Al final parte 31

Un mes después....

Israel estaba nervioso. Faltaba una semana para su boda. Los smokings, el banquete, el pastel, los manteles, las flores, el sonido, el jardín, la reservación del hotel, los dos automóviles, los anillos, el juez. Hasta la luna de miel estaba pagada. Sin duda alguna, que Flavio les haya dejado dinero a Israel y Oscar facilitaba las cosas. Entregaron invitaciones principalmente a los médicos que trabajan en sus respectivos hospitales, compañeros de trabajo y de la universidad. Amigos que conocieron en el internado como Margot y todos los que conocieron en el servicio social.
Era obvio que Israel se sintiera culpable de lo que pasaba. Estaba formando su nidito de amor junto a una de las personas que más ha amado en su vida. Oscar era alguien especial en la vida de Israel desde que lo conoció.
El viernes por la noche estaba sentado frente a su escritorio. Casi todo estaba en cajas listo para ser transportado a su nuevo hogar. Eso tenía con un nudo en la barriga a su madre.
- ¿Mamá? ¿andas por ahí? – preguntó el joven desde su cuarto.
- ¿Qué pasa? ¿Todo bien?
-Siéntate. Estoy escribiendo mis votos ¿Te lo puedo leer?
-Si así lo deseas. Lo que escribas está perfecto – le dijo su madre adoptiva.
El joven médico leyó lo que salió de su corazón. Su mamá lloraba con lo que estaba escuchando.
- ¿Estuvo mal? – preguntó Israel al ver llorar a su mamá.
-No, hijo - se secó las lágrimas - Al contrario. Es lo más hermoso que he escuchado.
El joven atendió una llamada del hospital, ahí Nuria tuvo la oportunidad de sacarle una fotografía a lo que había escrito su hijo en la hoja.

Al día siguiente los dos jóvenes fueron a su casa, continuaban con la mudanza. Ahí los dos dejaron muchas cosas en claro.
- ¿Qué traes? Andas muy serio – le dijo Oscar a Israel en la terraza.
-No puedo evitar sentirme culpable.
- ¿Culpable de qué?
-Oscar, hemos pagado todo esto con el dinero de Flavio.
-Guapo, conmigo no tienes que hacerte el fuerte. Sé que todavía lo traes atravesado. Fueron siete años de relación. Y sé que te duele que él haya muerto. A mí también me dolió que haya muerto. Era un tipo increíble. No solo porque me tocó muchas veces coger con él. Ayudó a mi mamá, aprendí muchas cosas de él. Tú mismo lo dijiste, la mejor forma de honrar la memoria de alguien es poner en práctica lo que nos enseñaron en vida. Él era un hombre compartido, un hombre que nos enseñó a vivir. Creo que eso es lo que debemos hacer, vivir. Yo también traigo atravesada a Francis. Me dolió lo que pasó entre nosotros. Me duele saber que tiene carencias en la cárcel. Se equivocó y la está pagando caro.
-No puedo evitarlo.
Israel abrazó a su futuro esposo. Lloró por largo rato recargado en su pecho sentados en el piso. A Oscar también le dolía. Vendrían muchos cambios, había realizado su examen de especialidad, uniría su vida a la del hombre que siempre había amado en secreto, dejaría sola a su madre, y su ex novia la madre del hijo al que adoptaría, estaba encerrada en la cárcel.
Los dos lloraron juntos. Tenían que hacerlo. Ya más tranquilos continuaron hablando.
-No hemos hablado de algunas cosas – le dijo Israel con la nariz tapada.
- ¿De cuáles? – Oscar respondió después de sonarse la nariz.
-Yo creo que debemos tener algunas reglas ¿no crees?
- ¿Cómo cuáles?
-Yo propongo siempre amarnos y respetarnos.
Oscar afirmó con la cabeza.
-Nada de infidelidades – Israel dijo.
-Me parece correcto.
-No tríos, ni cuartetos – Israel ya no quería compartir la cama con nadie más - Siempre ir tomados de la mano. Ayudarnos en la casa – recordando las palabras de su padre.
-Confianza, amor – le dijo Oscar besando.
-Ey, dijimos que hasta casarnos tendríamos sexo.
- ¿Me estás castigando?
-No. Pero aguántate. Créeme, tendremos mucho tiempo para hacer el amor.
Al día siguiente, Oscar fue a casa de su suegra. Le ayudaría a llevar cajas de cosas de Israel, libros y más libros de medicina. El joven aprovechó la oportunidad y le pidió un consejo a su suegra.
- ¿Podría pedirte algo? – le dijo Oscar en la cocina.
-Claro, lo que sea – respondió Nuria.
-Ya escribí mis votos. Quiero que les des un punto de vista.
-Claro. Te escucho.
Leyó lo que pensaba de su futuro esposo. Pasó lo mismo, Nuria lloró porque sintió que ese amor es recíproco.
-Mi mamá lloró igual que tú.
Oscar, tan descuidado que es, dejó el papel donde había escrito los votos en la cocina. Ahí Nuria aprovechó y le tomó una foto.
La semana continuó, prácticamente todos los médicos invitados confirmaron su asistencia a la boda. El equipo de enfermeras que trabaja con Israel no se podía perder una boda gay. Los compañeros de Oscar tampoco se iban a perder un momento único, entre ellos Martín Orozco.
El jueves por la noche, los compañeros de universidad llevaron de parranda a los dos jóvenes para celebrar una despedida de solteros. Se divirtieron en un bar que frecuentaban cuando eran estudiantes.
Israel llegó a su casa pasadas las dos de la mañana. Nuria estaba acostada en su cama, seguía despierta. Escuchó que alguien entró a la casa, subió las escaleras y entró a su cuarto. Israel ya había llegado.

Oscar se sentó en el sillón. Estaba pensativo. Daría un paso gigante en su vida.
-Hijo, no deberías estar así. Estás preocupado.
-Mamá, pasado mañana mi vida cambiará. Uniré mi vida a la del hombre que siempre he amado.
-Yo siempre te lo dije. Israel te robó el corazón desde el primer momento que lo viste. Me da una inmensa felicidad lo que te está pasando.
-Me preocupas tú, mamá. Te vas a quedar sola.
-No, hijo. Tú tienes derecho de vivir tu vida. Yo haré la mía. No me va a pasar nada, créeme, después de estar en la cárcel, nada peor puedo vivir. Estaré bien. Ahora lo que debes hacer es preocuparte de que todo salga bien ¿ya viste tu cuarto? Está patas pa´ arriba. Te faltan muchas cosas que guardar. Israel es extremadamente ordenado y tú no. Debes poner atención en eso.
Continuará…