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El Verdadero amor

El sol se asomaba por entre las colinas cuando el anciano Francisco García reunió a sus tres hijos en el jardín de su mansión. Los hermanos, Pedro, Sofía y Juan, ellos se miraban entre sí, expectantes, mientras su padre enfermo se esforzaba por hablar.
- Hijos míos, el tiempo que me queda en este mundo es muy breve. Mi fortuna es inmensa, pero mi mayor tesoro es el corazón noble y puro de cada uno de ustedes. Les quiero pedir una última tarea antes de decidir a quién confiaré mi legado. Quiero que cada uno de ustedes parta y me demuestre, con sus acciones, su verdadero ser. Regresen cuando hayan hecho algo que refleje su nobleza interior. Dijo su padre.
Pedro, el hijo mayor, sonrió confiado y le dijo:
- Padre, sé que tu fortuna me la confiarás a mí, yo traeré pruebas de mi generosidad y ayudaré a los más necesitados. Regresaré victorioso y tu dinero será todo mío.
Sofía, se paró y con determinación dijo:
- Yo encontraré formas de hacer el bien sin buscar reconocimiento. Mi acto será discreto pero significativo, padre, ya lo verás.
Juan, el hijo menor, permaneció en silencio, con su mirada perdida en el horizonte dijo.
- Padre yo no me puedo ir y dejarte aquí solo tú estás enfermo, tú me necesitas y yo a ti padre, no me importa si pierdo todo, lo más importante para mí eres tú.
El padre lo miró y se quedó pensativo.
Bueno hijo si esa es tu decisión te la respeto. Y les dijo también a sus otros hijos; - partan, hijos míos, y que sus corazones guíen sus acciones que aquí los estaremos esperando.
Los dos hermanos emprendieron caminos distintos, cada uno con una misión diferente en mente. Pedro se dirigió a la ciudad, Sofía optó por trabajar en un refugio local, y Juan, con una expresión serena, se quedó en casa para apoyar a su padre enfermo.
- Hijo mío ¿porque no fuiste a cumplir tu misión? Preguntó su padre.
- No me interesa nada más que cuidarte a ti padre, tú me necesitas, dijo su hijo Juan mientras lo iba a bañar.
- Padre es hora de tú cena, te preparé una rica sopa de pollo, te hará sentir muy bien. Dijo Juan.
- Y te acompañare padre, para que no te quedes cenando solo.
Después que terminaron la cena Juan, se acomodó en una silla al pie de la cama de su padre y comenzó a leerle una hermosa historia, para que su padre pueda dormir tranquilo y así pasaron los días las semanas con Juan.
Tiempo después, Pedro regresó a la mansión con una multitud siguiéndolo. Llevaba bolsas de comida y abrigos, repartiéndolos entre los más necesitados.

- Padre, he alimentado a los hambrientos y vestido a los desamparados. ¡Mi corazón rebosa de bondad! Y he salido en todos los periódicos, creo que ahora soy famoso. Dijo Pedro.
El padre se sintió, impresionado por el gesto de su hijo mayor, pero no le gusto la forma como se expresó, de qué iba a ser famoso.
Poco después, Sofía regresó, con paso tranquilo pero firme.
- Padre, trabajé en un refugio durante semanas, ayudando a los enfermos y desamparados. No busco elogios, solo quería hacer lo correcto. Dijo Sofía
El rostro del padre se iluminó, orgulloso de la determinación de su hija.
Mientras tanto, Juan permanecía fuera de la mansión, observando y reflexionando sobre su experiencia que había vivido con su padre.

Su Padre mandó a llamar a Juan, Juan se acercó con calma, sosteniendo en sus manos un pequeño jarrón de barro.
Padre, mira encontré este jarrón en el jardín. Este jarrón representa lo que he descubierto. Está roto, pero lo he reparado. He visto la fragilidad de la vida, he conocido la solidaridad de ayudar. Padre me imagino que hay muchos hogares destrozados por tormentas, y he experimentado la humildad al aprender de aquellos a quienes consideramos los menos afortunados.
El padre, con lágrimas en los ojos, abrazó a Juan con ternura.

