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BERTO, Infatigable lucha. Capítulo IV
Consejo de Guerra en Oviedo (Asturias).

Llegaron a Oviedo a las 14,30 de la tarde, del día 10 de mayo de 1957. En el trayecto del tren, tuvo un apretón y necesidad de hacer de cuerpo y lo acompañó un guardia civil y cuando entró al compartimento, intentó cerrar la puerta, que impide el guardia con el mosquetón y el pie. /al que dice. Oye, que voy a hacer de vientre y eso huele mal.

Tú dónde estás, ¿no cumples órdenes? Pues yo también, lo mismo.

Tuvo que obedecer y sin rechistar, aguantar la situación que, era difícil resistir sentados tantas horas en el tren sin moverse para descansar que, al momento de intentarlo ya tenían dos guardias civiles al lado. Había, por lo menos, 60 guardias custodiándolos.

Parada en Oviedo y bajaron del tren hablando entre ellos y los recibe un capitán, que ordena a un cabo.
¡Fórmalos en columna de a dos y cuéntalos! Que tienen que ser 22.

Como estaban los 22, firmó a la Guardia Civil y como habían cumplido su misión, no dijeron una mala palabra ni los tocaron (ya suponían, que no los podían tocar). Estaban los 60 guardias, que los trasladaron desde Valladolid.

El Capitán de Oviedo. ¡Al Milán! y paso maniobra… (paso a paso, sin formación militar).

(Conocía una sidrería, el “Bar Transporte” en Oviedo, cerca del puente del Vasco, conocido como “EL Económico”, que venía comentando con el compañero que llevaba delante, que si un culin de sidra… y el Capitán que los oye.
Qué, ¿queréis sidra?
¿Quién dice que no? mi Capitán, llevamos mucho tiempo sin probarla (había una sidrería en Valladolid de uno del Entrego, a la que iban cuando salían de paseo como reclutas y no estaban arrestados [con el compañero a la Auditoria de guerra y en la celda de castigo]).

Llegaron a la sidrería, entraron y pidieron una caja de sidra que valía 6 duros y como iban sin dormir, sin duchar y cansados, el capitán y el cabo bebían sidra con ellos.

El cabo iba armado, ellos con lo puesto y el Capitán. /dice.
Tened cuidado de no emborracharse que, a uno, le tengo que tomar declaración.
¿A mi eh? (porque como era el más pringado, se atrevió a decir). /Continúa el Capitán. Voy a meteros aquí en una Compañía, pero primero vais a ir a ducharos.

Fueron a ducharse sin escolta. (que ya no tenían y subieron al comedor a la primera planta con el cabo y sobre unas mesas, había patatas fritas, filetes de carne y más cosas).
¡Meca, vaya! Vamos a quedarnos aquí, esto es un hotel comparado con Farnesio.

Se comía como en un hotel, que era Capitanía general y bajaban a inspeccionar y estaban encantados, porque lo que daban en el cuartel de Farnesio no lo comían ni los cerdos, que era peor que la esyaba (despojos que echaban a los cerdos, en la cuenca minera)

Cuando les pidieron ir a misa les dijeron. El que no quiera ir a misa, que dé un paso Al frente y él, lo dio. (solo él y lo destinaron a limpiar los váteres).

Otro día, lo llama el teniente y van a su oficina. le dice.
Te voy a decir una cosa, como amigo. (le mando sentarse)

Ten mucho cuidado que tú vas a estar muy vigilado y conmigo, no vas a tener ningún problema.

Otro día, aparece un Capitán. (que dice en voz alta)
Roberto Suarez Buelga. ¡A sus órdenes, mi Capitán!

Ven conmigo. (de tú ¿eh? salieron al pasillo. y le preguntó. ¿Tú a quien mataste? A nadie, mi capitán.
Fui a una huelga en el Pozo María Luisa, a la que fuimos 1500 trabajadores.

Eres el que peor lo tienes. Pero…, estarán todos. Los 1500 ¿no?
No, tú eres el que peor lo tienes y aquí se sabe todo, tu padre era comunista, estuvo con los rojos.

¿Tú eres comunista? Yo no, con mi padre nunca hablamos de estas cosas, que mi padre es muy reservado. (A él, le tiraba para atrás, que le dijera que era muy lanzado y estaba acojonado).

