No tengo nada para escribir. De repente me dan las ganas de reescribir ese Lorem Ipsum que, machacón, mantuvo fuera de servicio la página por varios días. Mas, supongo que todos quedaron hartos con tanta majadería sin sentido y seré decente y abortaré esta ridícula decisión. Por el contrario, recordaré este sueño que tuve anoche y que al despertar me dejó medio descolocado.
Sucede que en ese argumento onírico aparecía una muchachuela muy buenamoza que participaba en uno de esos tantos programas misceláneos de las mañanas televisivas. ¿Proyección a propósito de esos zappings insconscientes que realiza uno buscando ese algo que sea interesante y que nunca surge porque, al parecer, no existe? Pero la niña atraía y sólo ello valía la pena.
Salto en el argumento y ahora me encuentro arriba de un microbús. Me dirijo a algún instituto para rendir un examen que está pendiente desde tiempos inmemoriales. Antes de ello, salgo de mi casa paterna dejando a mi hermano solo. No, no está solo, porque aparece detrás de él la muchacha buenamoza aquella que me dice que ella lo cuidará. Que ella también vive allí. Sorpresiva situación porque entiendo que sólo la vi en el televisor. Pero los sueños son ilógicos y de acuerdo a esto, no me produce mayor sorpresa que la chica se haya personalizado en una especie de hada madrina superviviente en algún rincón desconocido de nuestra vivienda y ahora cumpliendo el rol de cuidadora. ¿Qué habría dicho mi madre? -me pregunto ahora, siempre tan renuente a situaciones sorpresivas.
Ya en el microbús, reacomodo mis cuadernos. La prueba aguarda. ¿Significa esto que existe algo que no resolví y que persiste de cuando en cuando de manera escolástica, severa, temiblemente amenazante?
-Siempre avisa sobre la hora- masculla un muchacho que lo reconozco como un compañero de clases. Me mira a los ojos, cosa extraña. Por lo general, esas miradas sólo las he recibido de los vendedores que ofrecen un producto y que me hablan a mí, siendo que la interesada es mi esposa. Ese machismo me sorprende, porque es ella la que pregunta y las respuestas vienen asaetadas hacia mí. ¿Complicidad de género? Recién me doy cuenta de ello.
No sé cómo, descendemos y nos dirigimos a esa clase que se transforma en una reunión familiar. Las rehúyo, son incómodas, me perturba ver a tanta gente reunida, hermanos primos, yernos, nueras y pergenios armando bochinche. Gente con la que parecciera que existe la obligación de rehilar situaciones, anécdotas, posiciones opuestas. Y una mesa servida con exquisiteces. Pero estoy incómodo y los presiento con sus sonrisas fingidas y la mirada bobalicona de los pequeñuelos estudiándome. Hubiese preferido enfrentarme a esa prueba insondable, postergada por años, que optar por ingresar a esa sala repleta de ponzoña.
Y huyo y desaparezco porque al parecer la prueba era esta y no la soporto. Me alejo por callejuelas grises, desconocidas, aunque sé que ya las he transitado más de alguna vez. Mi padre, redivivo en este sueño, me acompaña. En vida, jamás hicimos buenas migas, pero mi nostalgia, atisbos de arrepentimiento, redención, todo eso se mezcla en esa licuadora onírica para colocarlo a mi lado esta vez.
-La familia lo es todo. Pero es bueno mantenerla a distancia. -lo dice con su tono pausado, voz silenciada hace años que recupera atisbos de su acento. Lo escucho y entiendo que por vez primera estamos de acuerdo. El poseía esa filosofía simple pero certera. Pisoteo piedras, silencios, el camino es arduo. Pero me alejo, me alejo cada vez más hasta encontrarme en esta madrugada umbría que pareciera insinuarse tras las cortinas. Intuición solamente. Son las cuatro de la madrugada y el silencio de esas horas sobrecoge.
No tenía nada que escribir por lo que sólo recordé este sueño repleto de signos. Lo pongo a la fila para los que tengan la generosidad de descifrarlo. Sé que es poca cosa entre tanto ensayo colgando solemne por obra y gracia del imponente Bequeano. Pero ¿qué más da? Lorem Ipsum regresa a mi memoria. Por simple asociación de ideas.
|