Las sombras del pasado.
La escena no asombró a nadie, era algo esperado por todos, Gregorio, un hombre padre de dos hijas jóvenes había sido encontrado ahogado en el arroyo, debajo de su bote de pesca.
El hombre solía pasar largas horas en el bar para luego ir a pescar apenas manteniéndose en pie, la gente que lo conocía sabía y daba por hecho que en cualquier momento caería al agua, ahogándose, como había pasado.
En su casa se oía el siguiente diálogo entre sus dos hijas, Irma y Clara.
–¿Qué vamos a hacer ahora Irma?
–Quizá lo que debimos hacer hace mucho tiempo, irnos de este pueblo, al fin y al cabo, la muerte de nuestro padre nos libera, ya era hora de que se muriera.
–No hables así Irma, estoy muy angustiada por su muerte.
–¿De veras? Era un ser despreciable, lo odiaba…
–Sé que no era un buen padre, que éramos algo así como sus esclavas, lavar, planchar y cocinar para él a cambio de una mísera comida y una cama, pero era nuestro padre y de no haber sido por la maldita bebida todo hubiera sido diferente.
–No me digas! Parece que te olvidas de que nuestra madre tuvo que irse por su culpa…
Recuerdo que nos abandonó también…
–En cambio yo la recuerdo aún a pesar de que era muy chica cuando se fue, era hermosa y buena…
–Si, era tan buena que nos dejó junto a un borracho malvado que aún ahora a nuestra edad solía pegarnos hasta hacernos sangrar si algo le molestaba.
–Irma, estoy asustada, la policía no está muy segura de que se haya caído solo del bote…
–Mira Clara, nadie va a dudar de eso, todo el pueblo lo esperaba, siempre borracho y con una botella en la mano, sabíamos que en cualquier momento esto sucedería.
–Es que no estoy muy segura, estaba acostumbrado y por más borracho que estuviera no se hubiera caído.
–¿Acaso piensas que alguien lo mató?
–No quiero pensar en eso, a pesar de todo lo quería.
–Por supuesto que lo querías, a ti te trataba de otra manera, eras su preferida.
–No digas eso, no es cierto, a mí también me pegaba…
–Aún recuerdo cuando naciste Clara, te miró con amor mientras que a mi… bueno, no me interesa, ya se acabó el sufrimiento, sólo lamento que no fuera antes.
–No hables así Irma, van a terminar creyendo que tú lo mataste.
–No creas que nunca lo pensé, aquellas noches en que me metía en la cama llorando por los insultos y las palizas que recibía de él, no sólo lo pensaba, era una idea fija, pero parece que alguien me ganó de mano, creo que soy muy cobarde, tal vez nunca me hubiera animado a hacerlo.
–No puedo creer lo que escucho Irma, sé que eres más rebelde que yo, pero a ese punto, no lo creo.
–¿Estás segura?
–Cállate la boca, alguien podría mal interpretar lo que me estás diciendo.
–Jajaja
El cuerpo de Gregorio fue llevado a la morgue, era necesario hacerle la autopsia debido a la forma que murió.
Al día siguiente la policía estaba en casa de las hermanas anunciándoles que comenzaba una investigación y que las dos debían ir a la comisaría a declarar.
Al principio pensaron que era algo rutinario, pero a medida que pasaban las horas se fueron dando cuenta de que sospechaban que alguna de ellas lo había asesinado debido a que la autopsia reveló un corte en la cabeza que sólo pudo haber recibido si alguien lo hubiera golpeado, aunque se dijo también que podía haber sido al caer en las rocas, el bote estaba muy cerca de la orilla y difícilmente se hubiera ahogado de no haberse golpeado.
Irma y Clara estaban solas, no tenían más familia que su madre, pero ésta se había ido muchos años antes y nadie había vuelto a saber de ella.
Como las muchachas no tenían abogado ni cómo pagarlo, se les designó uno de oficio.
Por el momento no quedaron detenidas ya que no se pudo probar que estuvieran involucradas en aquel homicidio y volvieron a su casa.