Llegaron al despacho del Capitán Juez -Instructor. (que, al parecer, era asturiano y tenía un hermano médico en Gijón). /y dice. ¡Quédate ahí…! ¿Para qué te voy a tomar declaración si tengo aquí? no las conté, pero un mazo de ellas. (Y al escribiente que tenía al lado, le dicta una que lee).
¡La lees tu y la firmas! Tan tranquilo. (Al mirarla, ve un mapa de San Martín del Rey Aurelio, con todos los pueblos y la Parroquia donde había nacido).
De repente, da un golpe en la mesa (que lo puso nervioso).
¿Qué pasa oh? no te asustes, no pasa nada, ven conmigo. Lo pasó a su despacho. /dijo. ¡Siéntate ahí!, ¡He dicho que te sientes! Y no es una orden.

Tu siéntate que vamos a hablar de paisano a paisano (qué le querría sacar este, pensaba y se decía a sí mismo, tas arreglao, ya puedes molerme a hostias, como si me cortas la cabeza, que voy a responderte siempre lo mismo). /y dice. ¡Mira estas son tuyas y dices siempre lo mismo ¡Vaya memoria que tienes!

¿Hay otra cosa? Que es, ¿que no conoces a fulano de tal?
No. Este tenía un hermano fugado y vivía en santa Bárbara y un hermano que se llamaba Arsenio y lo mataron en 1937; (Lo tenía todo allí y él, como le decía que no conocía a nadie). /continuó. Mira, ¡voy a decirte una cosa! Aquí no valen abogados y tú eres el que más jodido lo tienes.

Hay aquí un Alférez de complemento, que es abogado y voy a hablar con él, para si te quiere defender, que ese puede, te defienda.
Voy a sentarme con él y contigo y voy a hablar con él y le cuentas ¡toda la verdad!

La verdad ya se la estoy contando a Vd. y a los de la Auditoria de guerra y a todos los que me preguntaron.

¿Pero no hay otra cosa? (Le miraba y se reía).
No se a qué se refiere. (Llamó al Alférez de complemento, se reunieron y le contó las reivindicaciones y por qué se habían encerrado).
Porque habían desaparecido 6 compañeros y los 450 que estaban en el pozo, tomaron la decisión de no salir hasta que los soltaran.

Y quedó tranquilo y el Alférez también, que dijo que sí, que lo defendía.

Pasado el tiempo, conoció a un cabo joven, apodado Vieira y a otro, a punto de jubilarse que era gallego y andaba todo torcido y decía. “Hay que ponerse firmes” ¿Qué querrá, que estemos torcidos como una cibieya? (arbusto de matorral) Si lo ves correr detrás del capitán. ¿Quién dijo eso? Hacían burla y risas al ver cómo se movía y cuando se retiró, lo sustituyó otro sargente que le hacía pensar… (por cómo lo miraba).

De lo que menos hablaban era del problema de la mina, hablaban de mujeres y del hambre que se pasaba en Farnesio que, en Oviedo, se comía muy bien, que daban de comer como en casa.

Para burlar la censura en la estafeta, de la correspondencia que expedían en el cuartel, consiguió compadrear con un cartero y utilizar el mismo sistema que había empleado en Valladolid.

Estando en el Milán, a su madre no le daban el vale de carbón, alegando que el cabeza de familia era él (su hijo Roberto) y cuando estuvo con el capitán -Juez instructor-, le contó lo de su madre, que estaba sin pensión y sin vale de carbón en casa. Pensaban que tardarían 6 meses desde que le hicieron la autopsia a su padre y a pesar del tiempo, le seguían negando el vale de carbón.

Sus hermanos están casados y tenían vale de carbón, pero no podían hacer nada, que no los atendían y les decían que lo tenía que sacar él y ni en Farnesio ni allí, en el Milán, podía gestionar los vales del carbón de su madre.

Pero cabrón ¿tengo que meterte al calabozo y ya me estas pidiendo esto?
No, estoy contando la situación real de lo que pasa en mi casa y quiero un permiso.
Y le dio permiso, de sábado a lunes. (bueno y, si cogía un día más, no habría problema). El tiempo que necesites, arregla el tema y cuando termines vienes.

