Faltaban doce horas de camino y el burro no quiso seguir adelante, por más que lo hizo descansar y le dio alimento, no logró que el burrito le obedeciera. Al ver la negativa del animalito no lo presionó más.
Ante su asombró el burro emprendió el regreso, le daba miedo seguir adelante, para atrás andaba con rapidez. A pesar que el camino era peligroso sorteaba fácil todos los obstáculos; además Edmundo era muy gordo, cualquier otro burro sé habría doblegado ante semejante peso. Edmundo, iba pensando en cómo deshacerse del burro por no haberlo llevado a la fiesta. Por fin llegaron al lugar de partida, la decisión estaba tomada, lo mataría de hambre. El burro estaba hambriento y sediento y no le daba de beber ni comer. El burro ya llevaba 48 horas sin probar bocado, pues lo había amarrado a un árbol.
Edmundo, prendió la radio y quedó estupefacto al escuchar la noticia de que en Belén no estaban celebrando la noche buena, sino la guerra. Corrió rápido hacia el burro, lo soltó de inmediato, le dio su comida, no solo ese día sino todos los días. En agradecimiento, Edmundo come pasto cuando le da hambre.

Pedro Moreno Mora
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