Habíamos agotado nuestro planeta. No teníamos mas alimento. La única esperanza para nuestra raza era emigrar.
El planeta habitable más cercano ya estaba poblado por otra especie autóctona, se resistieron y lucharon hasta el final. Finalmente prevalecimos.
En la fría noche de este nuevo planeta, abrazo a mi esposa en el porche de mi granja y miro al cielo nostálgico, buscando los rastros de mi mundo abandonado.
- Al menos alimento no faltará - Pienso.
Una lágrima amarilla resbala sobre las escamas de mi rostro mientras escucho el llanto de una cría humana recién nacida en el corral del ganado.
Texto agregado el 19-02-2024, y leído por 66
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Lectores Opinan
21-02-2024
Esta muy bueno. El final me deja pensando. Increíble. Tete
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