A Edmundo Rojas R, desde que era chiquito le gustaba sentarse en el muñeco; luego se paraba y con el muñeco adentro bailaba como Shakira baila el waca waca. Claro, que lo hacía frente al espejo. Desde niño tenía la obsesión de meterse el dedo por el ano, pero no sé atrevía. Al paso del tiempo perdió el olfato, no sabemos las causas, lo único cierto es que todo lo que probaba no tenía sabor. Además, hay que dejar bien claro, que las mujeres tampoco le gustaban.
A las tortas les metía el dedo índice, luego lo llevaba a su boca y le parecía insípido. Le formularon, infinidad de medicamentos, pero ninguno le hacía efecto. Un día se encontró con Nelson Moreno y sé atrevió a contarle lo que le sucedía. Le contó todo con lujo de detalles. Nelson, lo escuchó con suma paciencia, apenas terminó de hablar, le dijo:
-Me parece muy grave lo que te está pasando.
Edmundo, le contestó:
-He perdido el gusto hasta de las mujeres.
Nelson, lo miró con ironía, luego le dijo:
-Supongo que la mierda si la hueles bien.
Edmundo, se sonrojó, luego le dijo:
-No lo sé.
Nelson le propuso que hiciera el intento, a ver qué pasaba.
Edmundo, se metió el dedo al culo, luego dijo:
-Parece que recobré el olfato.
Nelson se alegró y enseguida le preguntó:
-A qué sabe?
Edmundo le contestó:
-Sabe delicioso.

Pedro Moreno Mora