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Las velas no sólo iluminan.

Luego de un verano caluroso y húmedo, el invierno se presentaba más frío que de costumbre y mucho más lluvioso.
En el interior del país hay algunas escuelas rurales a las que concurren los hijos de los lugareños que suelen ser de estancieros y peones ya que las privadas están muy lejos y les es imposible mandar a los niños solos.
Esta escuela rural tenía una sola maestra que les daba clase a ocho niños de distintas edades y a veces resultaba bastante complicado, pero era una maestra que había dedicado parte de su vida a enseñar y estaba acostumbrada a darle a los niños el material correspondiente a su edad y así cada uno de ellos seguía su curso sin problemas.
Era viernes, último día de clase y los niños temprano estaban en la escuela, pero ese era un día demasiado frío y la lluvia había comenzado ni bien llegaran.
La mayoría de los muchachitos iba a la escuela a caballo salvo los más pequeños que sus padres los traían en camioneta.
La escuela era muy grande, en realidad había sido donada por un estanciero que al hacer su testamento y no tener un familiar cercano a quien dejar su estancia, la dejaba al estado con la condición de que la convirtieran en escuela rural. Este estanciero había llegado desde un país muy lejano hacía de esto muchos años, nunca se supo nada de él, pero no era una persona muy amable y la gente de campo murmuraba que tenía poderes extraños, claro que sólo eran habladurías de campesinos.
El hombre hacía dos años que había fallecido de muerte misteriosa, al parecer se había suicidado, aunque nunca se investigó realmente, no era querido por nadie y a nadie le importó había muerto y su estancia pasaría a ser una escuela y eso era lo importante.
Allí también existía un establo con algunos caballos y una vaca, que en el momento daba la leche a los niños y cuando alguno por alguna razón no tenía un caballo para volver a su casa, la maestra le prestaba uno que devolvía al día siguiente y así no tenía que perder ni un solo día de clase que además de aprender les proporcionaba no solo el desayuno sino el almuerzo y la merienda ya que los hijos de los peones muchas veces pasaban hambre en sus casas. La vida en el campo suele ser muy dura en invierno.
La maestra tenía una ayudanta de cocina que preparaba la comida para todos y que vivía en la escuela igual que ella.
Esa tarde, al finalizar la hora de clase y cuando los niños estaban a punto de marcharse, algunos debían recorrer varios kilómetros a caballo, se desató un aguacero tan frío y fuerte que Aurora, la maestra no quiso dejarlos irse y de inmediato llamó al teléfono del comisario, amigo de ella para que avisara a los padres de los niños que no los esperaran, que al día siguiente cuando el tiempo mejorara, se encargaría de enviarlos a sus casas.
Avisados los padres, todos ya se habían acomodado en el comedor de la escuela y sus caballos en el establo que al ser cerrado no les entraba el agua ni el frío.
Aurora le pidió a Ekaterina la cocinera que preparara una rica cena para todos que esa iba a ser una larga noche.
Por supuesto que tendría que tratar de que los muchachos no se aburrieran. Entre ellos no había ninguna niña y los juegos podían ser con alguna pelota o cualquier otra cosa que les gustara a los varones.
Luego de la cena se acomodaron a escuchar un cuento que Aurora les leería y así no extrañarían la casa de sus padres. La escuela tenía una linda biblioteca y así pudieron elegir qué cuento querían.
Mientras leía, Aurora sintió algo extraño, parecía que alguien golpeaba la puerta y aunque era casi improbable que alguien estuviera allí, ni siquiera los padres que tenían coche se animarían a salir a buscar a sus hijos en una noche como aquella en pleno campo, se arrimó a una de las ventanas y al no ver a nadie volvió con los alumnos que estaban un poco asustados no solo por no estar en sus casas sino por todo el entorno, la tormenta, la oscuridad de la noche que se podía ver desde la ventana, era para asustar a cualquiera.
Cuando Aurora vio que algunos se estaban quedando dormidos, los acomodó ella misma en algunas cuchetas y luego de sacarles los zapatos, los abrigó con mantas para que durmieran calentitos al calor de una estufa a leña.
Luego de que todos se hubieran dormido, ella y Ekaterina fueron a limpiar la cocina porque, aunque al día siguiente no había clases por ser sábado, el desayuno por lo menos les tendría que servir antes de mandarlos a sus casas si es que no llovía tanto.
Al terminar sus quehaceres, las dos mujeres decidieron ir a la cama, se tendrían que levantar muy temprano a preparar el desayuno con alguna torta rica que sabía cuánto les gustaba.
Ya en su cama, Aurora volvió a sentir algo extraño, ya no eran solo golpes sino arañazos en la puerta y aullidos como de lobos que, aunque sabía que por aquella zona no había, la estaban asustando.
Llamó a Ekaterina y entre las dos trataron de animarse una a la otra, aquello verdaderamente asustaba. Aurora era muy creyente lo mismo que Ekaterina y aunque no pertenecían a la misma religión se pusieron a rezar cada cual al Ser en que creían.
