Mercenarios en la política
Jober Rocha
Los mercenarios, como todo el mundo sabe, son soldados que luchan por dinero, en lugar de luchar por una causa o por un país específico. En las guerras modernas, suelen desempeñar un papel primordial entre las fuerzas combatientes. Recientemente se destacó el papel de los mercenarios en la guerra entre Rusia y Ucrania a través del llamado Grupo Wagner.
La existencia de soldados mercenarios se remonta a la antigüedad, existiendo registros de su uso en civilizaciones como la Antigua Grecia y el Imperio Romano. En aquella época, a menudo se reclutaba a mercenarios para luchar en guerras y batallas en nombre de un líder o una ciudad-estado.
En China, la existencia de mercenarios estuvo ligada al proceso de formación del estado unitario, durante los siglos IV y III a.C. Las tropas mercenarias surgieron de las disputas entre los grandes feudos, formando el núcleo y la mentalidad de los ejércitos que se formaron posteriormente en la dinastía Han .
En Europa, las tropas mercenarias ganaron fuerza en la Alta Edad Media, formando ejércitos que, al servicio de los príncipes, participaron en numerosos conflictos europeos. Nos tempos de paz, entretanto, esses guerreiros tornavam-se bandidos, à margem da lei, por não terem outra ocupação e constituindo-se em um problema social que os governantes enfrentavam, enviando-os como solução para combates em frentes distantes, como Constantinopla.
El término mercenario, que en el pasado estaba restringido a los soldados, ahora también se aplica a los políticos; Se tratan de personas que, muchas veces sin cultura y sin tener ninguna otra actividad laboral, buscan la política partidaria como una forma de ganar dinero y, muchas veces, de enriquecerse a sí mismos y a su familia.
Por tanto, la expresión “políticos mercenarios” se utiliza para describir a los políticos que actúan para su propio beneficio, en lugar de trabajar para el bien común. Aunque no existe ningún evento específico asociado a esta expresión, es un problema común en muchos países. La corrupción política es un problema grave que puede dañar la democracia y la economía de cualquier país.
La corrupción política puede adoptar muchas formas, como el soborno, el nepotismo, el tráfico de influencias y el blanqueo de dinero. Los políticos corruptos a menudo participan en actividades ilegales para enriquecerse a sí mismos y a sus amigos y familiares. Pueden aceptar sobornos de empresas a cambio de favores políticos o desviar fondos públicos a cuentas personales.
La corrupción política es un problema global, pero algunos países se ven más afectados que otros. Según el Índice de Percepción de la Corrupción de 2022 (desde 1995, Transparencia Internacional publica el Índice de Percepción de la Corrupción anual, que clasifica a los países del mundo según "el grado en que se percibe que existe corrupción entre funcionarios públicos y políticos"), los más corruptos países incluyen Somalia, Sudán del Sur, Siria, Yemen y Venezuela. Sin embargo, la corrupción política también es un problema en países desarrollados como Estados Unidos y Francia.
La encuesta asigna puntuaciones a los países que van de 0 a 100. Cuanto mayor sea la puntuación, mayor será la percepción de la integridad del país. Nuestro puntaje en la última encuesta fue 38, lo que ubica al país, una vez más, por debajo del promedio global (43 puntos), del promedio de los BRICS (39 puntos), del promedio regional de América Latina y el Caribe (43 puntos) e, incluso más lejos, de la media de los países del G20 (53 puntos) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE (66 puntos).
La posición de nuestro país en los últimos diez años ha oscilado entre el 69 y el 94, sobre un total de ciento ochenta países. En 2022 el país estaba empatado con Argentina, Etiopía, Marruecos y Tanzania.
Sabemos que la corrupción disminuye la capacidad del Estado para garantizar la paz y la seguridad a sus ciudadanos y debilita a la policía y las organizaciones de defensa, obstaculizando el papel del Estado en el control de su territorio y la prevención de amenazas de violencia criminal, incluido el terrorismo. Al mismo tiempo, la corrupción crea nuevos conflictos sociales –o empeora los existentes– al socavar la confianza en las instituciones públicas y erosionar la legitimidad del Estado.
Para combatir la corrupción política, es importante que los gobiernos implementen medidas de transparencia y rendición de cuentas. Esto podría incluir la creación de leyes anticorrupción más estrictas, la implementación de sistemas de seguimiento y auditoría y la promoción de la libertad de prensa y de la sociedad civil. Además, es importante que los ciudadanos estén informados sobre la corrupción política y presionen a sus gobiernos para que tomen medidas para combatirla.
Necesitamos deshacernos, de una vez por todas, de estos mercenarios de la política que sólo aumentan con cada elección que se presenta.