Viviendo en NYC noté que los compatriotas nos aglomerábamos según nuestro lugar de origen en la patria. Pero también por el empleo y el tipo de negocio ejercido. Y en un Bakery me tocó compartir con amigos de un punto de nuestro Cibao. Exitosísimos, pero en exceso practicantes de la tacañería.
Y uno de ellos me recomendó con otro para que fuera su empleado. Y, nada menos, que para trabajar en el despacho del negocio que manejaba. Y de entrada, mi primer ‘aporte’ fue reducirle el grupo de gente que tenía al frente. Derivando de mi estilo, que él y Yo seríamos suficientes para esa posición.
A lo que luego, le sumó la ansiada posibilidad de irse cuando llegaba Yo. Pero necesitaba una caja registradora. Qué entre comprarla, el aprendizaje del uso de la misma y el escrutinio a mi conducta, sé produjo otro conflicto: verificar mi honestidad. Asunto que su propio proceder no le dejaba ver.
Pero el hombre estaba agotado. El abrir y cerrar la Panadería no era una paja de coco. Y mediante el uso de un recurso suyo, salido de no sé donde, eliminó el estricto manejo de la caja. Dejándola solo como un almacén del dinero: poniendo los billetes grandes debajo de la gaveta móvil de la máquina.
Pero el hombre, después de tratarme, indagar sobre mi, contarme historias de otros empleados de la misma área, sé decantó por a mi llegada irse a descansar. Pero me dejó con un recién llegado pariente suyo. Otro hombre ‘chivo’ y adoctrinado a sostener la discreta vigilancia que mi labor ridiculizaba. Terminando, lo nuestro, en un elevado grado de amistad.
Y mi vigilante sintió que lo que hacía a la hora del conteo final, tendría para mi que ser un molestoso é innecesario apuro. Limitándose solo a lanzar el paquete de billetes al ático escogido por el dueño. Hasta ser contados por él, a su regreso la mañana del siguiente día.
Más, algo ardía en lo hondo de mi pecho: la bajada abrupta de la guardia del compañero. Y me decidí a preguntárselo. A lo que él fríamente me respondió con una frase lapidaria: ¡ Es qué cuándo él cubre tú día libre, los cuartos son menos qué cuándo tú estás!
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