Almendra ha muerto y la mujer llora inconsolable su pérdida. La perrita es incinerada y depositan sus cenizas en un hermoso recipiente decorado que contiene, además, semillas de un arbolillo que con agua y el cuidado suficiente crecerá junto a los restos del animalito y quizás mitigue un tanto la pena de la mujer. Ella coloca el recipiente sobre la mesita de centro de su sala, cuidará de él como si Almendra estuviera viva aún.

Ha pasado casi un mes y los primeros brotes de la plantita aparecen, poco a poco se irán haciendo más fuertes. Noches después, regando la planta y llena de nostalgia, murmura:

- ¡Cómo te extraño Almendra!

En la madrugada, la mujer se despierta alarmada al escuchar ruidos en el interior de la casa, parecen provenir de la sala. Se acerca con cierto temor y enciende la luz. Todo está tranquilo, parece estar todo bien, hasta que la plantita que se halla sobre la mesita de centro empieza a ladrar.