Al final parte 32

La aventura comenzó a las siete de la mañana. Los dos médicos habían solicitado por adelantado sus vacaciones. El viernes por la mañana se dirigieron a la hacienda. Hicieron dos horas cincuenta y cinco minutos de camino, Oscar ya se había instalado en su habitación junto a su madre. Israel llegó junto con su familia. También estaban invitadas Elena, Isabela y Betty su hija. La abuela Clara y Héctor llegaron más tarde.
Nuria estaba en una de las albercas con Camila y Abraham. La mujer había perdido algo de inseguridad, se atrevió a usar un traje de baño de dos piezas. La acompañaba Emilio el cual también se atrevió a quitarse los complejos mostrándose en la alberca sin la prótesis de su pierna.
Al poco rato, Cintia salió en un traje de baño color negro de dos piezas. La mujer se veía como un monumento. Sorprendió a más de uno entre esos a Alexander. El joven quedó sorprendido de ver a la mujer en forma y muy guapa. Siempre la habían visto discreta en su vestimenta, pero con bikini se veía increíblemente guapa. Alexander se colocó sus lentes oscuros y se dedicó a observar a detalle a esa mujer. Estaba sorprendido.
Por la tarde, los dos jóvenes tuvieron una sesión de fotos y después un ensayo con el organizador de la boda. Ya se había montado la carpa y algunas sillas estaban colocadas. La familia recibió indicaciones. Las damas de honor serían sus compañeras de la universidad y de los hospitales en los que trabajan cada uno.
En ese momento, Israel se enteró de algo que su abuela pretendía hacer.
-Bueno. Ya sabes cuales son sus puestos – dijo Saúl el organizador – después entrará el sacerdote.
-Perdón ¿Cuál sacerdote? – preguntó Israel algo confundido.
-Israel. Me tomé la libertad de invitar al padre Ismael. El de la iglesia.
Israel se mantenía al margen de creer el los horóscopos, la mala suerte o la buena suerte y de la iglesia.
-Debí avisarte. Sé que no te gusta nada el tema de la iglesia. Le pedí al padre que viniera a darles la bendición. Pero le llamo y lo cancelo.
-No, no. Abuela, está bien. No te preocupes – dijo Israel no muy convencido.