El sábado no funcionaba la cosa, el domingo tampoco y el lunes por la mañana, se fue a Laviana, al Ayuntamiento de San Martin y lo arregló en el día. El martes por la mañana, se presentó. /y dijo. Ya está arreglado, mi Capitán.

¿Tú eres tonto? Podías estar allí.
No, no, Vd. dijo que cuando lo solucionara que viniera, no puso fecha, terminé y estoy aquí.

El vale de carbón lo estaba mangando un jefe de la Oficina, que se negaba a darlo y así estudió a los hijos y sabia de sobra que a su madre se lo tenía que dar al mes siguiente, como pensionista al morir su padre, pero estuvo sin darle el vale de carbón hasta que lo descubrió él, yendo a visitar al ingeniero, aquel que le dijera que no marchara. (que le dijo, aquí pasa esto).
¿Cómo?
Pasaba esto y él no decía mentiras y fueron allá y lo puso de vuelta y media, que estaba estafando, vendiendo los vales de carbón a los carboneros y a gente que los buscaba.

Ese mismo individuo apuntaba bonos y anticipos a los analfabetos y le tuvo que dar los vales a la fuerza y, para mayor desgracia, eran vecinos de la puerta de casa.

En el año 57, vino Franco a la inauguración del primer horno de Ensidesa y estaban detenidos en chirona y se le ocurrió a un teniente, seleccionar a unos cuantos y darles ropa nueva sin estrenar, para hacer el cordón de seguridad a Franco, cuando llega el capitán -Juez instructor. /y dice.
Pero bueno, ¡Tú qué quieres que los fusilen?

Estos chavales no juraron bandera. Estos chavales tienen que ser juzgados, no son soldados, son reclutas.

Otro día baja el ayudante, (el soldado que estaba en la cantina le dice que el capitán -Juez instructor, lo manda para que le avise, para que suba a verlo. Subió y como si él fuera alguien.

¿Hay novedad por ahí abajo? Novedad ninguna, mi Capitán. ¿Cómo que no hay novedad? ¿Es que no te enteras?
¡De qué?
¿No os mandaron un Sargento para ahí? Si.

Pues tenga cuidado con ese “bastardo”. Es de la dirección general de la Policía y lo envían como “esbirro”. Que, entre vosotros, hay dos inocentes, que creen que son peligrosos.

El tal Sargento, llegó a cogerlo por los testículos y a amenazarlo varias veces con matarlo él mismo. Conserva las marcas que le quedaron en las uñas de los pies, de los pisotones que le dieron durante los interrogatorios, con las botas militares. en los interrogatorios.

También recuerda la advertencia que le hizo el capitán -Juez instructor, cuando dijo “que les tenía muchas ganas”
Ni a ese, ni a los mineros, no los toques, que tienen toda la razón del mundo.

¡Cuidado con el sargento! (como no consiguió sacar prenda, lo quitaron).

Al poco tiempo, el mismo soldado que estaba con el capitán -Juez instructor. /vuelve y dice.
Que subas a verlo. /y cuando llega. Voy a contarte una cosa, pero es un rumor ¿eh? yo no sé nada.

Hay una petición del Sindicato ese de Franco (el vertical que llamaban los obreros), que quieren pedir una condena ejemplar para vosotros, de 12 a 14 años. /y añade. En los Juicios Militares, Consejos de Guerra en este caso, no se admiten acusaciones particulares y yo necesito un portavoz, porque no podéis hablar ninguno.

Yo voy a pedir, que necesitamos un portavoz y el portavoz mío, eres tú, que, a ti ya te conozco y creo que eres un paisano que sabes por donde andas y espero que no se te vaya la lengua. (como si me la corta, meca, ya me cayó la gorda, pensó para sus adentros).

Y cuando os llame el presidente del Tribunal, el coronel, te levantas y contestas:
A las órdenes de Usía mi coronel.

Y, si preguntan a los demás, lo mismo, aunque no creo que los vayan a interrogar.
(y a la pregunta de: ¿Tiene usted algo que alegar?
Tú dices que oíste rumores, en el Cuartel,

Los cita para el día siguiente y cuando llegan. /dice. Vais a ser juzgados y no podéis hablar todos, solamente uno puede contestar y yo elegí un portavoz y, ya veo que todos estáis mirando para el mismo que yo pienso, que se llama Roberto.

