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Es un programa simple de compras y ventas que se vende a empresas pequeñas, de diez o a lo más veinte empleados.

Un joven emprendedor decide comprar mi sistema después que recibió mi mail con una descripción detallada. Estaba migrando desde un software que no le daba confianza y se definió que el plan inicial era ingresar la facturación de ventas y de compras. Al final del mes debían estar ambos sistemas cuadrados. Le advertí que si trabajar con un programa ya es complicado, con dos es un caos.

Al primer mes nada cuadró. El patrón molesto llamó a reunión. Luego se dirigió a mí manifestándome que era el colmo que ninguno de los suyos confiaba en la solución que yo le estaba ofreciendo.

En esa época se imprimían y archivaban las facturas en papel y posteriormente se ingresaban al computador. Me acerqué a cada uno de los vendedores y contemplé que digitaban sus datos de ventas incompletas, sin los códigos de productos, sin sus precios y menos los descuentos. Lo mismo las niñas a cargo de la documentación de compras: les daba flojera ingresarlas, argumentando falta de tiempo y ni hablar de los pagos y mantención de la cuenta corriente. El contador, como trabajaba con la información desde el banco, mantenía su propio control de los pagos a proveedores y depósitos de los clientes. Reía con respecto al programa nuevo.

Pedí una reunión al jefe máximo para mostrarle los informes con resultados incompletos. Me recibió en su oficina siempre acompañado con algunos de sus vendedores y sus jefes de sección. Estos lo adoraban. Después de la breve exposición se ofuscó de sobremanera pero conmigo. Manifestó que eso no debía ocurrir y era mi obligación resolverlo. “Es tú programa”. Me daba de plazo el segundo mes. Desvió la atención al televisor porque ensimismados contemplaban el ataque a las torres gemelas. Gritaba a todo pulmón, “me salvé, en el verano del dos mil estuve en la terraza de una de las torres, me salvé”.

Me deprimí. Tenía pocos clientes y cada uno con sus problemas, pero éste me desbordaba.

Para la venta del mismo sistema a otro cliente estaba capacitando a una niña, veintidós años, con poca experiencia pero muy astuta. Tenía las facturas ingresadas y estaba en la etapa de los pagos y depósitos. Ella también se encargaba de ir al banco, pagaba, depositaba, en fin, era el pulmón administrativos y también de gestión de la empresa.

Un día revisando el programa esta niña se retiró a media mañana a sus trámites bancarios; apenas ella se retiró el joven emprendedor, en complicidad con un par de empleados, resaltó el comportamiento extraño de esta joven.

- Viene todos los días, nunca falta, ordena, lava las tazas, ingresa datos, va al banco, contesta el teléfono.…

Todos reían. Bastó esa frase para advertir que el tipo era mal intencionado.

- Está convencida que es un CLUB. – continuó.

Ellos siguieron con su tanda y me mantuve al margen de sus comentarios. Lo encontré ruin, canallesco.

La niña apareció a medio día y responsablemente continuó en lo suyo. Conversando le pregunté cuanto tiempo pretendía estar en esta empresa.

- Estoy en práctica y en espera que me hagan contrato. Ya se va a completar un mes.
- Antes que se cumpla el mes prepara un listado con las actividades y los tiempos que demoras en cada uno de los puntos. Y al final colocas tus pretensiones de sueldo. Y se lo presentas.

Estuvo de acuerdo y continuamos hablando del programa.

No pasaron ni tres días y me llama este dueño malvado a una reunión.

- La niña esta me presentó este plan de trabajo, que lo encuentro potente y práctico.

Era una carpeta con varios capítulos: Ventas y Facturación, Compras, Inventarios, Sueldos, Conciliación bancaria y así varios puntos más, cada uno con sub ítem, sus procedimientos, responsabilidades, observaciones y las horas aproximada para su ejecución.

Quedé asombrado. De inmediato pensé que era lo que le faltaba a la otra empresa, el que se salvó del ataque de las torres gemelas.

- Fantástico. Este plan de trabajo que te propone es el adecuado. – dije, a la espera de un zarpazo, no se veía manso.
- SI. Pero no tengo recursos para pagarle un sueldo. Así que decidió no venir más. Insólito.

Quedé helado. No era ese el plan.

- Pero si puedes ocupar este plan de trabajo para que te hagas cargo. – Acotó – y lo puedes ocupar en otras empresas.

Me acomodé en la silla, mostrándome integro, ocultando los rasguños.

- No. Ella es más astuta que yo. Te sale más barato pagarle a ella. – respondí impávido.
- No me digas que pretendes cobrarme. SI el programa es tuyo.

Ya había escuchado esa frase. Como dijo el filósofo Hegel, La primera vez va en serio, La segunda ya es chacota. Veía el avión estrellándose en la torre.

- Vaya, veo que me quieres invitar al club. – Ese fue el segundo avión a la otra torre.

Me quedó mirando. Ya no reía. Entendió de inmediato.

Nos dijimos varias cosas. A esa altura ninguno de los dos pretendíamos trabajar juntos. La frase final fue

- Mientras no tengas recursos el programa no te va a funcionar.

Tomé la propuesta de esta niña y se la mandé al de las torres gemelas.

Días después el contador del primer cliente me llamó comunicándome que por cuarta vez se cambian de sistema y que se contactaron con la niña que yo recomendé y la contrataron.

Estos proyectos fallidos los recuerdo como las torres gemelas y el CLUB.

Texto agregado el 31-12-2023, y leído por 65 visitantes. (1 voto)


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