Al final parte 24
Elena le ofreció a Clara llevarla a su casa. Antes de irse habló con Oscar.
- ¿Y tu marido? – preguntó Oscar recargado en la pared afuera de la casa.
-Yo sé que tu relación siempre fue pésima con él. Pero es una buena persona. ¿Qué te deja sola?
Clara sabía que era verdad. Héctor ha estado muy alejado en los últimos meses por la muerte de su hijo Flavio.
-El matrimonio no es fácil. Es un compromiso difícil de cumplir. Yo he estado en dos matrimonios y he sido feliz. Los dos han sido marcados por la felicidad, por la precariedad y la desgracia. Con Domingo fui muy feliz, pero éramos pobres. Y con Héctor también soy feliz. La desgracia de perder a un hijo ha sido lo más doloroso de todo esto.
-Perdón. No he logrado dimensionar lo que pasó.
-Te voy a decir varias cosas. La primera, nunca arreglen sus problemas en la cama. Dos, hablen siempre de frente, sean honestos y tres, siempre agradece un amanecer a su lado. Eres afortunado – la mujer concluyó dándole una palmada en el hombro.
Elena e Isabela salieron de la casa y se fueron con Clara.
Israel estaba como en un sueño. El joven no dejaba de ver el anillo colocado en su dedo. Eran las tres de la madrugada, Israel no podía conciliar el sueño. Estaba nervioso y confundido. Bajó al patio y se sentó en una de las sillas que seguían colocadas en el lugar. Poco después escuchó que su papá andaba en la sala.
-Hijo ¿Qué haces abajo?
-No puedo dormir.
-Es normal – le dijo el hombre mientras se sentaba junto a él dejando sus muletas de lado - ¿Qué piensas?
-No me lo esperaba.
-Debo decirte que me sorprendió la noticia. Me parece muy pronto para dar el paso.
- ¿Tú crees?
-No. Me parece, pero no lo es. Los padres de tu mamá estuvieron casados muchos años, pero antes de casarse fueron novios más de diez años. Y la señora nunca supo de las fechorías de su esposo. No importa los años que estés con alguien antes de casarte si no se tienen confianza.
Israel escuchaba atentamente las sabias palabras de su padre.
-El matrimonio no es fácil, Israel. Hay que construirlo todos los días. Y déjame decirte que el amor a veces no es suficiente. Se necesitan otras cosas. Como el respeto, la comunicación, la confianza, responsabilidad, empatía, paciencia, tolerancia.
El hombre hizo una pausa para acomodarse en la silla.
-Te voy a decir, la dinámica de un matrimonio es compleja. Los trastes no se lavan solos. No solo es pasión y sexo, hay que barrer, trapear, lavar la ropa, ir al supermercado, hacer la comida - hizo una pausa - No pretendo desanimarte, quiero que aterrices. Sé cómo te sientes en este momento. Sientes que vuelas. Me pasó, tu abuela Clara me dijo que cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Eso y muchas cosas más me dijeron. Mi mamá tenía miedo que Nuria fuera como Julieta. Sabes la violencia que sufrió tu mamá en esa casa. Cómo Roberto trataba a la señora Julieta. La insultaba, era horrible. No permitas que eso pase entre ustedes. Hablen de frente de lo que no les gusta, sean honestos. Tengan tolerancia y paciencia.
Emilio le decía a su hijo para que se diera cuenta de lo que vendría para el joven médico.
-En la semana nada más te vimos el martes, sus horarios son pesadísimos. No dejen que la rutina se los coma, vayan de la mano. Ámense, respétense, no pretendas cambiarlo, tú eres muy ordenado, haces demasiado ejercicio, te alimentas bien. Mientras que Oscar es todo lo contrario. Admírense, valórense, siempre lleguen a un acuerdo. Y déjame decirte que perdonar es el acto más humilde que puedes tener. Van a tener miles de errores, su matrimonio no tiene que ser perfecto tiene que ser feliz. No discutan por tonterías. Nunca se suelten.
Emilio se sinceró con su hijo, lo tomó de la mano.
-Hijo. Yo deseo que seas inmensamente feliz. Eres un gran médico y un gran nieto y un excepcional hijo. En mí tienes a un padre. Alguien en quién confiar. Tu mamá que por supuesto también te apoya en todo. Talvez no lo entiendas porque no lo viviste, pero tu mamá no quiere que con ninguno de sus hijos se repita la historia de sus padres. Y yo tampoco.
-Gracias, papá.
No soportó y unas lagrimillas salieron de aquel médico fuerte.
-Una cosa más. Cuando me casé con tu mamá, ella me dijo “nunca dejar de ser novios”
Dicho lo anterior, los dos entraron a la casa. Emilio concilió el sueño mientras que Israel estaba con un cúmulo de emociones. El domingo los dos jóvenes no se vieron, solamente se llamaron tres veces al día. Estaban realmente enamorados.
Continuará…
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