La defensa la hicieron por escrito y allí no estaba el Alférez, con el que tuvo una conversación que, en el juicio no lo vio y después el capitán -Juez instructor, se lo explicó: Que no tenía ninguna importancia, que él preparaba el tribunal y también comentó que era maestro nacional y tenía más de republicano que de fascista, pero como lo cogieron ellos primero, pues tuvo que ir con ellos, donde hizo la carrera militar.
¡Tú tranquilo!

El tribunal lo componían (según el capitán -Juez instructor): El presidente del Tribunal. El fiscal. Y el resto, Capitanes (que tenían que meter oficiales y Capitanes (uno teniente y otro Capitán, dos hijos “bastardos asturianos”, que no los podían ver).
Tenían que meter al Capitán, porque lo tenía un poco más controlado y a otros, encargados de investigar.

Llegan al Consejo de Guerra, al Juicio y están allí los representantes de postín y les indican que se sienten y cuando el coronel dice su nombre, se levanta y responde:
¡A las ordenes de Usía, mi coronel! ¿Tiene algo que alegar?

Sí, mi coronel (y relata algunas de las reivindicaciones expuestas en sus declaraciones [la atención que mostraban, como si les hablaran del Vaticano]).
/añadiendo al final. Creo que nuestros representantes de la acción Sindical de este país quieren pedir para nosotros, un castigo ejemplar de años de prisión (no dijo el numero por si comprometía al capitán Juez instructor), según los rumores, bastante extendidos por el Cuartel, tenemos entendido que, en los Consejos de Guerra, no se admiten acusaciones particulares.

¿Quiere añadir alguna cosa más?
Personalmente a mí, me parece que es injusto que, por una causa justa de los trabajadores del pozo María Luisa, lleguemos a esta situación. (eso no lo habían dicho en la oficina, salió de él).

¡Siéntese!
Y dio un paso atrás. ¡A la orden de Usía, mi coronel! (con el gorrito, como planchado).

El capitán -Juez instructor y el teniente coronel, tenían toda la familia en Aller y Moreda (de donde eran y seguramente, que lo habían hablado entre los dos: hacemos esto y esto y a “aquellos diablos”, vamos a apartarlos, a uno podemos, que el otro no chilló en el juicio).

Solamente tenían voz el Fiscal y el presidente, que era el coronel de la acusación particular (que no la hubo y, el abogado de la instrucción, el capitán Juez Instructor del caso no intervino para nada, que para la causa estaba el tribunal y había bastantes militares escuchando el juicio).

Salieron de allí, se levantaron los representantes de postín y el juicio quedó visto para sentencia y aquellos individuos (a uno que era de Sotrondio), se fue a la compañía, donde tenía el armamento y cuando estaba cogiendo un machete. (que se lo clavaba ¿eh?) y aparece el Capitán -Juez instructor.
Ya venía detrás de ti, porque sé las intenciones y te tenía que ubicar. ¿Cómo si me fusilan? (estaba tan caliente que no había…y tenía suficientes arrojos para tirar para adelante).

El tiempo empleado en la mili (arrestos incluidos, generaron unos haberes con cargo al Estado, que le pareció un regalo de lotería, al no tener dinero ni para el billete del autobús para regresar a casa).

Aquel año, falleció el Papa Pio XII y solicitaron amnistía y al compañero que le cayeron 9 años, le rebajaron 5 años la condena. A él por tratarse de un “Consejo de Guerra” no tuvo amnistía, que decían que aquello no entraba en el Reglamento de las Amnistías. Era lo que dijeron y había que creerlo.

La sentencia salió rápido y enseguida les comunicaron que la condena era de seis meses y un día y habían sido juzgados, entre otros, por un delito de sedición, los 22 del Pozo María Luisa, sin conocer las ordenanzas, ni el código militar, que cumplieron en Oviedo.

A los 21 compañeros que obligaron a realizar el servicio militar, los licenciaron cuando la quinta del 58, en el mes de junio de 1958 y no les hicieron cumplir la condena de los 6 meses de la sentencia del Consejo de Guerra.

