el aleteo fugaz de una mariposa.
El poeta camina lento y sin afán porque se da tiempo para ver, sentir y pensar en lo que sucede a su alrededor. Las nubes son golondrinas viajeras; las olas, caballos galopantes; los caminos, brazos del destino; la lluvia, lágrimas del cielo; el susurro del viento, un eco de viejos amores, y así, cambiando el nombre y la definición le da otra forma y sentido a todas las cosas.
El poeta se vale de las palabras para construir imágenes que hablen distinto, que muestren la esencia y no la apariencia de lo que ve o lo que siente, porque el lenguaje corriente no se presta para hacer poesía, es demasiado vulgar y simple.
La poesía está en todo lo que nos rodea, pero se necesita que alguien interceda por ellas (las cosas) y diga lo que sienten, lo que piensan o lo que callan. La voz del poeta no es su propia voz sino es la voz de los que ninguno escucha: es la voz del viento, de la lluvia, del mar y de la noche; es la voz del silencio, del recuerdo y también del olvido; es la voz de los caminos, de las encrucijadas y de los laberintos; es la voz del amor, la alegría y de la tristeza; es la voz de la ausencia y la distancia; es la voz del tiempo que se fue y del que vendrá; es el murmullo de la nostalgia y —sin duda— la mudez de lo insondable e inefable que se agita en el corazón y en el alma…
Cajicá-Colombia, marzo 6 de 2024
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