El destino milagrosamente lo había bendecido. Por algún motivo era el único sobreviviente de la hecatombe. El mundo había desaparecido. Solo quedaba su cuarto y sus pertenencias preparados para sobrevivir la eternidad del invierno atómico.
Solo estaba el y sus libros.
Era el primer día del resto de su vida. Desde ahora podría hacer en paz lo que más amaba, leer.
Acostado en la cama con los ojos cerrados soñó con, Orwell, Hemingway, Poe, Shaw..
se sentó al borde de la cama y al pisar sintió “crack”
Sus único par de anteojos para leer se habían destruido en mil pedazos.
Texto agregado el 19-02-2024, y leído por 52
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