Segunda parte de Fogatas en la playa. A pedido…
A punto de bajar, a pesar de su temor a ser rechazado, Ángel cierra la ventana, pero algo sucede, unas nubes amenazantes comenzaron a dejar caer gotas de lluvia cada vez más fuertes que hicieron que las personas corrieran a refugiarse donde pudieran y tristemente veía cómo Amalia tomaba a sus nietos y se retiraban de la plaza.
El tiempo estaba en su contra, pensaba y por varios días no la volvió a ver, pero un domingo soleado como pocos, al asomarse a su ventana, la vio.
Sabía que tenía que enfrentar su pasado, lo que no sabía cuál sería la reacción de Amalia, quizá ella ya lo había olvidado o tal vez al verlo tal cual era ni siquiera quisiera hablarle.
Más rápido que ligero se vistió, tratando de parecerse en algo al muchacho de tantos años atrás, pero aquello era imposible y a pesar de todo bajo a encontrarse con ella.
–Me permite sentarme junto a usted?
–Por supuesto, Ángel.
–¡Amalia! Nunca imaginé que me reconocerías.
–Te he estado esperando.
–¡No puedo creerlo! ¿Acaso eres adivina, cómo sabías que vendría?
–Hace mucho tiempo que sé que vives frente a la plaza, te veo cada vez que traigo a mis nietos.
–¿Cómo estás Amalia? Desde hace mucho tiempo quería conversar contigo, pero no me animaba, fueron tantos años que imaginé que ni siquiera querrías verme.
–Si Ángel, la vida casi se nos fue de las manos en un abrir y cerrar de ojos, ya lo sé, pero tú siempre estuviste en mis pensamientos, en mis recuerdos, ¿cómo podría olvidarte?
–Sé todo de tu vida, jamás me perdoné el haberte dejado ir, pero creí que estabas enamorada de Renzo, como en realidad lo estabas y tuve que dar un paso al costado, ¿lo entiendes?
–Por supuesto que sí, es cierto, estaba enamorada, pero era de ti de quien lo estaba, solo que como solía decir tu madre, de Ángel no tenías nada y pensé que contigo no tendría la familia que deseaba y…
–Siempre lamenté no haber sido diferente, ahora lo sé, hubiéramos sido felices juntos.
–Aunque no lo creas, yo fui muy feliz, quise mucho a Renzo, fue un excelente esposo y padre, pero a veces querer y estar enamorada no es lo mismo, a estas alturas de mi vida no puedo quejarme, tengo dos hermosos hijos que se parecen mucho a su padre y como sabes mis nietos son mi vida y los adoro.
–¿Cómo es que, sabiendo tanto de ti, no pude acercarme antes?
–También se mucho de tu vida, ¿recuerdas a Andrea y a Pablo?, nuestros amigos de la infancia, se casaron y nos vemos seguido, ellos me contaron sobre tu vida, tu casamiento y tu divorcio…
–Si, de mi vida sólo puedo descartar mi carrera porque en el amor…
–Eso también lo sé y lo lamento, no te imaginas lo que hubiera dado por que hubieras sido feliz.
En aquel momento una suave brisa, desordenó aquellos hermosos rizos dorados pintados con matices blancos que no hacían más que embellecer su rostro y acercando sus cansadas manos, Ángel tomó las de Amalia. Los dos cerraron los ojos y por un instante se encontraban en la playa nuevamente, frente a una ardiente fogata y mientras lo hacían sus cuerpos y sus mentes vibraron con la intensidad de la juventud sabiendo que a veces la vida da segundas oportunidades.
Omenia
21/12/2023
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