Juntos por siempre parte 4
Oscar dormía plácidamente, sus ronquidos se escuchaban hasta el baño. Israel estaba cansado, le dolía la espalda. Un día antes había estado más de doce horas de pie en cirugía. Estaba realmente cansado.
Entró al cuarto y Oscar ocupaba la mitad de la cama. Estaba completamente desnudo. Israel se recostó en la cama, Oscar sintió que se incorporó a la cama y lo abrazó. Oscar de inmediato comenzó a roncar.
Israel llegó al hospital muy cansado pero lleno de ilusiones. Laura, la enfermera instrumentista, amiga suya, platicó con él en el desayuno.
-Estuvo pesada la cirugía de ayer ¿no crees? – le preguntó Laura.
-Sí. La verdad es que me dolían los pies. No pude dormir.
- ¿Cómo te va en tu matrimonio?
-No es fácil. No te puedo negar que extraño mucho a mi familia.
-Eres un hombre de familia. Son una familia muégano. Una familia muy bonita. Pero estás formando tu familia con Oscar. Eso era lo que querían.
-Sí. A Oscar lo amo demasiado. Pero mi familia es algo especial.
Por la noche, Camila estaba triste en su nuevo cuarto. Se había quedado con el cuarto de Israel, situación que molestó a Alexander cuando se enteró.
La niña estaba triste porque no estaba con su hermano consentidor. También extrañaba a su hermano Alex. Extrañaba que le contara historias de terror.
- ¿Qué tienes? – le pregunta Nuria a su hija menor.
-Extraño mucho a Israel y a Alex.
-Lo sé. Yo también.
La mamá se sentó en el piso con su hija.
-Israel ya no me habla.
-Cami, entiende. Israel tiene un trabajo muy demandante. Habrá veces en las que no podrás hablar con él y no porque no te quiera, es porque está en su trabajo.
-Pues odio su trabajo – chilló la niña.
-No. Camila, para mí también ha sido difícil. Pero debes entender que Israel está formando su propia familia. Cuando tú te vas a la escuela dejas a tus muñecas, cuando haces la tarea, dejas a tus muñecas.
-Sí – respondió la niña.
-Y ellas te extrañan, no las puedes llevar a todos lados.
-No, porque tengo otras cosas que hacer – respondió la niña levantándose del piso y poniendo un brazo en la cintura – tengo que hacer la tarea, tengo que ir a la escuela, tengo que ver la televisión, tengo que estudiar.
- ¿Entonces? Lo mismo pasa con Israel. Él no puede estar todo el tiempo aquí nosotros.
-Está bien – respondió Camila más tranquila – lo entiendo.
Nuria le envió un mensaje a su hijo. Camila necesitaba escucharlo. Cuando Israel salió de cirugía lo primero que hizo fue llamarle a su hermana. Nuria contestó y le dio el teléfono a su hija.
- ¿Israel?
- ¿Camila?
- ¡Hermanito! Te extraño mucho.
-Yo también, Cami ¿Cómo has estado?
-Bien.
- ¿Cómo va la escuela?
-Bien. Mi maestra Lupita me dice que soy una niña muy inteligente.
-Y lo eres. Sabes que te quiero muchísimo. Eres una de las personas más importantes en mi vida. Eres mi hermanita pequeña.
-Yo también te quiero mucho, Israel.
- ¿Ya hablaste con Alex?
-Sí. Él me habla por la computadora y me cuenta una historia de terror ¿Vas a venir?
-No lo sé. Tengo mucho trabajo en el hospital. Pero trataré de ir a verte.
La niña colgó el teléfono. Estaba más tranquila de haber escuchado la voz de su hermano protector.
Israel y Oscar continuaban con la remodelación de su casa. Seguían comprando muebles, seguía haciendo el amor. Todas las noches llegando de trabajar lo primero que hacían era acostarse en la cama para hacer el amor.
El sábado, Israel visitó la casa de sus padres junto con su esposo, se quedarían a comer para convivir con la familia.
- ¿Mi abuelita? – preguntó Israel.
-Bien. Estuvo aquí en la semana. Vino a sus cursos.
- ¿Has sabido algo de Elena? – preguntó Israel.
-No se ha parado por aquí para nada. Dice tu papá que Isabela está distraída.
-No entiendo su actitud.
-Yo tampoco. No sé por qué está alejada. A veces pienso que Elena está alejada porque está molesta de la relación que llevo contigo, hijo.
-Eso no tiene nada que ver. Se alejó abruptamente. No me responde el celular. No tengo idea de dónde esté. Ella me hace creer que solo te tengo a ti.
Oscar salió de la casa para fumar un cigarro cuando Israel se metió a la cocina a hablar con su mamá.
- ¿Cómo va todo? - pregunta Nuria.
-No he podido dormir bien. Ronca y ocupa toda la cama. Extraño mi cama para mi solito.
- ¿Quién los entiende? Primero, querías dormir con él, ahora quieres tu cama para ti solo.
-No es eso, mamá. La verdad es que soy inmensamente feliz con él, aunque siempre tenga que levantar sus calzones. No entiendo, si en el trabajo es un médico disciplinado ¿por qué en la casa es tan desordenado?
-Tendrás que hablar con él al respecto. Tu padre te lo dijo, algo no te parece, se lo digo. Y si discuten, lean esas palabras que se dijeron. Para que recuerden por qué están juntos.
Al poco rato llegó Cintia, llegó con unas galletas para pasar la tarde con su hijo.
Continuará…
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