El enjambre de anisópteros ya juzga y condena. Uertere Pollicem. La suerte está echada. Estaban claras las señales, acá no había nada. Te llevaste mis lágrimas y me dejaste vacío, ahogado con esta tristeza sin llanto. Desiertos días, pobladas noches. Condenado a la muerte en vida en cada viaje de vos ausente, cuando miro a la luna o a las rojas rosas. Y las maldigo. Eterna agonía de muerte en vida. Eterno fuego destructor sin llama. Eterna mi estupidez humana, querer buscar amor en tu escurridiza alma. Tal vez en otra vida, fueron tus (fútiles) palabras. Y como un juego matemáticamente calculado y mortalmente preciso me hiere y destruye con el final ya anunciado. Escatológica risa de payasos enfermos queriendo alegrar en la tempestad. Todo dicho, todo escrito. Y es que estaban claras las señales. Acá no había nada. Uertere Pollicem. Vitoreos. Oscuridad. Derramé una lágrima.
Texto agregado el 02-03-2024, y leído por 54 visitantes. (3 votos)