–Irma, estoy muy preocupada, no tengo idea de cómo vamos a vivir…
–No te preocupes hermanita, nuestro padre era un ser muy tacaño, pero fui más inteligente que él, solía ver dónde guardaba su dinero y sé que hay mucho, oculto.
–Nunca me dijiste nada…
–Sólo esperaba el momento, te conozco y le hubieras contado ese secreto y ya sabes lo que nos hubiera dado, nuestro amado padre jaja
–¿Dónde está?
–Debajo de su cama hay una tabla floja, lo vi un día cuando lo guardaba.
–El problema es que si comenzamos a gastar ese dinero la policía podría sospechar, no sé qué vamos a hacer…
–Todo a su debido tiempo, por ahora nos vamos a arreglar con lo que hay en casa y lo primero que vamos a hacer es buscar un trabajo.
–Yo podía escribir a máquina, recuerdo que nuestra madre nos enseñó.
–Clara, te has quedado en el tiempo, ya no se usan las máquinas de escribir, ahora debemos aprender a usar una computadora, pero todo eso cuando termine ese juicio, aún no estamos libres por así decirlo, el abogado aún sigue con su trabajo.
El caso, luego de un tiempo fue cerrado y se dijo que la muerte se debió a que el hombre que estaba alcoholizado se había caído y golpeado la cabeza en una roca, de las muchas que había en el arroyo.
Las muchachas al fin pudieron volver con su vida, muchos de los vecinos las ayudaban llevándoles comida y lo que necesitaran, eran muy apreciadas por lo difícil que era para ellas aquella situación.
Hasta que un día alguien llegó a la casa, Valentina, la madre de Irma y Clara estaba frente a sus hijas.
Clara corrió a abrazarla mientras que Irma la rechazó diciéndole que ya no la necesitaban que, durante años de sufrimiento, ahora al fin eran libres y no gracias a ella.
Voy a contarles una historia y me gustaría que me escucharan dijo Valentina.
–Cuando conocí a vuestro padre, no era el hombre que ustedes veían, era bueno, amable y muy buen mozo, nos enamoramos y nos casamos, pero pronto descubrí que era adicto a la bebida y aunque por muchos años luché para sacarlo del vicio, éste fue más fuerte y ya saben lo que sucedió, me golpeaba y como por aquel entonces a ustedes no les hacía nada, decidí que tenía que alejarme, antes de que me matara como me lo había dicho tantas veces. No crean que las abandoné, conseguí un empleo y cada mes le enviaba dinero para ustedes para que, ya que él no trabajaba, por lo menos las alimentara. Durante años lo estuve haciendo hasta que hace un tiempo, me llamó y me dijo que quería verme, que había cambiado y que ustedes me necesitaban. Por supuesto que no le creí ni por un momento, pero me reuní con él y me invitó a dar una vuelta en el bote ya que tenía que pescar, de la venta de los peces según él, vivían. Le pregunté qué hacía con el dinero que les mandaba y me contestó con un golpe tan fuerte en la cabeza que tuve miedo de que solos en el bote me matara y fue así que al defenderme cayó al agua luego de que lo golpeara con la misma caña que se le había caído. Al ver que no salía del agua y al estar muy cerca de la orilla, me fui lo más rápido posible. Esa es la verdadera historia de la muerte de vuestro padre, nunca quise que esto sucediera, pero tuve que defenderme y ahora quise venir a contarles todo lo sucedido esperando que algún día me perdonen. El no me permitía verlas, por eso no lo hacía, pero ahora nada me lo impide, si ustedes me aceptan.
Irma y Clara abrazaron a su madre y el siguiente paso era ir a la policía, Valentina ya había hablado con su abogado quien le dijo que todo había sido para defenderse y que nadie la condenaría.
Después de una leve condena que gracias a su abogado se cumpliría en su domicilio, Valentina junto a sus hijas comenzarían una nueva vida dejando atrás las sombras de un pasado para seguir o mejor dicho comenzar a vivir.
Omenia
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