E l sapito Bailarín
Érase una vez en el bosque, Vivía un pequeño sapito llamado Lucho. Lucho era conocido por todos como el sapito más hábil bailarín. Sus patitas ágiles se movían al ritmo de la música de una manera que hipnotizaba a cualquiera que lo mirara. Cada noche, bajo la luz de la luna, Lucho se convertía en el alma de la fiesta en el bosque, donde todos los animales se reunían para disfrutar de su gran espectáculo.

La música y el baile eran la razón de ser de Lucho. Era su pasión y alegría, y siempre estaba dispuesto a enseñar a otros animales a bailar. Los días pasaban, y la vida en el bosque era una gran fiesta continua gracias a Lucho. Que se la pasaba bailando con la señora sapo. Pero un día, algo terrible sucedió.

Mientras ensayaba su rutina para una gran actuación en el bosque, Lucho resbaló con una cascará de plátano y cayó al suelo. Un dolor agudo recorrió su pierna, y cuando intentó ponerse de pie, se dio cuenta de que no podía moverla. Había tenido un accidente y su pierna estaba muy lastimada.

Los animales del bosque corrieron ayudarlo, pero Lucho en su interior sabía que yo no podía bailar más. Lucho estaba muy devastado. Pasó días tristes y desanimados en su hogar mientras sus amigos y familia lo visitaban para ofrecer consuelo el sapito ya no quería reír más.

Sus amigos más cercanos, como la cerdita Olivia el conejo Simón y el búho Rafael, se negaron a rendirse. Juntos buscaron la ayuda de una rana sabia llamada Ramona, quien les dio una idea brillante. Así que ellos le fabricaron a Lucho una pequeña silla de ruedas con hojas y ramitas.

A pesar de la silla de ruedas, Lucho estaba desanimado. No podía bailar como solía hacerlo, y la tristeza lo invadía. Pero sus amigos estaban decididos a ayudarlo a recuperar su alegría. Comenzaron a practicar movimientos de baile que Lucho podía hacer desde su silla de ruedas, adaptando sus rutinas para que él se sintiera parte de la diversión.

La noticia de la lesión de Lucho se extendió por todo el bosque, y pronto todos los animales se unieron para animarlo. Organizaron espectáculos de baile en su honor, donde Lucho, desde su silla de ruedas, podía ser el invitado especial. La música y el baile llenaron el bosque de nuevo, y Lucho sonrió por primera vez desde su accidente.

Poco a poco, Lucho comenzó a aceptar su nueva situación y a bailar desde su silla de ruedas con pasión y alegría. Descubrió que, aunque había perdido la movilidad en sus patas, aún podía mover su cuerpo al ritmo de la música y transmitir su felicidad a los demás. Su familia y amigos estaban orgullosos de su valentía y determinación.

El bosque seguía siendo un lugar lleno de risas y bailes, y Lucho era el corazón de la fiesta una vez más, demostrando que no importa las dificultades que se presenten en la vida, siempre se puede encontrar una forma de recuperar la alegría con la ayuda de amigos y familiares que te aman. El sapito Lucho, que ya no pudo bailar de la misma manera, encontró una nueva forma de hacerlo y siguió siendo el alma de la fiesta en el bosque, más querido que nunca por todos sus amigos.

FIN