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Al final parte 34

El juez comenzó la ceremonia civil para pasar a decir;
-Si los dos traen sus votos, por favor… – el juez les asignó el micrófono a Israel.
Israel tomó el micrófono diciendo;
“Amor:
Sin querer nuestra historia de amor comenzó hace más de diez años. Nos evadimos tanto tiempo hasta que nos dimos cuenta lo que realmente siente el uno por el otro. Si alguien me hubiese dicho que uniría mi vida a la del que ha sido mi único y mejor amigo, no le creería. Gracias, Oscar por hacer de mí una mejor persona. Por hacerme sonreír todos los días, por bailar y gozar de la vida.
Conocerte ha sido la mejor decisión que he tomado. Nuestro camino no ha sido fácil, pero todo lo que hemos vivido ha valido la pena. Me enorgullece estar junto a una persona tan maravillosa como tú. Hoy uno mi vida a la tuya y lo único que pido es salud para estar contigo siempre.
Te ama, Israel.
Oscar lloraba por lo que estaba escuchando. Eran palabras que le habían llegado al corazón.
-Usted – le indicó el juez.
Oscar tomó el micrófono y pronunció;
“Guapo
Cuando más solo me sentía tuve la fortuna de conocerte. Llegaste a mi vida para salvarme. Me tomaste de la mano y no me soltaste. Desde que te conocí supe que sería para siempre. Me tomé la libertad de incluirme en tu familia y ellos me aceptaron. Debo ser agradecido por estar en tu camino. Iluminas todos mis días y haces que todo valga la pena.
El día que te propuse que fueras mi esposo me prometí estar contigo en las buenas, malas y en las peores. Mi compromiso es transparente para estar contigo el resto de mi vida. Solo puedo decirte que te amo y te quiero en mi vida siempre.
Te amo.
El juez continuó con el acto civil;
-…Nos encontramos aquí reunidos para celebrar el matrimonio civil de Israel Quintana Escalante y de Oscar Alejandro Pérez Aguilar. A Israel Quintana Escalante ¿Aceptas como tu legítimo esposo y compañero a Oscar Alejandro Pérez Aguilar para amarlo y respetarlo aun en la pobreza y en la enfermedad todos los días de su vida?
Israel miraba profundamente a su novio.
-Sí, acepto.
-A Oscar Alejandro Pérez Aguilar ¿Aceptas como tu legitimo esposo y compañero a Israel Quintana Escalante para amarlo y respetarlo aun en la pobreza y en la enfermedad todos los días de su vida?
-Sí, acepto – dijo sin dudar.
-Solicito a los testigos que pasen a firmar las actas - dijo el juez.
Nuria y Emilio firmaron con Israel mientras que Cintia y Clara firmaron para Oscar.
Los dos jóvenes firmaron sus respectivas actas de matrimonio y colocaron sus huellas.
Nuria y Emilio fueron los padrinos de anillos. Israel le colocó el anilló a Oscar y viceversa.

