A nadie le importan los problemas de un escritor para narrar una historia, tampoco a otro escritor o lector. Espera que esta vez, no sea su caso. Hace un tiempo se instalo la primavera. Afuera llueve a raudales. Después de meses de larga sequía ahora no para de llover. El escritor sabe que siempre es así: Tierra cíclica desde sus comienzos. Somos un péndulo que viene y va. Y así nos va. Entonces se decide a contar la historia con pocas ilusiones de ser leída, como para matar el tiempo. Al instante se corrige. Nadie mata el tiempo. En todo caso es el tiempo es el que nos mata. Todo lo que podemos hacer mientras tanto es entretenernos. Para eso están las historias para distraernos de la muerte. Ya no hay unitarios ni federales pero si caudillos. Renovados, modernos y digitales. Que llevan a las masas a equivocarse, al borde del precipicio. La gente le cree, se engatusa como diría algún tango melancólico, pero el sabe que tanta certeza asusta. No falta decir que ya lo vivimos, que lo padecimos. Pero esta vez, adelanta el escritor, va a ser mucho peor. Por eso se levanta temprano a escribir. No hay tiempo que perder y al hacerlo siente un alivio.Ya no importa tanto lo que cuenta sino como lo cuenta. Del otro lado es lo que importa, si el lector entiende o no la verdad de lo que va a ocurrir. Recuerda el primer libro que le hicieron estudiar en el secundario: El Matadero de Echeverría. Una época donde aun la religión católica ordenaba ayuno y abstinencia, sobre todo de carne. Entonces llega la tormenta que desborda el Río de la Plata. La inundación provoca escasez. Todo se encarece. Por eso Rosas, llamado el Restaurador culpa a la oposición, o sea a los unitarios. Se produce una gran hambruna con muertes en la ciudad. Entonces el caudillo manda a matar a todos los novillos que quedaban en el matadero. El escritor en este punto tiene la impresión de que es la misma historia que va a escribir. Intuye que es siempre es lo mismo. Pero no lo es. En la variación esta el gusto, piensa. Y en las palabras que cambian. Ahora por ejemplo le llaman estanflación. Afuera la sudestada es la misma. Acecha la inundación. Va hasta un viejo armario y saca una botella de buen vino. Llena una copa y la levanta mirando hacia el techo, como brindando. Y dice: los pueblos también tienen derecho a equivocarse. Pero según su historia algo puede pasar que puede cambiar todo en un segundo. .
Lo que mas le preocupa es que no la lean aquellos que tienen que leerlo. Aunque no lo confiese el escritor es capaz de negociar con el diablo por un lugar en la eternidad. No es cuestión de hacer un libro o salir en las redes sociales. Es cuestión que le llegue a una persona. A esa, la elegida. A la indicada. Porque la historia es mas fácil contarla que ejecutarla. En poco tiempo, en una cantidad de horas van a matar al nuevo caudillo. Al nuevo presidente elegido. Ya alguien tiene alquilado un cuarto. Ya tiene su mira telescópica que apunta a ocasionales transeúntes de Avenida de Mayo. Enfoca y desenfoca y buscando distintos lugares donde piensa va a pasar la caravana. Mira por el ventanal tras una cortina negra. Solo le falta ponerse el camuflaje militar, el gorro y la tricota negra. Tiene todo listo y preparado para el desenlace fatal. Solo es cuestión de esperar. Y gatillar. |