Laberintos que navegan entre realidad y sueños, en aquellos encuentros reconfortantes. ¿Cuánto tiempo pasado?, cuantos reflejos florecidos cada día, quizás, hay momentos verdaderos, y otros oscurecen al volver. Náufragos que titilan en las sombras de aquellas primaveras. Vacío que no encuentra un espacio, que ronda por los sueños al despertar. Ese ayer que buscamos para premiarnos por lo que falta, harapos que el viento sacude sin cesar, misterio de la mente que nos susurra. Solo el eco en un pasado, solo el silencio en el presente, reina en el hoy. Pero al final el camino sigue, no hay pausa, ni una pequeña distracción en la inmensa tierra. Los pasos sigilosos van marcando los días por venir, se siente esa variación de emisiones, que pasan, dejan huellas, y se van, para volver nuevamente a comenzar en el jardín de los recuerdos. Al final nos damos cuenta de que ya no están, que hace un tiempo largo se esfumaron, y que ya no volverán. El hoy es el camino, el hoy es el momento, el hoy es lo auténtico, ese presente que nos conmueve cada día al comenzar.
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