Inicio / Cuenteros Locales / sheisan / La Vieja
Es medianoche y en su cama de hospital doña Emilia reza en silencio. La interrumpe un chirrido metálico, son las ruedas de una camilla que transita por el pasillo. El molesto eco del bamboleo retumba, se acrecienta y luego se oye alejándose por el corredor. Queda atenta hasta que el sonido y los pasos de quien la guía son apenas perceptibles. En su cabeza flota una interrogante: ¿Será alguien que llega o que se ha ido? Cierra sus ojos, los aprieta con fuerza, busca escapar del profundo gris que cubre las paredes del recinto, de las dantescas sombras que se proyectan en él y la atemorizan; busca mitigar el dolor. Ya no sabe del tiempo transcurrido. Han sido tantos días con sus noches y está cansada, cansada del constante zumbido que produce el tubo de neón sobre su cabeza, de las agujas en su cuerpo y por sobre todo, de las feroces náuseas que le provocan los medicamentos. Su cuerpo débil acopia fuerzas y gira lentamente, al fin se dobla y acurruca e intenta soñar con lo que fueron sus mejores tiempos. Un malestar profundo se lo impide, sigue incómoda, vuelve a girar, sus huesos truenan. Todo su cuerpo es una crujidera de recuerdos. Sesenta años han pasado desde que sus brazos se convirtieron en cuna para arrullar a sus hijos, ochenta años desde que sus pies iniciaron el peregrinaje por esta tierra. Sus pies, hoy desnudos e inmóviles, ayer se calzaron con todo tipo de tacos y corrió, y bailó... no quiere llorar. No quiere.
Un espasmo en su estómago le recuerda el hambre y aunque le dan comida a diario nunca alcanza a terminar ni la mitad de su ración, el temblor en sus manos le dificulta llegar con la cuchara hasta su boca, algo que antes era tan simple. Y es que los auxiliares levantan su bandeja con indiferencia, prefieren cuerpos flacos y pequeños ya que les es más fácil manipularlos. Ella lo entiende. Se resigna.
Es tarde y no duerme, quiere estar despierta cuando llegue la muerte. En su cama de hospital doña Emilia reza en silencio. Sabe que va a morir, sólo ruega que sea pronto. |
Texto agregado el 10-11-2023, y leído por 634
visitantes. (15 votos)
|
|
|
Lectores Opinan |
|
|
|
|
|
|
12-04-2024 |
|
Profunda resignación. Cinco aullidos reflexionando Steve |
|
| |
|
|
02-03-2024 |
|
Tierno y doloroso, ese final del tiempo Vientosusurrante |
|
| |
|
|
12-11-2023 |
|
Que triste...cuando habla del ruido ,recordé que cuando sonaba ,era cuando alguien se va.
Que terrible que el personal no ayude a los enfermos,son de una crueldad espantosa.
Ella no podía comer y era por el temblor de su mano...No quiero pensar en ello,no,cuando no se puede hacer nada...
Tu texto remece
Un abrazo fuerte
Victoria
6236013 |
|
| |
|
|
12-11-2023 |
|
Describís muy bien las sensaciones del personaje. Coincido con Peco: el lector vive -o muere- con Emilia. Besos Cavalieri |
|
| |
|
|
12-11-2023 |
|
Lo mágico de escribir bien, es poder hasta casi morir de mentirita. Te felicito. peco |
|
| |
|
|
12-11-2023 |
|
Fuerte, maravilloso texto. Sólo alguien conocedora de la vida y sus implicancias puede escribir así. MujerDiosa_siempre |
|
| |
|
|
12-11-2023 |
|
Me recordó a los 8 días que estuve en la UCI pesando 43 kilos, no se si uno sabe cuando va a morir, lo que uno sabe que no es capaz de salir solo adelante porque las fuerzas no te dan. En ese momento te das cuenta que las cosas importantes tiene que ver con las emociones y los afectos y que lo demás solo son adornos al margen. Saludos, muy buen texto pero a la muerte Yo ya no le tengo miedo, le tengo miedo a no vivir y no cerrar etapas. alejandroeder |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Todo consiste en ser parte de la correa transmisora que nos transporta a los destinos que nos aguardan. La pobreza es carne de cañón y eludirla no es fácil. Sólo cabe aguardar que la salud nos acompañe siempre y tener gente con la suficiente humanidad para no arrojarnos al tiradero. Abrazos, amiga. Guidos |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Es un excelente texto donde la belleza y precisión de las descripciones se contrapone con la realidad que expone: la vejez, la enfermedad, la soledad, el miedo y la resignación. Es exacta la descripción de la frialdad del hospital y la indiferencia de los cuidadores, ya insensibilizados ante el dolor ajeno. Y con todo lo más triste no es la enfermedad, sino el que ella esté sola enfrentando todo eso. Gatocteles |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
"Sesenta años han pasado desde que sus brazos se convirtieron en cuna para arrullar a sus hijos, ochenta años desde que sus pies iniciaron el peregrinaje por esta tierra. Sus pies, hoy desnudos e inmóviles, ayer se calzaron con todo tipo de tacos y corrió, y bailó... no quiere llorar. No quiere," En este párrafo está la vida de doña Emilia, posiblemente aún no quiere morir, pero sabe muy bien que trae, como todos nosotros, estampado el sello de la muerte. Un abrazo. vicenterreramarquez |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Tus letras traen imágenes que llegan al alma. ¿Sabes?, soy de esas mujeres que no le tienen miedo a la muerte, pero las enfermedades me asustan muchísimo. Tu relato duele porque es una triste realidad. Gracias. gsap |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Tu narrativa nos enfrenta con lo inevitable. Y no nos preparamos para ese momento.
Muy bueno yosoyasi |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Eso duele, una prosa que impacta porque la vida es así. Todo lo que inicia, termina. Gracias por colgar, me ha encantado, aunque duela. Abrazo grande amiga. sendero |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
La muerte es lo único que tenemos asegurado en nuestro destino, lo demás vendrá por añadidura y sólo lo sabremos cuando nos toque partir, saludos. ome |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
La gran igualadora, la muerte. Intensa la escena, no dejo de pensar en la diferencia que haría un poquito de humanidad de los cuidadores. Bien relatado, un abrazo Dhingy |
|
| |
|
|
11-11-2023 |
|
Impactante este relato. Te felicito. TETE |
|
| |
|
|
|
|
|
|
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login
|
|