(texto: 2004)
Fotocapítulo 1: Detener el tiempo.
Einstein decía que la velocidad de la luz era una constante. El espacio y el tiempo eran relativos: es decir, el transcurso del tiempo de quién viva casi a la velocidad de la luz será tan lento que parecerá detenerse respecto de quienes vivan a una velocidad normal. Viajar al futuro es retrasar el tiempo de uno, respecto a todos los demás.
Mira siempre el balón, me decían de niño. Seguía el consejo en el partido de futbol y corría por la banda mirando el balón en el cielo que conectaría de volea. Con tremenda fuerza con el pie le di a una escalera metálica que sobresalía a la cancha. Posible fractura del primer ortejo derecho.
Todo el día cantando canciones grupales y cojear en las actividades. Prefería quedarme en la cabaña. No me dejaron. Era un gueto Boys Scouts y en la noche era la fiesta del campamento. Fui obligado.
En la fiesta sentía como si unas hormigas comieran mi dedo gordo del pie colmado en caramelo aglutinado. Sentado en una banca sufría en solitario mi dolor punzante, cuando la chica que había mirado el día anterior, con promesa de baile incluida, me saluda y se sienta a mi lado. Le conté mi accidente. La gracia fue el comienzo de un intercambio de biografías que, interrumpido por el ruido y por ocasionales ¿Ah? y ¿Qué? de ambos, escuchamos la mitad. La música provocaba ir a bailar. Yo no podía, tampoco quería. Pronto me dejaría o la sacarían a bailar. No llegaríamos a los lentos. Con el tiempo en contra, por el ruido era mejor hablar sin sonidos, en otra lengua. El nuevo idioma fueron besos en una “lenguistica” fluida hasta que la fiesta acabó sin darnos cuenta.
Aquella vez tenía quince años. Habría en el futuro muchas distorsiones del tiempo como esa. Percibir, cuando se besa o se hace el amor, minutos como segundos, pasar de la oscuridad de la noche al azulino amanecer en la ventana como si el reloj interior de verdad se detuviera. Nunca sentí las famosas mariposas, pero mi cuarzo interior volaba.
Ahora una explicación inventada, hasta que se me ocurra una mejor; si la realidad es una percepción subjetiva diferente en cada persona, percibida por los sentidos a través de los impulsos nerviosos. Introducir una mano en agua hirviendo duele, y de hacerlo en un metal líquido a 1000 grados dolería lo mismo, con igual intensidad. Existe también una constante biológica: el umbral de frecuencia de los impulsos nerviosos. Toda sensación, dolor y placer, más intensa que el umbral, no puede ser mayor porque es el máximo posible, igual que la velocidad de la luz.
Para viajar físicamente al futuro hay que moverse como un rayo; pero para saturar los sentidos y perder la noción del tiempo basta alcanzar dicho umbral de sensaciones.
Quizá por eso la gente feliz siente que la vida es corta y la vocalista de la oreja de Van Gogh vende discos cantando que detuvo el tiempo en el beso.
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