Para terminar, el juez dijo;
-En nombre de la ley y de la sociedad los declaro unidos en legítimo matrimonio con todos los derechos y obligaciones que eso implica.
Se escucharon aplausos y gritos desde la carpa en la que se encontraban todos los invitados. Los dos jóvenes se besaron y abrazaron y con eso sellaron lo que siempre habían sentido. Amor.
La familia los felicitó, entre ellos Héctor Medina. El doctor estaba contento por la pareja. Seguía triste por la muerte de su hijo, pero comenzaba a entender que su hijo había cumplido una misión en la vida.
Se tomaron fotos con toda la familia. Los esposos estaban felices.
Llegaron al salón montado sobre el jardín. Todos aplaudían. Los dos tomados de la mano entraron a la carpa y vieron a todos sus invitados.
El maestro de ceremonias dio la bienvenida al salón y solicitó que los novios pasaran a su mesa para que los invitados se acercaran a ellos para entregarles el regalo y tomarse la foto. A ellos se acercaron primero Martín Cordero y luego Margot.
-Mi querido amigo, felicidades – le dijo Martín.
-Gracias. Pensé que no vendrías – le dijo Oscar.
- ¿Qué? Yo no me podía perder este momento.
- ¡Amigo! – le dijo Margot a Israel.
-Gracias por venir.
-Mira, te presento. Él es Martín Cordero. Es compañero del hospital de Oscar.
-Mucho gusto – Martín extendió la mano a ella.
Ahí había salido una nueva parejita.
Elena e Isabela también se tomaron la foto con la pareja. Algo anda mal entre ellas.
- ¿Todo bien? – le preguntó Israel a Elena.
-Sí ¿por qué?
-Te he notado rara. Pareciera que estás aquí por compromiso.
-No. Tranquilo, todo bien.
Isabela miró a Elena y Oscar sospechaba algo.
Los novios continuaban tomándose fotos con sus invitados. Todos eran amigos de la universidad, otros eran compañeros del internado y del servicio social, otros eran médicos y enfermeras de los hospitales en los que trabajan actualmente los dos nuevos esposos.
Elena e Isabela salieron de la carpa. Las dos mujeres estaban discutiendo. Cruzaron el lago para llegar al otro lado de la hacienda. Betty jugando con su amiga Camila siguieron a las dos mujeres.
-Estoy harta, Elena. No es justo lo que estás haciendo.
- ¡¿Y qué quiere que haga?!
- ¿Qué le digas la verdad a tu hijo? – le reclama Isabela.
-No pienso echarle a perder un día tan especial para mi hijo.
-Por favor, Elena. Habla con él. Israel ha sufrido mucho. No es justo lo que estás haciendo. Dile que Enrique Ayala es su padre y fue quien secuestró a Nuria y que fue él quien le disparó a Emilio.
-Eso no pasará – le dijo Elena llorando.
-Yo le dije la verdad a mi hija sobre su padre. No quiero cargar con eso toda mi vida.
-No entiendes lo que pasa.
-¿Sabes qué? Me largo. No soporto estar con una persona mentirosa – Isabela le gritó a Elena. La rubia cruzó el lago en busca de su hija.
Las dos niñas no entendían lo que habían dicho las dos mujeres.
- ¿Por qué dijo eso de mi hermano? – Camila le preguntó a Betty detrás de los árboles.
-No lo sé. Llevan días así – Betty levantó los hombros – hay que prometer algo.
- ¿Qué?
-Nunca vamos a decir lo que escuchamos. Es un secreto de amigas – Betty le dijo a la pequeña niña de siete años.
Las dos niñas juntaron sus dos meñiques en señal de promesa de amigas.
Isabela entró a la carpa en busca de su hija. La niña llegó corriendo y se dirigió a su mesa.
- ¿Dónde andabas? – le pregunta Isabela a su hija Betty.
-Estaba jugando con Camila, mamá.
-Nos vamos – la mujer tomó de la mano a su hija y las dos se fueron.
El que se dio cuenta de que algo pasaba era Alex. El hombre miraba a otro lado menos a su novia que portaba un vestido en color rosa pálido.
-Oye, Alex. No me has dicho cómo me veo.
-Te ves bien – le respondió mientras vio a Cintia que traía un vestido negro con un escote bastante provocativo.
- ¿Solo eso me vas a decir? – le reclama a su novio.
-Te ves hermosa - le dice Alex.
- ¿Pasa algo? – le pregunta Claudia a Alex
-Creo que Elena discutió con Isabela.
- ¿Cómo sabes?
-Isabela entró a la carpa para llevarse a su hija.
Elena fue detrás de su esposa. La mujer le gritaba a Isabela que no la dejara en el lugar.

Continuará…

Texto agregado el 14-01-2024, y leído por 38 visitantes. (0 votos)


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