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A final parte 33

Israel se acostó en el sofá cama. Ahí tuvo un sueño bastante raro. En el sueño estaba besándose con Oscar. Eran besos apasionados. Se tocaban, Israel podía sentir las huellas que dejaba Oscar en su piel. De pronto, detrás de Israel estaba Flavio. El hombre estaba desnudo. Lucía guapísimo, su cabello era más rubio de lo normal. Sus ojos verdes eran relucientes. Israel giró la mirarlo, entonces fue que Flavio se desvanecía poco a poco y se convertía en un montón de agua.
Aquel sueño causó que despertara de sopetón.
- ¡Madre mía! – soltó Israel agitado en la cama.
- ¿Una pesadilla? – le preguntó su hermano Alex – feliz día, hermano. Hoy te casas.
- ¿Y todos? ¿Qué hora es? – Israel preguntó confundido.
-Son las diez de la mañana - responde su hermano.
- ¡Cómo es posible! – dijo tallando sus ojos.
-Mi mamá no te quiso despertar.
Israel bajó al restaurante y desayunó junto con su hermano Alex. Cuando regresó a la habitación se encontró con otro drama. Su hermana menor se enteró que Israel se iría de la casa.
- ¿Qué pasa? – pregunta Israel al entrar a la habitación.
-Tu hermana sabe que te irás de la casa. Se encerró en el closet – le informó Nuria.
-Entraré al closet - Israel bromeó acerca de la homosexualidad y el closet.
El hermano mayor se metió al pequeño cuartito. Vio que su hermana estaba mirando hacia la pared y lloraba.
-Cami. Mi amor ¿Qué pasa? – le pregunta su hermano mayor.
-Te vas a ir de la casa – le dijo la niña muy molesta.
-Mi niña, me voy a ir porque me voy a casar – le explica el hermano.
-Ya no me vas a querer – dijo la niña haciendo puchero y cruzando los brazos.
-Sabes que te quiero mucho. Eres mi hermanita pequeña. Ven. Voltea, quiero verte.
La niña miró a su hermano protector.
-Ven. Sí, efectivamente me voy a ir, pero eso no significa que voy a dejar de quererte. Mi casa es tu casa y cuando quieras ir, te vamos a recibir con los brazos abiertos.
- ¿No me vas a dejar de querer?
-Nunca dejaría de quererte.
-Yo fui el primero en escuchar tus latidos cuando estabas en la barriga de mamá. Te vi recién nacida. Te cargué – la niña sonrió con lo que le decía su hermano.
Israel abrazó a su hermana. El joven intentó no llorar ante la nobleza e inocencia de su hermana.
El cuarto se volvió una locura. La familia se alistaba para la boda. Se escuchaban los gritos de Saul que movía gente en el jardín. Daba instrucciones “lleven eso para allᔠ“coloquen la mantelería” “ya llegaron las flores”
La maquillista ya había arreglado a Cintia y a la abuela Clara. Oscar se había puesto el smoking. El hombre se veía muy guapo, tenía una sonrisa coqueta. Salió de la habitación y se dirigió a una de las albercas. Ahí tendrían su encuentro antes de casarse.
Israel era un manojo de nervios. Estaba sentado en la cama, todos salieron de la habitación quedándose él y su mamá.
- ¿Listo?
-Mamá. Estoy muy nervioso.
-Tranquilo. Todo va a estar bien. Ya lo hablamos.
-Mamá – Israel tomó de la mano a su mamá adoptiva – gracias por estar ahí. Gracias por apoyarme en todo. Gracias por ser mi amiga.
-No tienes nada que agradecer. Alex, Camila, Abraham, tu papá y tú son mi vida entera – le respondió Nuria entre lágrimas. Los dos juntaron sus frentes. Nuria era una mamá distinta. Quería que sus hijos confiaran en ella.
Los dos salieron de la habitación. Camino al jardín, se encontraron a huéspedes que lo felicitaban por su boda.
La boda civil fue en una preciosa cueva, una de las tantas que tiene la hacienda. Los invitados fueron llegando, los acomodaron en sus respectivas mesas. Los invitados verían la boda desde una pantalla montada en la carpa. Las damas de honor se colocaron en sus lugares mientras la familia se colocaba en los asientos colocados detrás de los novios. El juez y el sacerdote estaban en sus lugares listos para recibir a la pareja.
Israel llegó a la alberca para ver a su novio. El único testigo de aquel encuentro fue el fotógrafo. Fue el encargado de captar todos los momentos de la boda.
-Te ves increíblemente guapo – lo alardeó Oscar.
-Tú también te ves guapísimo – le regresó el piropo a su novio.
Los dos se abrazaron y se besaron.
Se dirigieron a la cueva y entraron del brazo de sus respectivas madres. En ese momento, Saul le comunicó a Israel que Elena no se encontraba en la ceremonia. El joven estaba molesto por la actitud que últimamente había tomado su mamá biológica. Le dijo a Saul que la boda continuara sin ella.
Los dos jóvenes se sentaron juntos, se tomaron de la mano y escucharon las palabras del sacerdote.
-Buenas tarde tengan todos ustedes.
Todos se pusieron de pie excepto Israel y Oscar.
-Tomen asiento – dijo el sacerdote. El sacerdote tomó el micrófono y se mostró respetuoso desde el principio - Cuando Clara me pidió que viniera a darle la bendición a su nieto con motivo de su boda no lo dudé ni un minuto. Tengo la fiel creencia de que el amor es válido para todos. Cuando conocí a Israel era un estudiante de medicina. Y recuerdo que un día fue a mi oficina y me dejó mi medicamento en mi escritorio. No me alcanzaba el dinero para pagarlo. Eso habla de la nobleza de Israel. A su novio no tengo el gusto de conocerlo, pero no dudo ni tantito que tenga la misma nobleza que él. Al amor nunca hay que juzgarlo. Siempre es un sentimiento que se debe vivir al máximo.
Israel escuchaba con todo respeto lo que decía el sacerdote Melquiades.
-…Hoy nos encontramos aquí para acompañar a esta pareja en la unión del matrimonio y lo único que les pido es que se amen y se respeten. Ustedes saben, la casa de Dios, mi casa es su casa – dijo el padre e Israel recordó que esas fueron las palabras que él mismo le había dicho a su hermana Camila – y pueden ir a verme cuando quieran, para un consejo o simplemente hablar con un amigo. Recuerden que el amor en todas sus expresiones para Dios es una bendición.
Oscar miró a Israel. Sabía que esas palabras su mamá se las había dicho hacía muchos años.
-Ahora, quiero que todos nos pongamos de pie y los padres de estos dos jóvenes pasen al frente y se tomen de las manos.
Los dos jóvenes se pusieron de pie y tomaron de las manos a sus padres. El padre solicitó que rezaran un padre nuestro. Israel lo hizo porque sabía que el sacerdote había sido honesto y en ningún momento los juzgó.
-Jóvenes, les deseo lo mejor – el sacerdote les extendió la mano a los dos jóvenes médicos los cuales respondieron con respeto.
El sacerdote les dio la bendición dándole paso al juez. En ese momento, la vida de los jóvenes cambiaría para siempre.

Continuará…

Texto agregado el 14-01-2024, y leído por 30 visitantes. (0 votos)


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