Durante mayo y agosto, cada 7 días y durante 7 días podía verle, escucharle, agudizar mi olfato y a la distancia descubrir su aroma fragante.
Me invente las mil y un excusas para a sus espacios acercarme, con las dudas mas incongruentes inventadas, Ego siempre con toda paciencia me explicaba.
Maravillosamente mis labores y las de el se estrechaban y según yo el resto no se percataba.
Conversar con el al terminar la jornada del día era el momento más ansiado, el más esperado, que aunque en ocaciones, este no acontecia, las circunstancias en las que si sucedía, eran la mejor melodia.
En esos momentos, la verdad es que limpio yo no jugaba, ya que en otro lugar alguien me esperaba y no lo aceptaba que Ego me gustaba.
Una vez hasta la madrugada escuchándole me encontraba, pero la culpa y el desdén para conmigo me castigaban, yo físicamente nada había realizado pero mi mente ya miles de panoramas había imaginado.
Un día sucedió situacion vergonzosa pero formidable, y era que aquel otro personaje, que mucho antes mencionada y por el cual limpio yo no jugaba, me llamó por un nombre distinto al mío, lo cual en ese momento ocasionada la pelea mas tonta en la que finalmente libre yo quedaba.
Aunque mis apegos baratos lo lloraron, fue este el desamor más corto y menos acertado.
En realidad fue muy acertado, que aunque mi mejor amiga ya me decía que Ego como ladrón ella sentía que acechaba, a mi eso ni me importaba.
En mi tristeza y sollozos por ese amor menos acertado, la vida a Ego me acercaba, tanto que el un dia mis lágrimas secaba.
Me vio llorar, me observo triste, me escucho paciente y hacia el ese día medio distante me estrechaba, su aroma finalmente de cerca inspiraba.
En cada ocasión y platica que con Ego iniciaba, prestaba toda la atención embelesada, intentando no perderme y abstraerme al verle, mi mente siempre se autoengañaba.
Escuche hablar de sus perros, familia, decepciones, probables traiciones, planes, vacaciones, anecdotas, ideas, jubilación, anhelos, preocupaciones, situaciones, intente dejar en mi cerebro cada minucioso detalle registrado, aunque olvide algunas cosas como su número de hermanos.
Observe su manera de relacionarse con el entorno, ganarse la confianza de las personas, ocuparse y preocuparse por estas, la meticulosidad que se tomaba en lo que realizaba y aún así, hacer parecer todo más sencillo y despreocupado.
A todos el bromeaba, pero si algo no parecía, o le desagradaba, el mejor sarcasmo empleaba.
Ese día en mi condominio eran las 14:30 y el conserje avisaba que Ego abajo estaba.
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