Solo a él le aplicaron el alargue de los 6 meses y le obligaron a permanecer en el cuartel hasta el 31 de diciembre de 1.958, que el Brigada le entregó la ropa y se vistió. /y le dijo. Estás cumplido, solo falta que te den la lista de embarque (era una hoja grande y cuando se la dio el Capitán), fue a entregarla y de ahí, al Hogar del Soldado, que estaba junto a la puerta principal y cuando empezaba a salir de allí, aparece el capitán apodado Trinchera, de frente y él tieso como un garrote y las manos pegadas al cuerpo.

¡A sus órdenes!
¿Quién le ha dado permiso para vestirse de paisano?
El brigada, mi Capitán. ¡Orden mía, que tú no estás licenciado!
¡Que te den la ropa! /lo estaba provocando y. Vuelve al brigada.

Mi Brigada, a sus órdenes.
¿Qué pasa?
Que dice el “Capitán Trinchera”, que le traiga esta ropa, que yo no estoy licenciado.

(quedó mirándolo). Tu estas licenciado, solamente falta la lista militar del Centro de Reclutamiento Militar.

¡Tu estas licenciado y no te voy a dar la ropa! (cuando lo estaba diciendo, entra el “Capitán Trinchera”, /y dice.
¿Que no le da qué?

¡Que no le doy la ropa! /el Brigada mirando Roberto.
¡Tu sal! /Y le dice al Capitán.
¿Quién le dio permiso a Vd. para entrar en mi despacho? (¡vaya güevos que tiene este tío, pensó para él).

El capitán salió y el Brigada no le dio la ropa.

¡No le dio la ropa! (Quedó esperando sentado en la litera, donde se acostaba para dormir, casi una hora que, con las ganas que tenía de marchar, se hacía eterno, hasta que llegó el Sargento) y dice. ¡Vaya a por a lista, al “Capitán Marchena”!

¡A sus órdenes mi Capitán!
Se presenta el soldado Roberto Suarez Buelga, que viene a por la lista de embarque. (Quedó mirándolo, se levantó y la cogió…, (pensaba…, ahora este hijo de mala madre va a rompérmela).

Así que ¿es usted minero? Si.
Ha pasado un Consejo de Guerra ¿eh?
Si, mi Capitán,

¿Por qué? Le explicó las reivindicaciones, el encierro cuando se llevaron a 6 compañeros y otra y otra, hasta 5 (ya no recuerda.

¡Mi capitán! ¿Le puedo poner un ejemplo?
Si.
/continuó. Es como si Vd. tuviera la responsabilidad de Capitán y le pagaran con el sueldo de Sargento.
¿Aceptaría?
¡Cogió la lista! (pensaba, este hijo de mala madre, medio calvo, va a rompérmela y tendré que dormir esta noche y no le voy a contestar, porque tengo allí el petate de la ropa y voy seguro, a dormir al calabozo).

¡Vayan para Asturias! y si no ganan para pan y para sardinas, coman el pan solo y seco y vayan a la huelga otra vez, que ya nos encargaremos ¡de ir a buscarlos!
Le dio la lista.

¡Que te vayas hijo de puta! (palabras textuales y salió con una impotencia y una rabia…).
Era el día 31 de diciembre de 1958.

Después de llegar de la mili, ya licenciado y cumplida la condena de 6 meses y un día.

¿Se sabe que hizo con el carné de conducir?
Quitar la foto y tirarlo al fuego, porque les tenía tanto desprecio, lo trataron tan mal, que no quiso saber nada ni del carné, ni de otras presencias de aquella pesadilla.

Ya en casa, después de finalizar la mili, lo llaman a Comisaria y cuando fue, encontró “al esbirro” del juicio del Milán y ahora jefe de la Brigada Social de Asturias (de Social no tenía nada, que era el mayor torturador de los mineros y sobre todo de los comunistas), que algo sabían que iba a reventar y lo llamaron antes de empezar la huelga y lo tenía que tragar, al estar vigilado por ese elemento, que le tenía muchas ganas. (que le dice)
Sobre todo, a ti y tienes que enseñar las cartas.

A mí porqué, si en el pozo María Luisa, fuimos a la huelga toda la plantilla, dos mil quinientos trabajadores.

¡Lárgate eh!, porque tú vas a terminar en una cuneta. (así como suena.

/y contestó. Soy español, soy asturiano y haré con mi vida lo que sea, pero no voy a salir, así que tenga en cuenta que no quiero ningún pasaporte, no tengo nada en Bélgica, ni en Alemania ni en Suiza, ni en ningún lado.

