Después de recuperar el olfato, Edmundo, perdió el oído. Las mujeres lo retaban a que les hiciera el amor, pero no escuchaba nada. Una mujer ninfómana lo llevó a la fuerza a su apartamento. Se quitó la ropa frente a él, lo acarició de muchas maneras, pero a Edmundo no le funcionó el pene. Lo sacó a empellones de su apartamento. Edmundo iba muy deprimido hacia su casa. Estaba decidido a quitarse la vida, apenas llegó, sacó la pistola del primer cajón del closet, la llevó hasta su sien y apretó el gatillo, con tan mala suerte que ni la pistola le funcionó. Todo estaba bien claro, a Edmundo no le funcionaba nada, defecaba cada diez días y, eso con mucho esfuerzo.