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La fotografía.

No es fácil para mi contarles esta anécdota debido a que en ella quedo muy mal parado.
Comenzaré por decir que tengo por costumbre escribir en un diario todo lo que suele ser anécdotas que me van sucediendo a lo largo de mi vida.
Mi esposa se ríe de mi porque dice que un profesional como yo no debería malgastar su tiempo en un diario, eso era más para las mujeres que no tenían nada que hacer, pero yo le digo que no me lleva mucho tiempo y en lugar de ir al bar con mis amigos, prefería escribir, entonces ella vuelve a reírse y me da la razón.
Mi nombre es Dante y el de mi esposa es Sabina, tenemos dos hijos, Juan y Julia, de dieciocho y dieciséis años. Sabina es odontóloga y yo Ingeniero, nuestros hijos estudian.
Los sábados, el día que más espero de la semana, trabajo sólo medio día igual que Sabina y en la tarde me dedico a algo que me agrada sobremanera, la lectura.
Nuestra casa es muy grande y en ella hay una biblioteca colmada de libros, de todo tipo, tamaño y color. Ese sábado apenas tomé un libro al azahar vi que Don Quijote de la Mancha era el elegido y me agradó mucho, debo haberlo leído al menos veinte veces y siempre me asombro al descubrir algo nuevo, es un libro maravilloso que todo el mundo debería leer, porque muy adentro de nosotros llevamos un Quijote, aunque no lo mostremos.
Ya estaba sentado en mi sillón favorito disfrutando de un placentero masaje en la espalda cuando entró Sabina y mirando mi libro se apoderó de él diciéndome que la sobrina de la secretaria no podía conseguirlo y que se lo había pedido para que pudiera dar el último examen de literatura.
Y así fue que tuve que volver a buscar otro libro sintiendo pena, pero sabía que encontraría otro que también me agradara ya que la mayoría eran clásicos y nunca está de más volver a leerlos.
Lo volví a hacer, estiré mi mano y tomé cualquier libro y esta vez fue el turno de El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, Los cantares del Mio Cid ese es un muy buen libro, pero en el momento en que iba a comenzar a leerlo, mi hija entró a la biblioteca golpeando la puerta tan fuerte, como lo hace siempre que del susto lo dejé caer cayéndose de entre sus páginas una fotografía.
Esperé a que Julia sacara lo que venía a buscar y quise ver de quién era aquella fotografía antigua.
Ante todo, y para que se entienda lo que estoy escribiendo, debo decir que, en nuestra familia, somos personas muy altas, mido un metro ochenta y cinco, Sabina un metro ochenta, Juan mide un centímetro más que yo a sus dieciocho años, pero nuestra hija viene a ser algo así como la petisa, así la llamamos cariñosamente ya que mide solamente un metro sesenta y cinco, por supuesto que aún es chica, pero eso dio para que sintiera algo de temor o más bien inquietud.
Mi mujer suele reírse diciéndome que ya va a tener tiempo de crecer un par de centímetros más, pero eso no me conforma.
¿Por qué mi hija es tan baja? Ella se parece mucho a Sabina, pero a mi, nada salvo su amor por los libros. Una vez le propuse que hiciera más ejercicio, para que creciera a lo que me respondió que para ella estaba bien la estatura que tenía ya que, si conseguía un novio alto, con tacos en los zapatos estaría bien y si por el contrario era bajo, también estaría bien y allí terminaba nuestra charla.
Y volviendo a la fotografía caída les diré que ya la había visto antes, es la que le sacaron a la abuela de mi esposa y al abuelo en el casamiento. No entiendo qué hacía esa foto dentro del libro, pero al querer dejarla de lado y comenzar mi lectura al fin, otra foto salió de entre las hojas y esta vez me asusté, hasta llegué a pensar que un espíritu rondaba mi biblioteca.
Pero, esta vez era la parte de abajo de la fotografía que al estar recortada no me había dado cuenta. Ahora es cuando tengo que reírme de mi mismo, la parte de arriba de la foto, mostraba a un señor muy alto del brazo de una señora también muy alta, pero… la parte de abajo de la foto mostraba a un hombre muy bajo, subido a un cajón para aparentar más altura. Por supuesto que nunca pensaron que el fotógrafo sacaría la foto entera por eso tuvieron que cortarla.
De inmediato llamé a mi mujer y ella al ver la parte de abajo de la foto comenzó a reír de tal manera que sus carcajadas llenaron la casa tanto así que mis hijos entraron a la biblioteca a ver qué sucedía.
Cuando vieron la foto ellos se sumaron con sus risas, esto llamó mi atención y pregunté si yo era el único que no sabía que el abuelo de Sabina no era alto a lo que me contestó mi mujer diciéndome que le encantaba ver cómo dudaba ya que me hacía más cariñoso con ella y todavía con una sonrisa me dio un beso en los labios.
La verdad es que ahora que se develó el misterio de la estatura de mi hija, debo decir que jamás dudé de la fidelidad de Sabina, pero quizá deba hacerle caso y dejar de escribir anécdotas.

Omenia
24/12/2023

Texto agregado el 26-12-2023, y leído por 80 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
05-01-2024 De ahí la hija de menor tamaño Vientosusurrante
28-12-2023 Hermosa historia, y que la historia gire en un fotografía, es genial. Felicitaciones. 5 * dfabro
28-12-2023 Qué cómico el retrato de tu hija, realmente fue muy divertido leerte querida amiga. Feliz año nuevo***** Abrazo Lagunita
28-12-2023 Buena narración Ome, me ha divertido y sonreír. Feliz año nuevo amiga. sendero
27-12-2023 Siempre atrapan tus cuentos ome y a mi me encantan. yosoyasi
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