Por la noche, la familia tuvo una cena. Brindarán por la felicidad de los dos novios. Solicitaron una mesa en el restaurante para trece personas.
La pequeña Camila corría por los pasillos junto con su amiga Betty y Abraham. Mientras esperaban a que el restaurante les preparara la mesa, a Camila se le ocurría un juego bastante incómodo. La niña había llevado algunas de sus muñecas. Tomó de la mano a su abuelo Héctor para que jugara con ellas.
Oscar esperaba en el pasillo cuando Camila lo tomó de la mano para que jugara con ella.
-Ven Oscar. Quiero jugar contigo – la niña lo tomó de la mano.
- ¿A qué quieres jugar? – preguntó el joven médico.
-A las muñecas.
-Bueno. Está bien.
Cuando llegó a la salita del hotel vio a una de las personas que más desprecia en la vida, Héctor, el abuelo Héctor.
-Oscar ten. Te doy a Mónica mi muñeca consentida. Y mi abuelito Héctor va a tener a Juan. Juan es el papá de Mónica.
-Entonces ¿Héctor es papá de Óscar? – preguntó Betty que pronto cumplirá once años.
-Sí – gritó Camila – mi abuelito es tu papá – vamos a jugar.
Ese inocente juego provocó una total incomodidad en Oscar y Héctor.
-Camila ¿no tendrás otro juego? Podríamos jugar a la escondidillas. Podríamos jugar “declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es…” - Oscar con sarcasmo dijo y observó a Héctor que entendía lo que el joven le decía.
-No. Eso se oye feo – reclamó Camila haciendo puchero.
Héctor cargaba al pequeño Abraham que no tenía ni idea de lo que pasaba simplemente se dejaba querer por el experimentado médico.
La mesa estaba lista y los llamaron para que ocuparan el lugar. Todos ya se habían instalado cuando llegaron los niños y los dos enemigos.
- ¿Dónde andaban? – pregunta Clara.
-Abuela, estábamos jugando a que mi abuelito Héctor es el papá de Oscar.
Todos comenzaron a reír discretamente. Era evidente la mala relación entre Oscar y Héctor.
-Ay Camila – dijo Nuria – tomen asiento – dijo riendo.
- ¿Tu papá? – Israel se acercó a su novio y se burló de él
-Denme una pastilla de me vale madre lo que diga ese cabrón – Oscar se quejó.
Después de cenar comenzó el brindis. Estaba celebrando que ellos unirán sus vidas el día de mañana y para ello los dos jóvenes hablaron.
Israel y Oscar se pusieron de pie para agradecer a la familia el apoyo.
-Nosotros – Israel hizo una pausa – queremos agradecer que nos acompañen en un momento especial. Oscar y yo somos afortunados de tener una familia tan maravillosa que siempre ha mostrado su apoyo.
-Igual que Israel. Gracias a ustedes la familia de mi novio por abrirnos las puertas de su casa. No nos han abandonado en momentos difíciles. Yo agradezco lo que han hecho por mí y por mi mamá. Gracias por estar con nosotros.
Todos levantaron sus copas y brindaron. Nuria se puso de pie. Se dirigió hacia donde se encontraba el conjunto musical que estaba en un descanso.
- ¿Me permite? – le pidió el micrófono a la cantante.
-Claro, tómelo – la mujer le entregó el micrófono.
-Hola a todos – dijo en el micrófono.
- ¿Qué hace? – preguntó Emilio sorprendido.
-Buenas noches – todos los asistentes la miraron sorprendida. Eran unas seis o siete mesas ocupadas – bueno, me llamo Nuria y quiero que brindemos por mi hijo que el día de mañana unirá su vida a la de una persona maravillosa. Pero antes quiero dedicarles unas palabras a los dos.
Nuria sacó un papel en el que había escrito unas palabras;
Oscar e Israel:
Les escribo estas palabras por el motivo de su boda. Me llena de orgullo que ustedes unan sus vidas. Me tranquiliza que mis hijos siempre han estado en buenas manos. Aunque hoy dejan el nido saben que aquí está su familia para apoyarlos en todo lo que emprendan.
Me enorgullece ser mamá de los mejores hijos del mundo. Hoy a nuestra familia se unen personas increíbles en especial Oscar y Cintia. No quepo de la felicidad de ver a mi hijo feliz y realizando todos sus sueños.
Hoy es cuando me doy cuenta que todo el dolor ha valido la pena y lo digo porque veo feliz a mi familia.
Israel, hijo. Gracias por ser un hijo maravilloso, por ser responsable, cariñoso y entregado a tu familia. Me siento orgullosa de tenerte como hijo.
A los dos, les deseamos toda la felicidad del mundo.
- ¡Salud! – gritó Clara.
- ¡Salud! – gritó la familia y los asistentes.
Israel se acercó a su mamá y la abrazó.
-Gracias, mamá. Hermosas palabras.
-Los quiero a los dos – Nuria abrazó a los dos jóvenes.
La que se notaba extraña era Elena e Isabela. Elena que es la madre biológica de Israel no se pronunció al respecto. Traía atravesado el secreto que tanto la atormentaba.
Más tarde Israel salió a dar una vuelta por el lago. No podía dormir y no quería despertar a sus papás y hermanos.
Se sentó en unas escaleras cerca de unas cascadas artificiales.
Nuria le siguió los pasos a su hijo hasta el lugar en el que se encontraba.
- ¿Por qué estás aquí? – le preguntó su mamá algo agitada.
-Mamá. Sigues despierta.
-Estamos igual. Insomnio ¿Qué tienes? – pregunta su mamá.
-Todo esto parece un sueño. Gozamos del dinero de Flavio – se lamentó.
-Ya no mires al pasado, Israel. Si vas a mirar para atrás es solamente para tomar vuelo. Flavio ya no está aquí. Déjalo descansar. La vida te está dando la oportunidad de casarte. De tener una familia y créeme que es lo mejor que te puede pasar.
-Lo sé. Pero no puedo evitar pensar en Flavio. Todo iba bien hasta que, no pude hacer nada por él.
-Oye. Él era responsable de su salud. Tú no tienes la culpa. Yo sé lo difícil que ha sido para ti. Pero no sirve de nada ponerte así. Flavio está en algún lugar y tú estás aquí. Y aquí se viene a vivir.

Continuará…