¡Lárgate! Qué suerte tienes hijo de puta, que no te puedo tocar. (Era el comisario jefe y antes de marchar)

¡Lo llamó cornudo! (aunque estaba soltero)
Y le escupió la maldición más rastrera y cruel que puede desear un superior a un subordinado):

¡Que permita dios! que cuando llegues a casa, ¡esté el gato jugando con el corazón de tu puta madre! (palabras textuales).

Cuando llamaban a la Comisaria (*), no es que los llamaran, los cogían y los llevaban (siempre iban con lo puesto, normalmente de alpargatas) y las torturas más habituales, eran pisarles los pies con las botas del uniforme que llevaban puestas, o retorcerles y pegarles en los testículos con una porra, una patada, o conectar electrodos que los dejaban medio electrocutados. (Prefiere olvidarlo que hablar de ello que, como poco, se le revuelve el estómago).

Cuando hacían eso con ellos, que eran chavales.
¿Qué les harían a sus padres?
Que habían estado presos y según ellos, eran rojos por haber estado con la República y a muchos los detenían y ya no volvían. Hubo desaparecidos, muchos conocidos suyos del Concejo de Aller, Pola de Laviana, Bimenes, además de familiares y vecinos que se tiraban al monte y les pegaban un tiro, o cuando los cogían desaparecían.

(*) Tiene muchas referencias de compañeros mineros de la zona, que fueron víctimas directas del esbirro” del Milán y con posterioridad, jefe de la Brigada Social de Asturias (con sede en Oviedo, en la mal llamaban “cárcel modelo”, como torturador profesional, por las palizas que les propinaban, con chorros de agua fría, recipientes grandes y bañeras, puños, patadas, palos, porras, correas, cadenas y electrodos, apaleados por todo el cuerpo, hasta la extenuación y los cubrían con ropa mojada aantes de las palizas, para evitar desgarros y marcas visibles y que se mantuvieran en pie.

Si los devolvían a casa, la gran mayoría traía pegada al interior de la camiseta o en los restos de ropa que les quedaba, desgarros y pedazos de su propia piel y el cuerpo tan malherido como si acabaran de salvarse (de milagro), después de ser agredidos por una manada de alimañas.

Preferían ir al monte o que les pegaran un tiro por la espalda. Su condición de condenado en Consejo de Guerra era un atenuante con algo más de mesura para conseguir que no se les fuera de las manos y siguiera vivo.

Tardaron mucho en enviarle por correo al Ayuntamiento la cartilla militar. En su interior se menciona el Consejo de Guerra y la fecha que le dan la libertad con la lista de embarque para viajar gratis en el tren de regreso a casa.

Con posterioridad, solicitó al Regimiento que le enviaran la Sentencia, donde figura la lista de los procesados y el estadillo de Servicios realizados en el Regimiento de Farnesio (Valladolid) y el Regimiento del Milán (Oviedo).

Nota final de la página de Anotaciones sacadas de la Resolución de la Sentencia,
VII REGION MILITAR. JUZGADO MILITAR ESPECIAL DE LA 72 DIVISION.
Liquidación del tiempo de condena del procesado en causa núm. 15 de 1,957, Roberto Suarez Buelga. Fue reducido a prisión el día 9 de mayo de 1.957 (folio 127).
Se hizo firme la sentencia el día 16 de agosto de 1957 (folio 280) Años Meses Días
Ha permanecido en prisión atenuada de 9 de mayo a 5 de noviembre de 1957. 6 1
Tiempo abonado anterior concepto 6 1
Le es abonado por indulto…… - -
Arresto(6 meses y 1 día) 6 1
Le resta por cumplir………… -

En la Sentencia, figura la lista de los procesados y el estadillo de Servicios realizados en los Regimientos de Farnesio del Milán (Oviedo), en cuyos textos queda evidenciado que el soldado Roberto Suárez Buelga, lo mantuvieron “vigilado” por las anotaciones que figuran en el estadillo de servicios, en el Regimiento El Milán nº 3 de Oviedo, escritas a mano y firmadas por El comandante jefe del C.M.R. hasta el 31 diciembre 1966.

Texto agregado el 16-12-2023, y leído por 157 visitantes. (0 votos)


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