El día que murió, su primer hijo cumplió cinco años de edad. Porque el niño nació en 1928 y el padre fue penetrado por una bala de segunda mano en el 1933. Cuando regresaba de comprar un bloque de hielo de veinte y cinco libras. Usando el camino de retorno que dependió de a cual de las dos fábricas él fue: la de Mejía de Pisa Costura ó la de los Piña de la salida de Nagua.
Pero por sí acaso aquella vez, en el pueblo solo había una, habría que investigar cuál de las dos fue primero. Sin embargo, a su vuelta como herido mortal, lo que impuso la ruta fue la ubicación del hospital del poblado. Mientras que lo de qué, sí sé hizo a pie ó a caballo, no tengo forma de saberlo. Aunque sé sabe que la urgencia puede dar luces o entorpecer. Y ha de suponerse que la vía escogida fue la menos distante al sitio de la fiesta.
Qué venga usted a saber cuál; ya que sólo dispongo del nombre del campito: La Guásima. Pero que por fortuna todo el camino era descendente. Y el efecto de la bala que había matado al otro, entró al cuello del abuelo con poca presión. Cosa fatal para el herido, por haber abierto una de las carótidas, tan abundantes de fluidos sanguíneos en su ida y vuelta desde y hacia el cerebro. Impactando en un nacido, apenas hacía veinte y un años. Exactamente, en 1912.
Y qué dudando de lo que papá me contó de ese fatídico día y con lo qué hasta ahora he dicho, no lo podría justificar. Y doblemente, por lo de ser un nieto con ansias de saber porqué el abuelo se perdió, cuando aún era un niño. Y lo confuso crece a favor de lo ilógico. Reduciendo la forma de poder ayudar al hombre que me habló de lo imaginario. Para centrarle en lo creíble.
Y mientras lo escribo, subo y bajo por la cuesta que en mi niñez tanto recorrí sin saber que desandaba los últimos pasos de mi abuelo. Porque fue que escuché su historia, pero no el exacto lugar de su agónico movimiento final. Más las veces que ignorándolo, opté por uno y otro de los senderos que imagino le costó tanto borrar de su iris, pero jamás de su alma. Y hoy menos que nunca encaja lo real con lo que me contó papá.
Que fue, que ya el abuelo puesto en su caja, sus ojos cambiaron varias veces de posición.
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