Abro la puerta y el silencio
se hace pentagrama de sonidos.
A lo lejos se escucha una melodía
de ritmos improvisados.
Sueño que duermo.
Sueño despierto.
Susurros de quehaceres
perdidos a la distancia.
Un martillo que asegura
un clavo con insistencia.
Un destino que se acorta
por el rugido de un motor.
Sin asco mueve sus fierros
rajando la afabilidad del espacio
que nos sustenta y nos contiene.
Una delicada brisa
que se hace suave canción
en las tiernas hojas verdes,
de los miserables árboles
ahogados por el sol
de las cuatro y cuarto.
Una voz inaudible
que se apaga
en la casa contigua.
Proclamando quejas reservadas.
Suculento alimento
de la esperada comidilla,
al frescor del atardecer.
Y yo aquí conmigo
rompiendo a la vida.
Regresando del sueño
desde el tiempo sin tiempo.
Con pasos tullidos
desde los intrincados laberintos,
en la soledad del pensamiento.
Sueño que duermo.
Sueño despierto.
Texto agregado el 22-12-2023, y leído por 109
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