La disputa entre 'inteligencia' artificial y 'tontería' artificial
Jober Rocha
La inteligencia artificial (IA), como todo el mundo sabe, es cada vez más sofisticada, con sistemas capaces de realizar tareas que antes se consideraban exclusivas de los humanos.
Es una tecnología que permite a las máquinas aprender y realizar tareas que normalmente requerirían inteligencia humana.
La estupidez artificial es un término que se refiere a los sistemas de IA que producen resultados incorrectos o inesperados a pesar de estar diseñados para realizar tareas específicas.
Los investigadores de IA llaman “alucinación” a esta propensión a inventar cosas, desde respuestas improvisadas hasta tonterías incorrectas. Sin embargo, existe esa estupidez estratégicamente planificada. Esto ocurre cuando la IA está diseñada para crear sistemas que son deliberadamente tontos; es decir, que están diseñados para tomar decisiones equivocadas o perjudiciales.
Esta lucha entre la inteligencia artificial y la estupidez artificial se está volviendo cada vez más importante a medida que la IA se generaliza. Si bien la IA puede usarse para resolver problemas complejos y mejorar nuestras vidas, por otro lado puede usarse para dañar a las personas, difundir información errónea, cometer crímenes o incluso iniciar guerras.
La inteligencia artificial, que debería utilizarse como fuerza para el bien, también puede utilizarse como fuerza para el mal.
La IA tiene el potencial de resolver algunos de los problemas más apremiantes del mundo. Como ejemplo, encontramos que la IA se puede utilizar para desarrollar nuevos medicamentos, mejorar la eficiencia agrícola y crear nuevas formas de energía limpia. La IA también se puede utilizar para automatizar tareas repetitivas y peligrosas, liberando a las personas para que puedan concentrarse en actividades más creativas y significativas.
La IA se puede utilizar para ayudar a los médicos a diagnosticar enfermedades, mejorar la eficiencia del transporte público y personalizar la educación para satisfacer las necesidades individuales de los estudiantes.
Sin embargo, la IA también se puede utilizar para dañar a las personas. Por ejemplo, se puede emplear la IA para crear 'deepfakes', que son vídeos o audio manipulados para que parezcan hechos por alguien que no los hizo. Los 'deepfakes' pueden usarse para difundir información errónea o dañar la reputación de alguien.
La IA también se puede utilizar para crear sistemas automatizados que tomen decisiones malas o dañinas. Por ejemplo, un sistema de inteligencia artificial utilizado para determinar quién recibe un préstamo en particular puede estar sesgado en contra de ciertos grupos de personas. Un sistema de inteligencia artificial utilizado para conducir un automóvil podría programarse para tomar decisiones que pongan en riesgo a los peatones.
Un sistema de inteligencia artificial, cuando se utiliza en elecciones, puede manipularse para contar más votos para un determinado candidato.
En resumen, la IA y la estupidez artificial son dos caras de la misma moneda. La IA tiene el potencial de mejorar nuestras vidas; pero también puede usarse con fines maliciosos.
El futuro de la disputa entre inteligencia artificial y estupidez artificial es incierto. Sin embargo, es importante ser conscientes de los riesgos de la estupidez artificial y tomar medidas para mitigarlos.
Algunas de las medidas que se pueden tomar para mitigar estos riesgos incluyen:
Desarrollar sistemas de IA que sean más transparentes y explicables.
Desarrollar sistemas de IA que sean más resistentes a los ataques.
Desarrollar sistemas de IA que sean más justos y equitativos.
Es importante recordar que la IA es una herramienta y, como cualquier herramienta, puede usarse para bien o para mal. Depende de nosotros, los ciudadanos que la utilizamos, decidir cómo y de qué manera se utilizará la IA en el futuro.
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