En este tiempo de mirar adelante,
yo prefiero mirar atrás,
en los recuerdos, en lo que allí quedó,
en mi propia enajenación esperanzadora,
en un pasado reiterado y animador.
La perspectiva es una ilusión pasajera
que se alimenta de frases vacias,
en el edulcorante deseo anual
en la yerma oración sin respuesta
que se revierte en postrera desilusión.
En este efímero pronóstico reservado,
reverenciar la alegría es una fe ciega,
hermanados en una plática manida,
en frases prescritas de efecto reflejo,
en la catarsis colectiva de la fiesta voraz.
Una voz al unísono anuncia la redención,
el lavado de almas para un nuevo ciclo,
llegando ya al final se vislumbra el inicio,
los deseos, las promesas, los nunca más
y dejar atrás el pasado es meta obligada.
Pero yo no voy a prometerme nada,
entre la realidad y la idealización,
voy a abstenerme de proclamas
de las necesarias felicitaciones,
de los deseos ajenos que no son míos.
No voy a dormirme en los laureles,
a la vera de todos esos epítetos,
de un esperado mensaje de renovación,
que alivie mi pena y me consuele,
pero aceptaré cualquier palabra amiga.
JIJCL, 31 de diciembre de 2023.
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