- Tú, Juan, me has demostrado la verdadera nobleza. Has comprendido el valor de la compasión, la empatía y la humildad. Eres el verdadero heredero de mi legado hijo mío. Dijo su padre.
El anciano García reunió a sus tres hijos en el jardín una vez más, con una serenidad renovada en su rostro. Les dijo:

- Mis queridos hijos, he presenciado sus actos y he conocido sus corazones. Pedro, tu generosidad es admirable; pero no me gusta tu vanidad. Sofía, tu discreción al servir a los más necesitados es admirable también. Pero es Juan quien me ha demostrado la verdadera esencia de la nobleza.
Pedro y Sofía se miraron entre sí, muy asombrados, pero con una sonrisa de reconocimiento hacia su hermano menor.
Mientras su padre decía:
- Juan, confió en ti para llevar adelante mi legado. No solo te doy mi fortuna, sino también la responsabilidad de guiar con sabiduría y compasión. Ayudarás a tus hermanos también, y que la experiencia que has ganado te sirva para realizar esta tarea.
Los tres hermanos se abrazaron con afecto, compartiendo el reconocimiento y la comprensión mutua. La mansión resonaba con alegría y el alivio de haber cumplido con la tarea.
Con el tiempo, Juan gestionó la fortuna familiar de manera sabia, invirtiendo en proyectos para ayudar a comunidades enteras, inspirando a otros a seguir su ejemplo de humildad y empatía.

La mansión García se convirtió en un refugio para los necesitados, un lugar donde la generosidad y la compasión florecían.
Tiempo después, su padre enfermo y en su lecho de muerte llama a sus hijos y les dice por última vez, que Juan nunca los dejará solos, y también que vivan felices y que se quieran mucho, en ese instante el anciano murió.
Los hermanos se abrazaron y lloraron mucho, por la pérdida de su padre, que tanto amaban.
Pasó el tiempo y los hermanos comenzaron a trabajar Juan
fundó programas educativos en áreas marginadas, proporcionando oportunidades a aquellos que de otro modo no habrían tenido acceso a la educación. Construyó centros de salud para comunidades más necesitadas, brindando atención médica y gratuita y mejorando así la calidad de vida de muchas de las personas.
Pedro, el hijo mayor, siempre había mostrado una determinación inquebrantable para alcanzar el éxito. Su ambición era evidente en cada paso que daba. Ansiaba poder tener riqueza, y estaba convencido de que su destreza y astucia lo llevarían a lo más alto de la cima. Aunque su corazón no carecía por completo de bondad, su enfoque principal estaba en conseguir reconocimiento y poderío.
Así que le dijo a su hermano juan que le entregará la parte de su herencia que el la trabajaría y que duplicarían la fortuna que él le daría.
Sofía, la hija del medio, compartía la ambición de su hermano mayor, pero en ella se manifestaba de manera más sutil. A pesar de su deseo de éxito, tenía un sentido de responsabilidad social. Su ambición no estaba desconectada de la compasión, pero su prioridad era alcanzar metas personales. Así que al igual que su hermano mayor le pidió su parte de la herencia y se fue de la casa.
Pedro y Sofía, convencidos de que el éxito material sería el factor clave para ganar más dinero, se sumergieron en acciones que reflejaran su determinación por alcanzar el éxito.
Ambos hermanos veían la forma de acumular más dinero y el reconocimiento público como un indicador de su interés propio, lo que los llevó a realizar acciones que, si bien eran beneficiosas para otros, tenían un trasfondo de ambición personal para cada uno de ellos.
Así pasaron los días y una noche mientras Pedro y Sofía dormían su padre se les apareció en sus sueños, y les dijo: Los desconozco hijos míos, por esa razón deje mi legado a Juan, a él no le importaba el dinero el solo quería cuidarme hasta el fin de mis días y ustedes fingieron ser buenos, pero sus corazones no fueron sinceros conmigo.
Ambos hijos estaban avergonzados por su mal comportamiento, que despertaron asustados y corrieron a pedirle perdón a Juan, Juan los abrazo y les dijo que él no tenía nada que perdonarles y así continuaron juntos sus vidas.
Finalmente, Juan, con su humilde y desinteresado corazón, se dedicó a actos de servicio más modestos. Ayudó en silencio a las comunidades rurales, reconstruyendo casas dañadas por desastres naturales y brindando apoyo a quienes más lo necesitaban sin buscar ningún tipo de reconocimiento o recompensa, y lo más importante que es trabajo en unión de sus dos hermanos que tanto amaba.


Fin

Texto agregado el 28-01-2024, y leído por 49 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-01-2024 Hermoso cuento lleno de generosidad y ternura. Me encantó. yosoyasi
 
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