No me dejó llegar, no me dejo ni sentar, sin mediar palabra me dijo:

_Hueles a perra, te vieron con esa sinverguenza.

Yo quedé frío, no salía de mi asombro, pues no sabía de qué diablos estaba hablando. Tan pronto como pude le dije:

_Yo no huelo a perra, yo huelo a princesa.

Le dio más rabia y sin medir sus palabras, me volvió a decir:

_Yo sabía que me traicionabas, pero al fin lo acabas de reconocer, tú mismo dices que "hueles a princesa", como si yo no fuera tu mujer. Me quedó mirando con mucho odio y me volvió a decir:

_Por qué no me lo dijiste antes, debiste decirme que tenías otra.

La quedé mirando con suma compasión, hasta llegué a pensar que estaba loca, que había enloquecido tan solo en una mañana. La miré de arriba abajo y luego le contesté:

_De dónde diablos sacas tantas estupideces, sabes bien que te quiero mucho y que te soy siempre fiel.

Iba a continuar explicándole que la amaba y se me vino encima, como si fuera una gata furiosa, alcanzó a arañarme en el cuello, menos mal que fue leve. La sujeté fuerte, ella quedó de espaldas con mi pecho, mis brazos la apretaron fuerte, impidiéndole cualquier movimiento. No la solté por más que gritara, hasta que poco a poco se fue calmando.

En esas va entrando la nueva huésped de la casa, se veía muy contenta y daba muestras de alegría, se sentía contenta de estar en su nuevo hogar, era toda dulzura, todo le lucia bien, los dientes, el pelo, los ojos, gozaba de una excelente salud y bienestar. Era muy menuda, pero toda un amor.

Mi esposa me quedó mirando llena de celos, como si la estuvieran desplazando, pero cuando princesa fue a saludarla con la ternura que caracterizan a estas criaturas, mi mujer se calmó. Yo le quería dar una sorpresa a mi esposa el día del cumpleaños, lastima que el dueño dela tienda no supo dar el mensaje, había llamado a Estella y le había dicho que yo andaba feliz paseando con princesa, pero no le aclaró que princesa, era una chihuahua.

@PEDRO MORENO MORA