Es bien sabido que las escuelas tanto rurales como todo instituto gubernamental, en Uruguay son laicos y que los que a ellos concurren no tienen por qué ser creyentes ni pertenecer a alguna religión y fue por ese motivo que la maestra no les dijo nada a los niños y los dejó dormir tranquilos, pero ella no podía parar de rezar y más aún cuando sintió que la escuela estaba en peligro, era mucha su responsabilidad para con aquellos niños y debía cuidarlos a toda costa.
La noche fue muy larga, no habían podido dormir ni Aurora ni Ekaterina los ruidos y los lamentos no eran algo natural, jamás les había sucedido algo así y para colmo su teléfono ya no funcionaba.
A las seis de la mañana, a pesar de no haber dormido nada, se levantaron las dos mujeres, apagaron las velas que habían prendido durante la noche para ahuyentar a los malos espíritus que según Ekaterina se habían metido dentro de la escuela y sin abrir la puerta aún, prepararon el desayuno.
A eso de las diez de la mañana todos habían desayunado y como el día estaba soleado, se aprontaban para irse a sus casas agradeciendo la linda noche que habían pasado con los cuentos de la maestra.
El primer padre que llegó tocó la bocina de una pequeña camioneta y al salir la maestra no podía creer lo que veía, parecía que había pasado un vendaval todo estaba caído, hasta los árboles habían perdido sus frutos, pero lo más extraño fue encontrar dos lobos muertos cerca del establo al que no pudieron entrar por estar cerrados. Aquello era algo tan extraño tanto para ella como para el hombre que venía a buscar a su hijo que luego de enterrar a los lobos, sin decir una palabra se retiró de la escuela. Los niños no llegaron a ver a los lobos y se fueron retirando hasta que la escuela quedó sólo con las dos mujeres que apenas podían hablar. Lo extraño era la muerte de los lobos, parecían petrificados y no tenían heridas.
Ekaterina fue la primera en hablar.
––– Hace tiempo que lo veo venir, esto que sucedió no es normal, sé que las escuelas son laicas, pero nadie me va a impedir dormir con una vela prendida.
–––No entiendo que es lo que quieres decirme con eso de que lo veías venir.
–––Tengo algo que contarte Aurora, yo no nací en este país, vine con mi padre desde muy lejos cuando era muy pequeña, él era un hombre malo que solía hacer todo tipo de hechizos y fue así que sin que mi madre lo supiera me trajo a vivir con él a este país y ella nada pudo hacer, él era un hechicero conocido y en nuestro país hasta los políticos lo consultaban, pero una noche mientras estaba en el galpón, lugar donde practicaba sus hechizos, una mujer que me conocía por ser una que había podido escapar de su país, me raptó, me llevó con ella y me crio como a una hija porque sabía de la maldad de mi padre muy lejos de aquí y que sólo me quería para que cuando fuera mayor lo sirviera en algo tan horrible como la hechicería. A esta altura de mi relato supongo que imaginarás quién era mi padre. El dueño de esta escuela. Si, nunca pudo encontrarme, aunque me reportó como desaparecida no le importó mucho y debido a que aquella buena mujer me enseñó el idioma y al ser tan pequeña lo aprendí como si fuera el mío propio. Con el tiempo supe de la muerte de mi padre y el motivo por el cual quiso que esta estancia se convirtiera en escuela, los conjuros que había hecho se cumplirían en los niños de una escuela, ya te habrás dado cuenta de que estaba loco, odiaba a los niños y si vienes conmigo al fondo verás que todavía existen cosas enterradas que por más de muchos años han permanecido bajo tierra, pero que con esta tempestad salieron a la luz. Los lobos que aparecieron no son más que seres encarnados en ellos y que al encontrarse con que nosotras rezábamos cada cual a nuestra manera, el miedo los mató. Debo decirte que hace años la mujer que me crio y me dio su apellido, murió yo al saber de esta escuela quise trabajar aquí para poder ayudar en caso de que algo como esto sucediera. Ya no tengo a nadie en mi país, mi madre murió igual que el resto de mi familia. Ya todo terminó mi querida Aurora, gracias a ti que supiste enfrentar esos demonios aun sin haberlos visto, con tus plegarias y con aquella vela encendida que mostró que la luz siempre va a triunfar, ya no hay que temer, el bien suele imponerse al mal… la mayoría de las veces.
Omenia
23/2/2024

Texto agregado el 26-02-2024, y leído por 142 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
29-02-2024 Hermosa historia, con un lindo mensaje, la oración y la fe que salva y resguarda Vientosusurrante
27-02-2024 A veces detrás de una obra buena, se puede esconder un demonio. Abrazo grande y gracias por compartir. sendero
27-02-2024 —Cuando leí que el hombre aquel dejo sus bienes para un fin altruista pensé que en el fondo era bondadoso, pero al llegar al final del cuento claramente haces notar su verdadera intención. —Y esas palabras finales de cierre me hacen pensar que hoy como están la cosas, esa mayoría de veces no sé de que lado va. —Saludos. vicenterreramarquez
27-02-2024 Muy interesante tu cuento ome. Pero eriza la piel. yosoyasi
27-02-2024 Cuando somo niños nos enseñan dos versiones de la hechicería, una que es un culto a seres demoniacos y la otra que gente buena combate con la misma a los malos. Cuando somos adultos debemos elegir si permanecer en esa instrucción o desarraigarla de nuestra mente. Afortunadamente para Ekaterina fue raptada para recibir una educación diferente, pero pensando en el dolor del padre quizás murió de tristeza al perder a su hija. Un abrazo azariel
 
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